lunes, 16 de junio de 2014

Una Nueva Oportunidad - Lección #6



Lección #6 

Una Nueva Oportunidad
  “…vete, y no peques más.”
Por: Rev. Gilberto Rufat  

Base Bíblica: Juan 8:1-11 

 Introducción

Después que Jesús invitara a los sedientos a acudir a él para beber agua de vida, se fue al monte de los Olivos y la multitud se marchó a sus casas (Jn.7:37-38). Al otro día, subió al templo de mañana y les enseñaba sentado. Entonces, unos judíos, quienes le buscaban para tentarle, trajeron consigo a una mujer sorprendida en el acto mismo de adulterio. Lamentablemente existen personas dispuestas a utilizar, ridiculizar y aún a avergonzar a otros, sólo con tales propósitos. Estos, son personas con una mentalidad como la de Maquiavelo, los cuales creen que el fin justifica los medios y los que están muy dispuestos a señalar la paja del ojo ajeno, sin primero haber considerado la viga del suyo (Mt.7:1-5). Los mismos son hipócritas religiosos que no son movidos por la misericordia, ya que son movidos por el odio y el celo (Stg.2:13), cuyo propósito no es el cumplimiento de la ley de Dios, sino el de sus propios caprichos y obstinaciones.
Estos fariseos y escribas, según el versículo seis, buscaban una ocasión para hacer caer a Jesús. Airados por el éxito de Jesús y frustrados por su incapacidad de librarse de él, aprovecharon aquella oportunidad para ponerle en una posición difícil frente al pueblo, sin entender que el llamado a beber de él, era para todos y no para unos pocos. Así que se presentaron ante él con una mujer sorprendida en adulterio y le hicieron una pregunta: 
“le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” (Juan8:4-5)


I. El Panorama de la Tentación

1- Si Jesús la perdonaba, le acusarían de violar la ley de Moisés (Lv.20:10; Dt.22:22-24).

2- Si Jesús la condenaba, le acusarían de querer usurpar el poder y la autoridad del gobierno romano, el cual había suprimido para sí mismo, el derecho a la pena capital (Jn.18:31).

Es importante hacer notar que no trajeron consigo al varón. Únicamente les importaba hacer fallar a Jesús y no el cumplimiento de la ley. Sin embargo, la Biblia indica que Jesús inclinándose en tierra escribía, mientras era acosado por los escribas y fariseos para que contestase. Cuando insistieron, se incorporó y les dijo: 


“...el que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Jn 8:7)


II. La Respuesta de Jesús

1. Jesús no negó que aquel pecado mereciera la muerte.

“Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” (Jn.8:7) 

Lo que Jesús les señaló en sus conciencias era su propia falta de santidad para llevar a cabo tal justicia, exponiéndoles de esta manera al hecho de que todos somos pecadores, sin distinción de pecados.

2. Jesús no minimizó la falta de la mujer.

“…Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno…” (Jn.8:10-11)

Jesús, no minimizando la falta de la mujer, mostró misericordia. Juicio es lo que merecemos como pecadores (Romanos 6:23), sin embargo, Jesús quiso manifestar misericordia, lo que no merecemos.

3. El arrepentimiento y la gracia divina conducen a una nueva manera de vivir.

Jesús no perdonó a la mujer sin llevarla a considerar su falta y la necesidad de arrepentimiento. Le dijo: 


“…vete, y no peques más.” (Jn.8:11) 

El verdadero arrepentimiento produce la necesidad de un cambio en nuestra manera de vivir.


III. Acusados por su Conciencia


1. ¿Qué es la conciencia?

Llamaremos a la conciencia, la voz interna del alma, al sentido moral de lo correcto y lo incorrecto, presente, en mayor o menor grado, en todos los seres humanos (Ro 2.15). Juan dice que, “enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más (v.v.10-11). Jesús no obró solamente en la conciencia de los fariseos y escribas, sino que con aquella pregunta y respuesta, buscaba tocar el corazón de aquella mujer. Precisamente, la salvación viene cuando Dios nos permite entender por obra y gracia del Espíritu Santo, que estamos perdidos y nos conduce al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo como salvos.

2. Sólo Jesús nos puede condenar o salvar.

El único que podía condenarla y arrojarle la primera piedra, quiso tener misericordia. La Biblia expresa que Jesús no vino a condenar al mundo, puesto que vino a salvarlo. Entonces, ¿por qué la Biblia habla de condenación?, ¿cuál es la condenación? La Palabra expone lo siguiente: “Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Jn.3:19-20).

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Jn.5:24). 
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu” (Ro.8:1).

Conclusión 

Existe un día en que no serán las multitudes quienes nos amonestarán y avergonzarán, ya que cada uno tendrá que comparecer ante Dios para ser juzgado. Ojalá que cuando ese día acontezca nos hayamos arrepentido de nuestros pecados, habiéndonos tornado ante el único que podrá librarnos del castigo y la condenación del pecado. El mismo apóstol Juan, posteriormente en el libro de Apocalipsis escribió:

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apc.20:11-15).

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