domingo, 31 de agosto de 2014

Inspiración: ¿Cómo fue la Biblia escrita?


Inspiración: ¿Cómo fue la Biblia escrita? 


¿Cómo exactamente fue el trabajo del Espíritu de Dios con los autores para inspirar las Sagradas Escrituras? Cuando nos hacemos esta pregunta, tocamos el tema de la inspiración.
 

La Biblia afirma su inspiración en muchos lugares. Tenga en cuenta, por ejemplo, las palabras de Pablo en 2 Timoteo 3:16, "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia" (RVR). Es evidente que este versículo afirma que Dios es el Autor de toda la Escritura.

Desafortunadamente, la Biblia no nos describe exactamente cómo Dios inspiró a los escritores. ¿Qué papel desempeñaron ellos en la redacción de las Escrituras? ¿En qué medida el Espíritu de Dios les da la libertad de escribir a su manera? Aquellos que han examinado las Escrituras para resolver este problema han propuesto muchas teorías. Cuatro de los más comunes aparecen a continuación.


The Roots of Christian Zionism: How Scofield Sowed Seeds of Apostasy


sábado, 30 de agosto de 2014

La Postmodernidad y Nuestra Sociedad Actual



La posTmodernidad y nuestra sociedad actual
Rev. Gilberto Rufat


Si alguien piensa que los pensamientos son sólo eso, se equivoca. Los pensamientos, una vez aceptados pasan a formar parte de nuestro sistema de creencias, dando paso a todo tipo de emociones y pasiones. Los mismos pasan a formar parte de nuestro patrón de vida o conducta, formando nuestra realidad. Si nuestra sociedad adopta la creencia de que la verdad es relativa a la comunidad en la cual una persona participa, entonces, se establecerá que el punto de vista de todos los sistemas de valores, creencias, estilos de vida y todas las declaraciones deban ser vistas como iguales. Las implicaciones no tardarán en afectar a la iglesia, a la sociedad y en especial, a nuestras familias. A continuación, algunas de estas implicaciones negativas:

Santiago 3:6

"Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno." (Santiago 3:6)

Una de las armas más poderosas para bien o para mal es la lengua. Santiago se refiere con ello, a la manera con la cual nos comunicamos con otros. Ya que es a través de la misma que expresamos lo que hay en nuestro corazón, siendo el medio reproductor del sonido.

El problema está en el corazón y no en la lengua. Por ende, si éste (el corazón) es malvado, lo que hablaremos destruirá y contaminará todo cuanto  tengamos a nuestro alrededor.

Las palabras no se las lleva el viento. Somos dueños de lo que hablamos y esclavos de lo que decimos. Por consiguiente, debemos tener sumo cuidado con lo que decimos. Dios juzgará nuestras palabras y la intención del corazón. Seamos, pues sabios en su uso, pero como, cuidando lo que anidamos en nuestro corazón.

"Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida." (Proverbios 4:23)

Bendiciones y lindo día,

Pastor Gilberto Rufat

viernes, 29 de agosto de 2014

Estudio Bíblico de Romanos 6



Estudio Bíblico: Romanos 6
Rev. Gilberto Rufat


Introducción

El capítulo seis de la carta a los Romanos comienza enfatizando uno de los resultados de la justificación por la fe, el cual consiste en capacitar al creyente para vivir una vida de santidad. Ya que, el creyente en el nuevo nacimiento no es sólo perdonado, sino transformado por el Espíritu Santo para poder vivir una vida agradable a Dios. El punto que el apóstol sostendrá, es que la gracia de Dios en la salvación, la justificación por la fe, es consistentes con el llamado a la santidad. Además, que la libertad del pecado, jamás implicará libertinaje en la vida moral y espiritual de los llamados.

Seguridad de la salvación


Me apartó - Gálatas 1:15

"Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre." (Gálatas 1:15-16)

Conocer a Jesús en la Biblia, no es sinónimo de haber escuchado, tener algún conocimiento acerca de él o como algunos gustan entender, de haberle aceptado. Conocer quién es Jesús es algo que solamente Dios mismo puede revelar al pecador.

Es por esta razón, que Jesús le dijo a Pedro que era Bienaventurado, "porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos." (Mateo 16:17)

Lo mismo vemos en la conversación de Jesús con sus discípulos, luego de la parábola del sembrador. "Y él dijo: A vosotros os es dado conocer los misterios del reino de Dios; pero a los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan." (Lucas 8:10)

Pablo estaba consciente de que el llamado de Dios era individual y que el mismo se centraba en la gracia divina sobre aquellos que en su soberana gracia, Dios eligió y llamó a salvación. Por ende, Pablo estaba convencido de que su encuentro con Cristo (Hechos 9:3-6) no fue casual ni ordinario. Dios decidió revelarse a Pablo por pura gracia.

De ahí que, conocer de Dios sea una cosa y conocer a Dios Hijo, sea otra. Conocer a Jesús es un privilegio que únicamente los elegidos poseen. Por consiguiente, los no creyentes le rechazan porque no le conocen.

Las palabras de Jesús nos muestran esta verdad cuando dice: "Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero." (Juan 6:44)

Ninguno es nadie y le incluye a usted. Si usted ha conocido al Hijo, es porque el Padre se lo reveló. Esto significa que no tomó una decisión por Cristo, pues Dios la predestinó y usted, sólo por la misericordia de Dios y la gracia eficaz del Espíritu Santo le recibió en su corazón.

Pastor Gilberto Rufat

jueves, 28 de agosto de 2014

¿Qué es amar?


¿Qué es amar?

Vivimos en un mundo en donde amar se ha convertido en sinónimo de consentir, por ende, de permitir o de llegar a estar de acuerdo con. En el mismo, la verdad parece ser concebida, a través de sentimientos, pasiones y emociones y no de evidencias sostenibles, admisibles y corroborables. Un mundo, en donde los estándares son cambiados a merced de justificar las acciones injustificadas. Este lugar es donde se rechaza a Dios por proveernos de estándares de sana convivencia, pero a su vez, de manera contradictoria, se alega la legitimidad de los mismos (los mandamientos), cuando alguien los viola y somos nosotros los afectados.

No obstante, vivimos en un sistema en el cual algunos de los antónimos de amar son: odiar, aborrecer y despreciar. Por consiguiente, debe existir una diferencia entre odiar y amar. No hay que ser cristiano para saber que la razón consiste, en que el amor no hace daño, sino que busca evitarlo, mientras que el odio no se interesa en nadie y procura siempre el mayor daño. En otras palabras, el amor no consiste solamente en hacer el bien, sino en evitar el mal. Es así que, la palabra amar es más que demostrar afecto y cariño hacia alguien o algo.

Nadie puede decir que ama a otro, cuando ve que aquel a quien se ama está en peligro o está realizando algo indebido y no hace nada. Además, nadie puede decir que ama a otro, cuando justifica y valida una conducta que propiamente Dios ha establecido como pecado. Algunos, ignorantemente creen que aman cuando le dicen a otro, no te preocupes, sigue adelante con tu vida, pues yo no te juzgo. La realidad consiste en que el que te va a juzgar es Dios. Realmente, ¿podemos llamar a eso amor? NO. Jesús no vino al mundo a consentir con nuestros hábitos pecaminosos, sino a morir en la cruz para llevar sobre sí, el dolor que estos nos causan y a enseñarnos el camino correcto, a fin de poder disfrutar de la vida que él mismo nos concedió. Amar es vivir estando de acuerdo con Dios. El amor de Cristo es transformador, no consentidor, no aprueba el mal, sino el supremo bien.

“Porque: El que quiere amar la vida Y ver días buenos, Refrene su lengua de mal, Y sus labios no hablen engaño; Apártese del mal, y haga el bien; Busque la paz, y sígala. Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones; Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.”(1 Pedro 3:10-12)

Pastor Gilberto Rufat

miércoles, 27 de agosto de 2014

Hebreos 9:14

"¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?" (Hebreos 9:14)

Es lamentable ver, cómo una cantidad considerable de creyentes vive con una conciencia mayor de sus pecados, que lo que significa la muerte de Cristo para sus vidas. Estos viven como si sus delitos y pecados fueran por encima del amor de Cristo ofrecido, mediante su muerte en la cruz. Puesto que no han entendido que en donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia y que ellos son el objeto de tal gracia.

Los hijos de Dios han sido liberados del pecado (redimidos) y totalmente perdonados (justificados) en Cristo. Además, fueron hechos hijos de Dios por decreto divino (adoptados). ¿Para qué? ¿Para vivir lamentándose? NO, sino, para servirle.

Dios resolvió nuestro problema en la eternidad en Cristo y a su debido tiempo envió a su Hijo y por medio del Espíritu Santo fuimos llamados. No obstante, parece que algunos creen que Dios dejó algunos cabos sueltos y éstos, lejos de vivir para Dios viven resolviendo lo resuelto, ¡qué contradicción!

Nuestro llamado es a vivir para Dios en respuesta a su amor. Una vida, en la cual la conciencia de haber sido rescatado, perdonado y hecho su hijo, provoca una profunda convicción y deseo de servirle. Su pasado, quedó atrás, su presente es Cristo y su futuro ya está asegurado. Vivamos con una conciencia apacible, ya que hemos sido redimidos y amados por Dios.

Pastor Gilberto Rufat

lunes, 25 de agosto de 2014

Hijos de Dios y hermanos de Jesús - Hebreos 2:10-11

 "Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos." (Hebreos 2:10-11)

Una verdad reconfortante y alentadora para los creyentes, es aquella que proclama la adopción de los mismos. Aquella que enseña que los creyentes en Cristo son constituidos hijos por elección de Dios Padre, que fueron rescatados por medio del sacrificio de Dios Hijo y que gozan de seguridad por virtud de la obra de Dios Espíritu Santo.

El creyente no es un mero pecador perdonado, es un hijo de Dios adoptado, del cual Jesús mismo no se avergüenza de llamarlo su hermano, según Hebreos 2:11.

Tal vez, nosotros sí sintamos y debamos sentir vergüenza al reconocer que le hemos fallado a Dios. Sin embargo, preste atención a lo que el pasaje dice, que fuimos apartados para ser santificados.

Dios no ha concluido su obra en nosotros. La salvación es sólo el inicio de lo que Dios decidió en la eternidad y finalizará en la eternidad. Dios no deja obras incompletas, pues siempre acaba lo que empieza y se propone. Dios no es como nosotros. Le dijo a Jacob y hoy nos dice a nosotros: " He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. (Génesis 28:15)

Asuma su posición en Cristo y comience a vivir como hijo y no como un mendigo. Siéntese a comer en la mesa y no ande buscando comer de las migajas que caen de la mesa del Padre. Recuerde que, "... Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo." (Gálatas 4:1)

Bendiciones y lindo día,

Pastor Gilberto Rufat

sábado, 23 de agosto de 2014

Los discípulos, ¿nacen o se hacen? - Hebreos 10:38-39


"Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma." (Hebreos 10:38-39)

Los creyente somos justificados por la fe y llamados a vivir por la fe. Para los apóstoles, tomar una decisión por Cristo, como algunos le llaman, por sí misma, no evidenciaba una verdadera conversión. La evidencia real del llamado de Dios para éstos, era la perseverancia en la fe en la vida diaria de los creyentes.

Debemos entender que el llamado de Dios en la gran comisión, no está basado en una simple decisión, sino en el llamado al discipulado. El simpatizante es un mero espectador y aun seguidor, pero como en la parábola del sembrador, por un corto tiempo.

El discípulo es un seguidor de Cristo que asume felizmente el rol de aprendiz, tiene un maestro y está dispuesto a aprender. No asume el rol por un tiempo, sino que reconoce que será un discípulo de por vida. La fe en su vida no es una decisión, sino un estilo de vida.

Mi suegro Domingo, tiene una expresión que suele usar con frecuencia: "esto no es velocidad, sino resistencia." La mayor evidencia del llamado de Dios a salvación en la vida de cualquier persona que se llame creyente, es el factor, perseverancia en la fe.

Ahora bien, ¿es esto contrario a la justificación por la fe? No. Todo lo contrario, quien verdaderamente ha sido justificado por la fe, lo evidenciará a través de una vida de perseverancia. Ya que, el que comenzó la buena obra la finalizará (Filipenses 1:6), a no ser, que Dios nunca la haya comenzado. Dios no salva simpatizantes, sino discípulos  que él mismo llama y salva.

¡Bendiciones!

Pastor Gilberto Rufat

viernes, 22 de agosto de 2014

Aprendiendo a vivir con el Espíritu Santo

Aprendiendo a vivir con el 
Espíritu Santo 
Rev. Gilberto Rufat 

Base Bíblica: Romanos 8:1-27


Introducción 

La Biblia nos llama a vivir una vida agradable a Dios, sin embargo, ésta sólo puede ser alcanzada si aprendemos a vivir en comunión con el Espíritu Santo. Algunos, erróneamente asocian el vivir en el Espíritu con alguna doctrina carismática o pentecostal. No obstante, la doctrina sobre el Espíritu Santo y su obra en el creyente es fundamental para comprender la vida cristiana.

Cuando nos referimos a vivir en el Espíritu, hablamos del control de éste sobre la vida del creyente. Dicho de otra forma, de ser dirigidos por el Espíritu Santo y no por los apetitos de nuestra naturaleza pecaminosa que está viciada “…conforme a los deseos engañosos.” (Efesios 4:22). Dios en su Palabra enseña que cuando éramos hijos de ira como los demás, vivíamos por la carne, éramos influenciados por el mundo y estábamos bajo la potestad del príncipe del aire, Satanás. (Efesios 2:1-3) Por otra parte, en Cristo, el creyente ha sido “librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.” (Colosenses 1:3)

Hebreos 9:15




“Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.” (Hebreos 9:15)

La carta a los Hebreos deja claro que con la muerte de Cristo se inició el Nuevo Pacto. El autor de Hebreos lo expone de la siguiente manera: “Al decir: Nuevo pacto, ha dado por viejo al primero; y lo que se da por viejo y se envejece, está próximo a desaparecer.” (Hebreos 8:13)

El fin del Antiguo Pacto fue profetizado en Jeremías 31:31-34. Ya que, el mismo (el Antiguo Pacto) fue añadido hasta que llegase la simiente (Cristo) a quien fue hecha la promesa en el pacto de Dios con Abraham. El punto que debemos entender es que cuando Dios bendijo a Abram y a su simiente, la promesa fue recibida por la fe de éste y no por la ley, pues la misma no existía. Creo necesario en este punto que consideremos el pasaje de Gálatas 3:16-18 a fin de traer luz en dicho asunto.

“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo. Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa. Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.”

Por ende, el Antiguo Pacto siempre fue temporero, sin embargo, algunos líderes en desconocimiento, lo han hecho eterno, a pesar que la palabra de Dios dice: “Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia (pues nada perfeccionó la ley), y de la introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios.” (Hebreos 7:18)

Los creyentes en Cristo vivimos bajo la seguridad del Nuevo Pacto. Uno, no basado en nuestra disposición y entrega a Dios, sino uno basado en la entrega y en la disposición de Cristo de interceder por los hijos que Dios le dio (Hebreos 2:13).

Pastor Gilberto Rufat

jueves, 21 de agosto de 2014

Romanos 6:1-2



“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” 
(Romanos 6:1-2)

Nadie mejor que Pablo conocía lo que significaba el predicar la doctrina de la salvación por la gracia; desentendimiento y malas interpretaciones. Debemos tener presente, que la razón del desentendimiento estaba arraigada al punto de vista religioso que permeaba dentro de los círculos religiosos judíos. Estos pensaban, que sólo a través del pacto con Israel y mediante una estricta observancia a la ley, los hombres podrían llegar a ser justificados ante Dios (Ro.10:3-5). Por consiguiente, el mensaje de la gracia y la justificación por la fe les parecía contrario al mensaje del Antiguo Testamento. Además, consideraban que el mensaje de la gracia promovía todo tipo de pecados a esperas de la misericordia divina (Ro.3:8).

Sin embargo, el mensaje de la gracia nunca fue utilizado por el apóstol, a fin de justificar el pecado. Ya que dicho mensaje resalta el amor y la misericordia de Dios para con los que se salvan (Ro.5:8). Por consiguiente, la gracia impulsa a los creyentes a la aspiración de una mejor vida. El punto que el apóstol sostendrá en todo el capítulo seis de la carta a los Romanos, es que la gracia de Dios en la salvación, es consistente con el llamado a la santificación. El ser santos no es algo que logramos o escogimos, pues Dios nos separó para él, sin embargo, la santificación es la mayor evidencia de que realmente hemos nacido de Dios. Por ende, la libertad del pecado jamás implicará libertinaje en la vida moral y espiritual de los hijos de Dios. Pablo resume su argumento y exhortación en el verso veintidós:

Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” (Romanos 6:22)

Bendiciones y lindo día,

Pastor Gilberto Rufat

¿Qué propósito vino a cumplir la ley mosaica?

Introducción  Trataremos brevemente de contestar qué propósito vino a cumplir la ley mosaica, luego de la promesa comunicada por Dios a Ab...