¿Es necesario romper con pecados generacionales?
Rev. Gilberto M. Rufat
Introducción
Bendiciones hermanos…
Rev. Gilberto M. Rufat
Base Bíblica: Deuteronomio 5:9“No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y que hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.”
Introducción
Actualmente se escriben infinidad de libros sobre cómo romper con pecados y maldiciones generacionales en la familia, en una ciudad y aún personales. Dichos libros están basados en la creencia, de que el pecado abre las puertas a la actividad demoniaca, de manera tal, que dicho demonio o los demonios podrían pasar de padres a hijos por generaciones. Algo parecido sucedió, cuando los demonios le solicitaron permiso a Jesús para salir del endemoniado gadareno y entrar en el ato de cerdos (Marcos 5:1-13). No obstante, ninguna buena hermenéutica (interpretación) de dicho pasaje puede conducir a tal creencia. En el Antiguo Testamento no se instruye a nadie para romper con pecados generacionales, como si fueran demonios. La demonología esta contenida en de la Biblia, pero aún en el Nuevo Testamento en ninguna parte se nos manda a luchar contra demonios generacionales, sino más bien a reprender a los demonios en el caso de una posesión (Lucas 10:19). Pero sobre todo, a colocarnos toda la armadura de Dios para poder resistir todo dardo del enemigo (Efesios 6:10-18).
El Nuevo Testamento nos dice que los falsos maestros son los que enseñan tales prácticas, pues ni aún los ángeles de Dios andan profiriendo juicios de maldición sobre entidades malignas.
“No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales.” (Judas 8-10)
La realidad es que ninguna oración o rito religioso puede romper lo que estamos viviendo al presente, si éste forma parte de nuestro estilo de vida. No espere la bendición de Dios, echándole la culpa al pasado, cuando no se vive a Dios en todo lo que hacemos y somos. Nada puede acontecer en su vida personal, familiar, ni en la sociedad, en donde no existe un verdadero arrepentimiento, que conduzca al rechazo de todo pecado y a la búsqueda de Dios en obediencia.
La expresión en Deuteronomio 5:9: “que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” ¿significa que existen pecados que se transfieren de manera automática de generación a generación? No.
El punto central es que Dios quería dejarle saber a su pueblo Israel, acerca de la gravedad de la idolatría así como de otro tipo de prácticas, las cuales de ellos permitir, traerían todo tipo de consecuencias sobre sí mismos y sus generaciones. El texto es más bien un llamado a darnos cuenta que nuestras acciones rara vez nos perjudican sólo a nosotros.
Existían dichos o refranes en donde la creencia del pueblo israelita, en el tiempo del profeta Ezequiel consistía en que los hijos pagarían el pecado de su padre y del mismo modo, el pecado de la madre a la hija.
“He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal la hija.” (Ezequiel 16:44)
“¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.” (Ezequiel 18:2-4)
Dios aclaró, a través del profeta Ezequiel, que cada persona sería responsable de su propio pecado.
“Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.” (Ezequiel 18:19-20)
La tendencia general de los seres humanos es a copiar el patrón o modelo de conducta de los padres en el hogar. Por consiguiente, aunque la semilla de la maldad puede ser pasada a otras generaciones, no obstante, no es determinante. Si alguien se levantaba dentro de la próxima generación, pero en su corazón estaba el hacer el bien, Dios bajo ninguna circunstancia le atribuiría responsabilidad sobre el pecado de sus padres.
Consideremos tres puntos que resaltan en Deuteronomio 5:9:
1. Toda idolatría es abominación ante Dios.
Para Dios, es abominación toda idolatría. Por idolatría nos referimos a todo aquello que intentemos colocar para sustituir el lugar de Dios en nuestra vida personal, demandando nuestro tiempo, entrega, así como también nuestra adoración. El pueblo de Dios únicamente debía buscar ser guiado por Dios.
2. Todo pecado primero es contra Dios y de igual modo, contra el prójimo.
Dios deseaba dejarle saber a su pueblo que aunque todo pecado primero es contra él, también lo sería contra su prójimo. Por lo que, no hay manera de pecar contra Dios, sin que ello afecte nuestra vida y la de los demás. Los hijos de Dios debían caminar o conducirse con sentido de responsabilidad. Dios quería impregnar en ellos un sentido de sociedad o comunidad y no de individualidad.
3. La misericordia no es algo que merecemos.
Si algo es sumamente claro en la Biblia, es que la misericordia no es algo que merecemos, por ende, no debemos tomarla en vano. Debemos recordar que Dios no tiene por qué ser misericordioso. Los hijos de Dios debían vivir vidas en respuesta a la gracia y favor divino para con ellos y de lo contrario, debían atenerse a las consecuencias.
“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
La contestación a la pregunta, ¿es necesario romper con pecados generacionales? es NO. Lo que sí debemos es disponernos a ser de bendición a nuestra generación, para que nuestra fe, como ejemplo pueda impactar la vida de nuestros hijos. Muestra de ello, lo vemos en el testimonio tanto de Loida, como de Eunice en el joven pastor Timoteo.
“trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 2:15)
Cristo, en el nuevo testamento declara que él llevó y quitó toda maldición para que sus hijos vivan en paz con él.
Gálatas 3:13-14 "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu."
Es nuestra responsabilidad el ser ejemplo y dejar un legado de fe a nuestra generación, no sea que suceda como en el tiempo de los jueces en el cual se dice:
“Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel.” (Jueces 2:10)
El Nuevo Testamento nos dice que los falsos maestros son los que enseñan tales prácticas, pues ni aún los ángeles de Dios andan profiriendo juicios de maldición sobre entidades malignas.
“No obstante, de la misma manera también estos soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando con él por el cuerpo de Moisés, no se atrevió a proferir juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda. Pero éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales.” (Judas 8-10)
La realidad es que ninguna oración o rito religioso puede romper lo que estamos viviendo al presente, si éste forma parte de nuestro estilo de vida. No espere la bendición de Dios, echándole la culpa al pasado, cuando no se vive a Dios en todo lo que hacemos y somos. Nada puede acontecer en su vida personal, familiar, ni en la sociedad, en donde no existe un verdadero arrepentimiento, que conduzca al rechazo de todo pecado y a la búsqueda de Dios en obediencia.
La expresión en Deuteronomio 5:9: “que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen” ¿significa que existen pecados que se transfieren de manera automática de generación a generación? No.
El punto central es que Dios quería dejarle saber a su pueblo Israel, acerca de la gravedad de la idolatría así como de otro tipo de prácticas, las cuales de ellos permitir, traerían todo tipo de consecuencias sobre sí mismos y sus generaciones. El texto es más bien un llamado a darnos cuenta que nuestras acciones rara vez nos perjudican sólo a nosotros.
Existían dichos o refranes en donde la creencia del pueblo israelita, en el tiempo del profeta Ezequiel consistía en que los hijos pagarían el pecado de su padre y del mismo modo, el pecado de la madre a la hija.
“He aquí, todo el que usa de refranes te aplicará a ti el refrán que dice: Cual la madre, tal la hija.” (Ezequiel 16:44)
“¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.” (Ezequiel 18:2-4)
Dios aclaró, a través del profeta Ezequiel, que cada persona sería responsable de su propio pecado.
“Y si dijereis: ¿Por qué el hijo no llevará el pecado de su padre? Porque el hijo hizo según el derecho y la justicia, guardó todos mis estatutos y los cumplió, de cierto vivirá. El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.” (Ezequiel 18:19-20)
La tendencia general de los seres humanos es a copiar el patrón o modelo de conducta de los padres en el hogar. Por consiguiente, aunque la semilla de la maldad puede ser pasada a otras generaciones, no obstante, no es determinante. Si alguien se levantaba dentro de la próxima generación, pero en su corazón estaba el hacer el bien, Dios bajo ninguna circunstancia le atribuiría responsabilidad sobre el pecado de sus padres.
Consideremos tres puntos que resaltan en Deuteronomio 5:9:
1. Toda idolatría es abominación ante Dios.
Para Dios, es abominación toda idolatría. Por idolatría nos referimos a todo aquello que intentemos colocar para sustituir el lugar de Dios en nuestra vida personal, demandando nuestro tiempo, entrega, así como también nuestra adoración. El pueblo de Dios únicamente debía buscar ser guiado por Dios.
2. Todo pecado primero es contra Dios y de igual modo, contra el prójimo.
Dios deseaba dejarle saber a su pueblo que aunque todo pecado primero es contra él, también lo sería contra su prójimo. Por lo que, no hay manera de pecar contra Dios, sin que ello afecte nuestra vida y la de los demás. Los hijos de Dios debían caminar o conducirse con sentido de responsabilidad. Dios quería impregnar en ellos un sentido de sociedad o comunidad y no de individualidad.
3. La misericordia no es algo que merecemos.
Si algo es sumamente claro en la Biblia, es que la misericordia no es algo que merecemos, por ende, no debemos tomarla en vano. Debemos recordar que Dios no tiene por qué ser misericordioso. Los hijos de Dios debían vivir vidas en respuesta a la gracia y favor divino para con ellos y de lo contrario, debían atenerse a las consecuencias.
Conclusión
Si queremos cambios en nuestra vida, debemos hacer pacto con Dios como lo hizo Josué en Josué 24:15:“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová.”
La contestación a la pregunta, ¿es necesario romper con pecados generacionales? es NO. Lo que sí debemos es disponernos a ser de bendición a nuestra generación, para que nuestra fe, como ejemplo pueda impactar la vida de nuestros hijos. Muestra de ello, lo vemos en el testimonio tanto de Loida, como de Eunice en el joven pastor Timoteo.
“trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” (2 Timoteo 2:15)
Cristo, en el nuevo testamento declara que él llevó y quitó toda maldición para que sus hijos vivan en paz con él.
Gálatas 3:13-14 "Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu."
Es nuestra responsabilidad el ser ejemplo y dejar un legado de fe a nuestra generación, no sea que suceda como en el tiempo de los jueces en el cual se dice:
“Y toda aquella generación también fue reunida a sus padres. Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel.” (Jueces 2:10)
Bendiciones hermanos…
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