sábado, 28 de febrero de 2015

Confiar en Dios - Efesios 3:20

Pasaje a considerar:

"Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros." (Efesios 3:20)

Comentario:


Al final del capítulo tres, el apóstol Pablo, después de haber presentado lo que él mismo llamó el misterio de Dios (Ef. 3:3), comienza su transición hacia la vida práctica de la doctrina en la vida del creyente. La doctrina o enseñanza es el fundamento sobre el cual, Dios espera que vivamos (Ef. 2:20-22). De ahí, que la verdad sí importa, pues de ella dependerá nuestra manera de pensar y de actuar (Ef. 4:23-24).

Si los creyentes en Éfeso podían comprender en algo el amor de Dios para con ellos en Cristo (Ef. 3:18-19), entonces también podían descansar en que Dios velaría por ellos el resto de sus vidas. Por ende, la voluntad de Dios en ellos, aseguró su unión en la  eternidad, en donde fue trazado el designio de su voluntad (Ef. 1:3-4). De manera, que podían descansar en que Dios proveería, por cuanto el Espíritu Dios que habitó en ellos fue la garantía de que el plan divino se cumpliría y no el de ellos (Ef. 1:13-14).

Los efesios debían confiar en Dios, pues después de todo, nada tenían que fuera merecido, sino la gracia de Dios actuando en la vida de sus hijos (Ef. 1:7). Es maravilloso poder descansar en Dios, saber que el que comenzó la obra la perfeccionará (Fil.1:6) y que Dios suplirá todo lo que falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús (Fil. 4:19). No se trata de nuestras fuerzas, intelecto, pasión o deseo, sino de que nuestra vida está completa únicamente en lo que Dios preparó de antemano (Ef. 2:10).

Conclusión:

La doctrina de la gracia y de la predestinación proveen la mejor evidencia del amor de Dios, su  cuidado y de su propósito en sus hijos, más que cualquier otra verdad. Son estas verdades las que demandan y proveen el fundamento para que los creyentes vivan con la mayor expresión de gratitud y de  compromiso con la obra del Dios que les amó.

pastor Gilberto Rufat

viernes, 27 de febrero de 2015

Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones - Efesios 3:16-17

Pasaje a considerar:

"para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor." (Efesios 3:16-17)

Comentario:


¿Cuán importante es tener conciencia de la presencia de Dios en nuestra vida y de lo que él ha hecho por nosotros?

Escuché una vez, una historia de un pastor que fue a visitar a un hermano en la fe, que no estaba asistiendo a la iglesia. La explicación que le ofrece el hombre, (quien trabajaba como granjero) al pastor, era que no tenía a alguien que le cuidase su granja los domingos. El pastor le dijo que debía confiar en que Dios estaría en control, que él cuidaría de su granja. Así, quedó el granjero convencido de no ausentarse más y pudo asistir al próximo culto.

El pastor comienza su mensaje creando conciencia de que la presencia de Dios en la vida es importante diciendo: "Hermanos, Dios está aquí". En segundos, el granjero se levanta de prisa, yéndose de la iglesia. El pastor creyendo que algo malo le había sucedido fue a visitarlo. El granjero estaba molesto, pues el pastor le había engañado. "¿En qué lo engañé?"- preguntó el pastor. Usted dijo que Dios estaría velando mi granja y no estaba allí, pues dijo que Dios estaba en la iglesia.

Tristemente, así vivimos cuando nuestro conocimiento de Dios es limitado. Entendámoslo o no, terminamos viviendo como si tuviéramos un Dios pequeñito, uno de domingos. Pablo oraba por los efesios para que fueran conscientes del maravilloso plan de Dios para sus vidas. Uno, que había sido determinado antes de la fundación del mundo.

Conclusión:

A Dios no se le escapa ningún detalle, ni le sorprende ningún evento. Cuando Dios determina algo, se cumple. Si Dios en su soberana gracia decidió amarnos, al punto de entregarse a sí mismo por nosotros, ¿cómo no proveerá y estará presente en las demás cosas? Aprendamos a confiar en Dios.

pastor Gilberto Rufat

jueves, 26 de febrero de 2015

Que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia - Efesios 3:10

Pasaje a considerar:

"para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales." (Efesios 3:10)

Comentario:


No existe una mayor responsabilidad y a la vez, un mayor privilegio que ser portavoces del evangelio. Por consiguiente, la principal responsabilidad de la iglesia es enseñar y predicar el mensaje para que la multiforme sabiduría de Dios sea dada a conocer a los principados y a las potestades superiores en los lugares celestiales.

¿Qué significa esto? Primero, que tenemos el privilegio de compartir y de dar a conocer el mensaje del evangelio, lo cual no le fue dado a los ángeles (1P. 1:12). Segundo, que los ángeles que no son de Dios, deben también conocer la victoria de la cruz y del plan o misterio de Cristo oculto desde los tiempos (Ef. 3:5). Ya que, la iglesia es llamada a ser baluarte y columna de la verdad (1Tm. 3:15).

Tristemente, no es el mensaje del misterio y la sabiduría de Dios lo que adorna nuestras iglesias. Nuestras iglesias y denominaciones se enfocan en actividades, música, compañerismo y todo tipo de estrategias para entretener y retener a la gente hasta el próximo culto o evento.

Como si esto no fuera suficiente, tenemos un grupo en el liderato pastoral que pareciera no tener la más mínima idea de lo que es importante y tampoco parece entender el mensaje y las doctrinas básicas del evangelio.

Además, vemos que una parte del liderato está más enfocada en hablar de estrategias y de supuestos principios de liderazgo para alcanzar el supuesto "éxito", sin considerar lo que la palabra de Dios expone y demanda.

Conclusión:

Es el evangelio el que debe ser dado a conocer, por cuanto únicamente en él está el poder de Dios (Ro. 1:16). Las estrategias no podrán sustituir la obra del Espíritu Santo (Hch.1:8), jamás. La idea de la iglesia no es retener, sino congregar a los que Dios en su soberana gracia llamó y salvó (Hch. 2:47).

pastor Gilberto Rufat
Primera Iglesia Bautista Emanuel

miércoles, 25 de febrero de 2015

La gracia debe ser anunciada - Efesios 3:8

Pasaje a considerar:

"A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo." (Efesios 3:8)

Comentario:


En el evangelio de la gracia solamente existen pecadores rescatados por la misericordia de Dios, de los cuales, Pablo se consideraba menos que el más pequeño de los santos.

Note, que el apóstol no está diciendo que fue escogido por ser santo, aunque hiciera el último lugar en la lista. Pablo está diciendo que él se veía a sí mismo como el menos digno de haber sido escogido para salvación de entre los santos (separados o apartados para Dios).

Sin embargo, es precisamente cuando llegamos a ese entendimiento (que no merecíamos haber sido salvos) que realmente comenzamos a entender el evangelio y el propósito de la gracia. Aquí dejamos de hacer diferencia entre unos y otros, sean judíos o gentiles, por cuanto todos éramos pecadores (Ro. 3:23).

No obstante, hay algo que resalta, por cuanto existe una correlación, me refiero a la predicación del evangelio y el entendimiento del don de la gracia. ¿Por qué? Porque Pablo no trataba de forzar o de mercadear el evangelio, sino que lo predicaba creyendo que aquellos que habían sido llamados como él, conforme a la soberana voluntad de Dios, responderían.

" Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna." (2Timoteo 2:10)

Conclusión:

El evangelio de la gracia nos ha sido revelado para compartirlo y no para dejarlo como un estudio teológico. Las inescrutables riquezas de Cristo, esperan ser anunciadas, por aquellos, no importando cuán pequeños se consideren, así como Pablo en el reino.

pastor Gilberto Rufat

martes, 24 de febrero de 2015

El Don de la Gracia - Efesios 3:6-7

Pasaje a considerar:

"que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder." (Efesios 3:6-7 )

Comentario:


Es importante comenzar destacando que el evangelio o las buenas nuevas anunciadas, a través del mensaje de los apóstoles, no hacia diferencia o separación entre judíos y gentiles. En el capítulo dos (v.14-22), Pablo enseña que de ambos pueblos (judíos y gentiles), Dios hizo un pueblo mediante la cruz de Cristo. Además, el mismo apóstol nos dice, que fue hecho partícipe por gracia y no por ser judío.

Por consiguiente, los gentiles que son llamados por medio del evangelio son participantes de las mismas bendiciones y promesas que los llamados judíos y asimismo hechos partícipes del mismo pueblo. Por tanto, Dios no tiene dos pactos, en cuanto a salvación se refiere, pues el pacto de Abraham se cumplió en Cristo y por medio de éste, también el llamado a los gentiles según su plan (Gá. 3:26-29).

Todos los participantes del evangelio lo son como Pablo, por el don de la gracia. Note que no dice solamente por la gracia, sino por el don de la gracia. ¿Por qué? Porque aquí la gracia representa más que un cuadro (Jesús en la cruz), pues es el acto de Dios por el cual los llamados son hechos partícipes del evangelio, según el designio de su voluntad.

¿Cómo? Mediante la operación del Espíritu Santo, por quien, los elegidos (judíos o gentiles) son llamados a salvación, según las riquezas de su gracia y no de un acto personal de los mismos.

Conclusión:

Creer en el evangelio es un don de la gracia de Dios, pues sin él (el don), así como sin la obra del Espíritu Santo, el mismo mensaje que hoy nos salva, nos condenaría, al ser rechazado, por no entenderlo.

¡Soli Deo Gloria!

pastor Gilberto Rufat

lunes, 23 de febrero de 2015

El misterio de Cristo - Efesios 3:1-5

Pasaje a considerar:

“que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu.” (Efesios 3:3-5)

Comentario:


El apóstol Pablo señala que fue Dios mismo quien tuvo a bien revelarle la doctrina referente a la gracia (Ef. 3:2). De manera, que su conocimiento o enseñanza en el misterio de Cristo no provino de hombre. La palabra revelado ἀποκαλύπτω “apokalupto” significa descubrir, desvelar, revelar, de ahí, que no era algo nuevo dentro del plan de Dios, sino algo que Dios habría de mostrar a su debido tiempo.


Esto significa que a modo de poder comprender la doctrina de la gracia, es necesario el estudio de las cartas escritas por los apóstoles, como las de Pablo. Pero, ¿cuántas iglesias sacan tiempo para estudiar a fondo, con detenimiento y con reverencia las epístolas Paulinas? Note lo que el propio Pedro tuvo que decir en sus días:

“Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.” (2Pedro 3:15-16)

Conclusión: 


A fin de apartarnos de malas interpretaciones, las que terminan torciendo las Escrituras, es necesario poner toda nuestra atención y diligencia en el estudio serio de la Biblia. La palabra “tuercen” debería llamar nuestra atención, pues la buena fe y el buen corazón no hacen, a la hora de la enseñanza o de la predicación, que la mentira se convierta en una verdad.


Pastor Gilberto Rufat

sábado, 21 de febrero de 2015

Una declaración breve de la fe reformada



Una declaración breve y sencilla de la fe reformada
Benjamin B. Warfield (1851-1921)

1. Creo que mi único fin tanto en la vida como en la muerte debe ser glorificar a Dios y disfrutar de Él para siempre; y que Dios me enseña cómo glorificarle en su santa Palabra, es decir, la Biblia, la cual Él había dado por inspiración infalible de su Espíritu Santo a fin de que pueda conocer lo que debo creer respecto a Él y los deberes que se requieren de mí.

2. Creo que Dios es Espíritu, infinito, eterno e incomparable en todo lo que Él es; un solo Dios pero en tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, mi Creador, mi Redentor y mi Santificador; en cuyo poder y sabiduría, justicia, bondad y verdad puedo poner con toda seguridad mi confianza.

3. Creo que los cielos y la tierra, y todo lo que en ellos hay, son la obra de las manos de Dios; y que todo lo que Él ha hecho lo dirige y gobierna en todas sus acciones; de tal manera que cumplen el fin para el cual fueron creadas, y yo, que confío en Él, no seré avergonzado, sino que  podré con seguridad descansar en la protección de su amor todopoderoso.

4. Creo que Dios creó al hombre a su imagen, en conocimiento, justicia y santidad, y entró en un pacto de vida con él sobre la única condición de la obediencia como deber del hombre; pero por pecar deliberadamente en contra de Dios, ese hombre cayó en pecado y miseria en la cual yo he nacido.

5. Creo, que estando caído en Adán, mi primer padre, soy por naturaleza un hijo de ira, bajo la condenación de Dios y estoy corrompido en cuerpo y alma, inclinado al mal y merecedor de la muerte eterna; y de que tan espantoso estado no puedo ser liberado excepto a través de la gracia inmerecida de Dios, mi Salvador.

6. Creo que Dios no ha dejado al mundo perecer en su pecado, sino que  por un gran amor con el que lo amó, desde la eternidad, por pura gracia, ha escogido para sí mismo una multitud que ningún hombre puede contar, para liberarlos de su pecado y miseria, y de ellos edificar nuevamente en el mundo su reino de justicia; en cuyo reino yo puedo estar seguro de tener parte si me afianzo en Cristo el Señor.

7. Creo que Dios ha redimido a su pueblo para sí mismo a través de Jesucristo nuestro Señor; quien, aunque era y por siempre continúa siendo el Hijo eterno de Dios, sin embargo nació de mujer, bajo la ley, para que pudiera redimir a los que están bajo la ley: creo firmemente que Él cargó la pena debida por mis pecados en su propio cuerpo sobre el madero, y cumplió en su propia persona la obediencia que yo le debo a la justicia de Dios, y ahora me presenta ante el Dios Padre como su posesión adquirida, para la alabanza de la gloria de su gracia para siempre; por lo cual renunciando a todo mérito mío, pongo toda mi confianza solamente en la sangre y justicia de Cristo Jesús mi Redentor.

8. Creo que Jesucristo es mi Redentor, quien murió por mis ofensas, fue resucitado para mi justificación, y ascendió a los cielos, donde está sentado a la diestra del Padre Todopoderoso, continuamente intercediendo por su pueblo, y gobernando todo el mundo como cabeza sobre todas las cosas para su Iglesia; de tal manera que no necesito temer ningún mal y puedo con seguridad saber que nada me puede arrebatar de sus manos y nada me puede separar de su amor.

9. Creo que la redención obtenida por el Señor Jesucristo se aplica eficazmente a todo su pueblo por el Espíritu Santo, quien obra la fe en mí y de ese modo me une a Cristo, me renueva a la entera imagen de Dios, y me capacita más y más para morir al pecado y vivir a la justicia; hasta que se complete esta obra de gracia  en mí y sea recibido en gloria, estando mientras luchando para vivir en santidad perfecta, en el temor de Dios.

10. Creo que Dios requiere de mí, bajo el evangelio, antes que nada, que, por un verdadero sentir de mi pecado y miseria y por  una aprehensión de su misericordia en Cristo, que me aleje  con dolor y odio del pecado y reciba y descanse únicamente en Jesucristo para mi salvación; de tal manera, que estando así unido a Él, yo pueda recibir el perdón por todos mis pecados y ser aceptado como justo ante los ojos de Dios solamente por la justicia de Cristo que me es imputada y recibida por fe solamente; y de esta manera, sin ningún otro añadido, creo poder ser recibido dentro del número de los elegidos y tener derecho a todos los privilegios de los hijos de Dios.

11. Creo que, habiendo sido perdonado y aceptado en Nombre de Cristo, se requiere de mí también que camine en el Espíritu que Él ha adquirido para mí, y por quien el amor es derramado ampliamente en mi corazón; cumpliendo la obediencia que debo a Cristo mi Rey; fielmente llevando a cabo todos los deberes puestos sobre mí por la santa ley de Dios, que es mi Padre celestial; y reflejar siempre en mi vida y conducta, el ejemplo perfecto que ha sido establecido para mí por Jesucristo, mi Capitán, quien ha muerto por mí y me ha concedido su Santo Espíritu para que yo pueda hacer las buenas obras que Dios ha preparado de antemano para que anduviese en ellas.

12. Creo que Dios ha establecido su Iglesia en el mundo y la ha dotado con el ministerio de la Palabra y las santas ordenanzas del Bautismo y la Cena del Señor; a fin de que a través de éstos medios, las riquezas de su gracia en el evangelio puedan darse a conocer al mundo, y, por la bendición de Cristo y la obra de su Espíritu en ellos que por la fe las reciben, los beneficios de la redención puedan ser comunicados a su pueblo; por lo cual también se requiere de mí que atienda a estos medios de gracia con diligencia, preparación y oración, de tal manera que a través de ellos yo pueda ser instruido y fortalecido en la fe, y en la santidad de vida y en el amor; y que yo use de mis mejores esfuerzos para llevar este evangelio y comunicar estos medios de gracia a todo el mundo.

13. Creo que así como Jesucristo ha venido una vez en gracia, así también Él vendrá por segunda vez en gloria, para juzgar al mundo con justicia y asignarle a cada uno su recompensa eterna; y creo que si muero en Cristo, mi alma será en la muerte hecha perfecta en santidad e irá a la casa del Señor; y cuando Él regrese con su majestad, yo seré levantado en gloria y hecho perfectamente bendito en el pleno goce de Dios por toda la eternidad: alentado por tal esperanza bendita se requiere de mí participar voluntariamente  en sufrir privaciones aquí como buen soldado de Cristo Jesús, estando seguro de que si muero con Él también viviré con Él, y si persevero, también reinaré con Él.

Y a Él, mi Redentor,
junto con el Padre,
y el Espíritu Santo,
Tres Personas, un solo Dios,
sea la gloria para siempre, hasta el fin del mundo, Amén
Amén, y Amén.

La Iglesia: La Familia de Dios - Efesios 2:11-22


Pasaje a considerar:

"porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre." (Efesios 2:18)

Comentario:


La entrada a la familia de Dios, según la carta a los Efesios, no es una por invitación, sino por elección. Dios en su eterno consejo separó y adoptó a aquellos que conformarían su familia (Ef. 1:4-5), de los cuales, los gentiles para los efectos de la circuncisión, de la ley y la promesa, parecían haber quedado excluidos (v.11-12).

Sin embargo, Pablo presenta que en el plan divino, siempre estuvo llamar de entre los gentiles para que fuesen parte de la familia de Dios (Gá. 3:8), acercándolos a sí mismo por la sangre de Cristo (v.13). Por cuanto en su eterno consejo estaba hacer de ambos pueblos un solo pueblo, aboliendo las enemistades y trayendo la paz mediante la cruz (v. 14-15).

De modo que en el eterno plan de Dios, estaba que por medio de Cristo, la cruz, los elegidos, [tanto judíos como gentiles, por cuanto todos eran pecadores (Ro.3:23)], pasasen a ser reconciliados con Dios en un solo cuerpo (v.16). Por consiguiente, Dios no tiene ni dos pueblos, ni dos pactos, pues únicamente por medio de Cristo podrían ser salvos.

Note, que los judíos no tienen una forma diferente de ser salvos. La familia de Dios es en Cristo. El mensaje del evangelio no era exclusivo para un grupo, pues por medio de él, los unos y los otros tendrían entrada por un solo Espíritu al Padre (v.17-18).

Conclusión:

"Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu." (Efesios 2: 19-22).

pastor Gilberto Rufat

viernes, 20 de febrero de 2015

El Pecado y el Perdón 2 - Rev. Rufat

El Pecado y el Perdón - Rev. Rufat

La Ley y el Amor - Rev. Rufat

Somos hechura suya - Efesios 2:10




Pasaje para meditar:

"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." (Efesios 2:10)

Explicación teológica:


Este versículo representa el clímax del mensaje Paulino en la carta a los Efesios. En el mismo, el apóstol resume su enseñanza diciendo que los creyentes son el resultado del soberano plan de Dios. Uno, que fue trazado o predestinado antes de la fundación del mundo para alabanza de su gloria (Ef. 1:4,6).

El verso dice que somos hechura ποίημα, palabra griega que proviene de hacer, de donde se deriva la palabra castellana poema, por ende, denota aquello que es hecho. De manera, que los elegidos son el resultado de la obra de Dios, ya que fueron creados κτίζω, palabra utilizada por los griegos para denotar la fundación de un lugar, de una ciudad o colonia, significa, en las Escrituras, crear, siempre del acto de Dios.

Por consiguiente, ningún creyente en Cristo Jesús es el resultado de la toma de una decisión personal, pues es creación de Dios. Fue Dios, quien según Pablo, nos escogió para que anduviésemos por buenas obras, las cuales claramente son el resultado de lo que éste preparó de antemano. La palabra preparó προετοιμάζω, proviene de “proantes y “etoimazopreparar o disponer, lo que significa que fue Dios quien decidió el destino eterno de los elegidos.

Aplicación:

Cuando estamos conscientes de que somos el resultado de lo que Dios preparó de antemano, no solamente le damos la gloria a Dios en todo, sino que podemos vivir confiados, porque como dijera el apóstol a los filipenses, el que comenzó la buena obra la perfeccionará o terminará (Fil. 1:6) o como le dijera a los romanos, todo obrará para bien a aquellos que conforme a su propósito fueron llamados (Ro. 8:28).

¡ALELUYA!

Pastor Gilberto Rufat
Primera Iglesia Bautista Emanuel en Cleburne, Texas

¿Qué propósito vino a cumplir la ley mosaica?

Introducción  Trataremos brevemente de contestar qué propósito vino a cumplir la ley mosaica, luego de la promesa comunicada por Dios a Ab...