Rev. Gilberto M. Rufat
Base Bíblica: 1Corintios
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Introducción
Existen
dos fuerzas poderosas en el mundo de las relaciones interpersonales; el amor y
el odio. Con una soñamos y edificamos, con la otra recordamos y destruimos. Los
cristianos somos llamados a seguir el amor.
En el capítulo doce de 1Corintios, el
apóstol Pablo resalta la unidad del cuerpo de Cristo, esto es la Iglesia, a pesar
de su diversidad en miembros y funciones. En la iglesia de Cristo, existe
unidad de propósito dentro de una diversidad de funciones. Todos los llamados
por Cristo Jesús son unidos dentro de su cuerpo por un solo Espíritu, en donde
la actividad o función propia de cada miembro es vital para el resto del
cuerpo. Luego, el apóstol pasa a mostrar que aunque los dones suplen para las
necesidades de los santos, tales dones por sí solos, no pasarán de ser un
servicio o una actividad realizada, sino son operados o realizados en amor.
En
el capítulo trece de 1Corintios, Pablo
comienza con una hipérbole poética para mostrar que el trabajo más duro, la
entrega más dada y la expresión más sublime, no pueden sustituir la obra del
amor. El amor presentado no es natural al corazón humano caído, sino que es
divino en origen. El mismo es el amor (ágape) de Dios, que nos fue dado por el
Espíritu Santo (Ro.5:5) y que es evidenciado o manifestado por medio de una
vida en el Espíritu (Gá.5:22).
La razón e importancia de dicho tema
en 1Corintios, era debido a la carencia del fruto del amor entre los hermanos, quienes
a pesar de contar con todos los dones necesarios para la edificación del cuerpo
de Cristo, así también como los de la expansión del ministerio, vivían en continuas
contiendas. Las divisiones que evidenciaban sobre a cuáles hombres seguir y sus
constantes peleas, entre otros, evidenciaban la carencia de este don. No existe
mayor fuerza de cohesión en una relación, que la del amor.
1- La Necesidad de Ser Entendidos
“1Si yo hablase lenguas humanas y
angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que
retiñe.”
Pablo
utiliza una hipérbole, para presentar el hecho de que de nada nos sirve el
poder dominar muchos idiomas o aún hablar como los ángeles, si nadie con ello nos
entiende. El mensaje del evangelio debe ser uno que pueda ser comprendido por
aquellos que nos escuchan. No existe mejor lenguaje, que aquel que se expresa
con amor, a través de lo que se hace. El
verdadero amor habla claro, no esconde nada y desea ser entendido.
Es importante entender que Pablo no
está tratando de establecer que existiera algún tipo de lenguaje angelical dentro
de la Iglesia de los Corintios, sino que hizo uso de una hipérbole poética para
enfatizar el mensaje que deseaba comunicar:
A) Pablo expone que en la Iglesia prefería
hablar cinco palabras con entendimiento que diez mil en un lenguaje no
entendible. (1Co.14:18-19)
B) Aun cuando los ángeles llevaron el
mensaje de Dios a los hombres, éste no fue uno confuso, sino entendible.
(1Co.14:9-10)
C) Lo importante no es la lengua que se
usa, sino el mensaje comunicado. (1Co.14:6)
D) Además, en el capítulo catorce de la primera
carta a los Corintios, Pablo deja claro que las lenguas son testimonio a los
incrédulos y no a los creyentes. (1Co.14:21-22)
2- El Conocimiento Solo, no Basta
“2Y si tuviese profecía, y entendiese
todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase
los montes, y no tengo amor, nada soy.”
¿De
qué sirve saber mucho, si esto no toca o afecta la vida de otros? La
predicación o enseñanza del evangelio no consta en dejarle saber a los demás lo
que comprendemos o sabemos sobre la Biblia. El evangelio se centra en Jesucristo
como el plan de Dios y en la transmisión del mismo como prioritario, de manera
tal, que los creyentes puedan ser edificados. Un mensaje lleno de arrogancia o
de altivez a nadie edificará ni tocará.
3- El Sacrificio y la Entrega, no lo Son Todo
“3Y si repartiese todos mis bienes para
dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no
tengo amor, de nada me sirve.”
El
deseo de ser vistos o reconocidos por lo que hacemos no cambiará a nadie. No
somos nosotros los que debemos lucir, sino Cristo.
4- Características del Amor que Edifica
4El amor es
sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se
envanece;
1) Sufrido – es paciente.
2) Benigno – es puro en su intención.
3) No tiene envidia – se goza y complace en la superación
de los demás. No tiene celos.
4) No es jactancioso – el verdadero amor no tiene como
finalidad el evidenciar ser mejor que aquel a quien se ama.
5) No se
envanece – no
se vanagloria, no es soberbio y no busca reconocimiento.
“5no hace nada indebido, no busca lo
suyo, no se irrita, no guarda rencor”
6) No hace
nada indebido
- no es indecoroso o impropio. Busca el bien.
7) No busca lo suyo – no es egoísta, no busca o va en pos
de lo suyo.
8) No se
irrita – no
es susceptible al estado de ánimo o a las circunstancias, no es grosero
ni hostil.
9) No guarda
rencor – no anida
malos recuerdos. No lleva cuenta de los males que ha
sufrido.
“6no se goza de la injusticia, mas se
goza de la verdad.”
10) No se
goza de la injusticia – no se alegra del infortunio o del dolor
ajeno.
11) Se goza de la verdad - se muestra, tal cual es. No engaña u
oculta la realidad.
“ 7Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta.”
12) Todo lo sufre – se muestra fuerte ante el
sufrimiento. Está dispuesto a perdonar.
13) Todo lo
espera – no
es dado al desánimo. Confía en que Dios hará.
14 Todo lo soporta –es firme y constante.
“8El
amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas,
y la ciencia acabará.”
15) Nunca
deja de ser – el
verdadero amor proviene de Dios, es fruto de una vida en el
Espíritu Santo y trascenderá a la eternidad, ya que Dios es amor.
“9Porque
en parte conocemos, y en parte profetizamos; 10mas cuando venga lo
perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. 11Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era
de niño. 12Ahora vemos por
espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte;
pero entonces conoceré como fui conocido. 13Y ahora permanecen la
fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.”
Los dones tendrán fin. Habrá un
momento, cuando estemos en su presencia, que nadie necesitará de ellos, pero el
amor permanecerá.
Conclusión
La mayor evidencia de la plenitud de
Dios en la vida de la Iglesia, en nuestra vida personal, marital, familiar y social,
no son los dones recibidos, los talentos que poseemos o las habilidades que
tengamos, sino el uso que les damos para el beneficio de otros, en amor.
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