No te es lícito
Rev. Gilberto M. Rufat
Base Bíblica: Mateo 14:3-4
“3Porque Herodes había prendido a Juan, y le había encadenado y metido en la cárcel, por causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; 4porque Juan le decía: No te es lícito tenerla.” Rev. Gilberto M. Rufat
Base Bíblica: Mateo 14:3-4
Introducción
Vivimos en un tiempo donde la voz profética de nuestro tiempo ha ido mermando. Los hombres de Dios parecen entender que su deber es estimular, animar y aconsejar, entre otros, pareciéndose más a los llamados motivadores de nuestro tiempo, que a los profetas de antaño. Los profetas actuales, no corrigen ni señalan el pecado, todo lo contrario, asumen posiciones cómodas para quedar bien con la mayoría. En ese sentido, vivimos también en tiempos proféticos.“1Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino, 2que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. 3Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, 4y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas. 5Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.” (2Timoteo 4:1-5)
Los evangelios describen a Juan el Bautista como el mayor profeta, no obstante, sería decapitado por señalar una grave falta en la vida del rey Herodes. Sin embargo, en la actualidad, algunos predicadores y evangelistas son llamados a sentarse en la mesa con gobernantes, como invitados privilegiados y de honor. ¿Es consistente el vivir firmemente a Cristo y ser aplaudido, reconocido y destacado por los que viven para el mundo?
El ministerio del profeta nunca fue uno fácil. Su llamado era ser la voz de Dios en medio de la corrupción y el distanciamiento de la verdadera fe. Por tal razón, fueron vistos como la voz disidente del pueblo y para otros, para el verdadero pueblo de Dios, como su voz. Todos, sin excepción, vivieron momentos de gloria, pero también momentos de dolor y rechazo y muchos sufrieron la condenación del pueblo y hasta la muerte.
Hoy, son pocos los que como Juan el Bautista, truenan contra lo que no nos es lícito, pues lamentablemente vivimos en un tiempo en donde todo parece legal y donde siempre podrá usted escuchar alguna voz diferente al evangelio que justifique lo ilícito. Lamentablemente, es que esa voz diferente provenga de los mismos que profesan ser la voz de Dios, no en el desierto, pues a muchos no les gustan los desiertos, sino los aplausos y la ovación de las multitudes, lo que al final, sólo obtendrán.
El llamado y vida del profeta se evidencia en tres cosas, cada una de ellas muy importantes:
1- La primera tarea del profeta es ser la voz de Dios.
Profeta es aquel que es vocero de Dios, el cual inspirado por visión o de otra forma, da a conocer el pensamiento de Dios, declarando lo que ha visto o lo que está establecido en las Escrituras, como un mensaje para el pueblo. El énfasis no está puesto en el misterioso modo de recepción de la revelación profética, sino en la transmisión de la misma palabra de Dios al pueblo.
2- La segunda tarea del profeta era anunciar el pecado y los juicios del pueblo por parte de Dios.
De manera que, la tarea del profeta no es la de escoger palabras o pensamientos agradables para el pueblo, sino la de divulgar como instrumento, los pensamientos y mandatos de Dios hacia el mismo. El profeta no participa en un concurso de “mister congeniality”, pues es un emisario, llamado a decirle al pueblo, no lo que quiere escuchar, sino lo que debe escuchar.
3- La tercera tarea del profeta era permanecer firme y fiel al llamado de Dios.
La tarea del profeta de permanecer firme ante las tentaciones de sucumbir ante las diversas presiones no era una fácil. Al presente, tenemos voces que como Balaam han cambiado el mensaje que en sus inicios predicaban, por diezmos y ofrendas, por ende, su mensaje es el producto de ganancias deshonestas.
“Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición.” (1Timoteo 6:6-9)
Conclusión
“porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.” (1Timoteo 6:10-12)
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