martes, 10 de junio de 2014

¿Quiénes forman parte del Israel de Dios?

¿Quiénes forman parte del Israel de Dios?
 Por: Rev. Gilberto Rufat 

Base Bíblica: Gálatas 6:16

  “Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.”  

Introducción 

La mayoría de los creyentes tiene confusión con relación a quién es el pueblo de Dios. Unos creen que es la nación de Israel, algunos piensan que es la iglesia, mientras que otro grupo sostiene que son ambos. En este corto escrito pretendo demostrar con claridad y con evidencia bíblica, que Dios tiene un sólo pueblo, que está compuesto por judíos y gentiles y que éste fue el plan y el decreto de Dios desde antes de los siglos. 

Cuando damos una mirada a la historia del Antiguo Testamento, la misma parece resaltar que Israel como nación, es el pueblo elegido de Dios. La mayoría de los creyentes no tiene ningún problema en reconocer que Dios eligió un pueblo para él y presumimos que ese pueblo es Israel como nación. Ahora, ¿fue a Israel como nación lo que Dios escogió para sí o fue a individuos a los que Dios llamó y escogió para que pasaran a ser su pueblo, Israel? En otras palabras, ¿Dios escogió a todas las personas dentro de un pueblo o llamó y apartó desde el principio a individuos para que fuesen parte de lo que sería su pueblo?

¿Quién es el Israel de Dios? La pregunta parece ser una sin sentido, pues todos los nacidos en Estados Unidos son estadounidenses, así como todos los nacidos en Méjico son mejicanos, por ende, concluimos que todos los nacidos en Israel, son israelitas. Trataré de manera breve de aclarar la confusión que creo existe entre el pueblo cristiano sobre quiénes conforman, según la Biblia, el Israel de Dios.

En el campo de las matemáticas como en el del razonamiento lógico, usted no puede esperar un resultado correcto o una contestación coherente o válida, si se parte de una o más premisas equivocadas. Por consiguiente, será necesario definir y aclarar conceptos, a fin de poder entender dicho tema. 



I. Definamos lo que significa Israel y cómo se empleó el término en la Biblia.

Para empezar, presumimos que la Biblia enseña un concepto de Israel centrado en una nación como lo es Estados Unidos y Méjico, entre otros. Sin embargo, el origen del nombre Israel no tuvo ese significado o uso, sino hasta cierto tiempo después. La palabra “Israel” proviene del cambio de nombre que Dios le dio a Jacob.

“Y se levantó aquella noche, y tomó sus dos mujeres, y sus dos siervas, y sus once hijos, y pasó el vado de Jacob. Los tomó, pues, e hizo pasar el arroyo a ellos y a todo lo que tenía. Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba. Y cuando el varón vio que no podía con él, tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba. Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices. Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob. Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.” (Génesis 32:22-42)

El nombre Israel significa el que pelea con Dios o aquel con quien Dios pelea. Así que éste es el verdadero origen del nombre Israel. Eventualmente, Jacob o Israel tuvo 12 hijos, los cuales pasaron a ser llamados las 12 tribus de Israel o los hijos de Israel. Con el paso del tiempo, el nombre Israel pasó a designar a toda la descendencia de Jacob en tierra de Egipto. De ahí que les llamemos israelitas. Sin embargo, no podemos olvidar que la promesa del pacto le fue dada a Abraham y no a Jacob, el cual era el abuelo de Jacob. Por ende, es necesario ir al génesis o al principio de todo para entender cuál fue la promesa y sobre quiénes se manifestaría dicha promesa por la que serían bendecidos.



II. La base y extensión de la promesa a Abraham

Los judíos entendieron que por ser descendientes de Abraham, en términos sanguíneos o genealógicos, eran parte del pueblo de Dios. No obstante, una mirada al libro de Génesis demuestra lo contario. Desde el principio, vemos a Dios determinando sobre quiénes residiría la promesa del pacto. A Abraham se le dijo que en Isaac recaería la promesa y no en Ismael. Luego, cuando la esposa de Isaac, Rebeca concebiría gemelos, se le dijo que el mayor serviría al menor. La simiente del pacto fue a través de Jacob y no de Esaú. Aun cuando la Biblia nos dice que Jacob amaba a su hijo mayor con Raquel, José, la simiente del linaje continuó a través de Judá. De forma tal, que podemos ver a Dios actuando de manera soberana sobre quiénes recaería la promesa y por ende, la bendición.

El apóstol Pablo, siendo judío, en la carta a los Gálatas dice que los hijos de Abraham son sólo los hijos conforme a la fe, esto es, que solamente los que creerían como Abraham al llamado de Dios, pasarían a ser el pueblo de Dios.

A. La simiente no era Abraham, sino Cristo.

El problema consiste en comprender quién representaba la simiente a quien fue hecha la promesa. Algunos cristianos creen que la simiente hace referencia a toda la descendencia de Abraham. No obstante, Pablo argumenta en la epístola a los Gálatas de la siguiente manera:

“Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.” (Gálatas 3:16)

La simiente, según el apóstol Pablo, representa sólo a los elegidos por gracia divina en Cristo, a todos los que serían llamados a la fe, los cuales responderían al llamado eficaz. Sin duda alguna, este hecho es evidenciado aun mediante el relato histórico a través de todo el libro de Génesis. Nótese que hablamos de Israel como el pueblo elegido por Dios en el Antiguo Testamento sin ningún problema excepto si trasladamos la misma línea de pensamiento al Nuevo Testamento. Allí es donde algunos se niegan a ver, la continuidad del plan de Dios y su determinación sobre los elegidos.

B. Los hijos del pacto lo serían mediante la promesa y no por voluntad humana.

Los hijos del pacto pasarían a serlo como lo fue Isaac. Observe bien que de una misma simiente, en Abraham había dos líneas; la de Ismael, sin promesa y la de Isaac, con promesa. En la epístola a los Gálatas, Pablo presenta a los dos hijos de Abraham como una alegoría de quiénes heredarían y quiénes no.

“Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” Gálatas 4:21-31)

El nacimiento de Ismael fue planificado y ejecutado por disposición humana, pero el milagro de Isaac lo fue por voluntad y promesa divina. Y aunque Abraham le insistió a Dios para que bendijera a Ismael con la bendición que Dios había dicho recaería solamente sobre Isaac, Dios se negó a hacerlo. Además, le mando a que despidiera a Agar y a Ismael de su tierra.

“18Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. 19Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él. 20Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación. 21Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.” (Génesis 17:18-21)

C. Sólo los creyentes son herederos y forman el verdadero pueblo de Dios.

La Biblia afirma con toda claridad que los hijos de Dios son solamente aquellos que responden mediante la fe al llamado de la gracia de Dios.

“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.” (Gálatas 3:6-9)

Pablo asegura en Gálatas, que de la misma forma en que Abraham fue justificado al creerle a Dios, de la misma manera, todos los creyentes pasan a ser hijos de Abraham. Pablo añade además, que Dios quiso mostrar de antemano que los gentiles que creerían también pasarían a conformar el pueblo de Dios. El apóstol expone que a Abraham se le dio la promesa cuando aún no había sido circuncidado, “previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles”, esto es, “mostrando Dios que había de salvar también a algunos dentro de los gentiles”. De manera que, no son todos los descendientes de Abraham los hijos de Dios, sino los que creen por gracia divina, de los cuales, los gentiles que también han creído forman parte del mismo pueblo. Esto está tan claro para Pablo, que él mismo concluye su carta a los Gálatas 6:15-16 diciendo:

“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación. Y a todos los que anden conforme a esta regla, paz y misericordia sea a ellos, y al Israel de Dios.”


III. ¿Quiénes conforman el Israel de Dios?

Ahora, si todos los descendientes de Abraham eran hijos y herederos de la promesa de la vida, ¿por qué no todos creyeron en Jesús? El apóstol, en la carta a los Romanos se vio en la necesidad de responder a esta interrogante. ¿Eran los judíos los hijos de Dios o era que Jesús no era el Mesías y por ende, le habían rechazado? ¿Había fallado Dios?


“1Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, 2que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. 3Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne 4que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; 5de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén” (Romanos 9:1-5)

Pablo inicia el capítulo con una profunda carga y dolor en el corazón por sus hermanos, los que son sus parientes, según la carne, los israelitas. Su amor es tal, que desearía ser él mismo anatema, separado de Cristo, por amor de sus hermanos. Presumo que en términos generales e independientemente del punto de vista doctrinal que asumamos respecto a la salvación, todo cristiano puede sentir empatía con el dolor de Pablo y hacerse eco de sus palabras, por amor también de los suyos. Pero la realidad es que no está en nuestras manos la salvación, sino en Dios. La razón de la soberana gracia de Dios en la elección nunca nos es revelada. Solamente sabemos que Dios en su libre voluntad decidió quiénes se salvarían.

En 1Pedro 1:2, Pedro le escribe a los creyentes expatriados, independientemente del lugar donde se encontrasen y les dice que habían sido:


“elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”.

El significado de elegidos del griego “eklektós” es selecto; por implicación: elegir, elegido, escoger, escogido. Observe que dice “elegidos según su presciencia”. La palabra presciencia del griego “prógnosis” significa pensamientos por adelantado, conocimiento anticipado. De ahí que el pensamiento es que Dios los conoció de antemano y los eligió para salvación.

Es importante que los que se oponen a la doctrina de la elección, únicamente por parecerle injusta e ilógica deberían meditar en las palabras de Job en el capítulo 23:13-15 cuando dice: 


“Pero si él determina una cosa, ¿quién lo hará cambiar? Su alma deseó, e hizo. El, pues, acabará lo que ha determinado de mí; Y muchas cosas como estas hay en él. Por lo cual yo me espanto en su presencia; Cuando lo considero, tiemblo a causa de él”.

¿Había fallado la palabra de Dios o habían fallado los judíos? Pablo contesta que Dios nunca ha fallado. El problema consiste según Pablo, en no entender quiénes forman el verdadero pueblo de Dios. El pensamiento judío era que por ser israelitas, eran parte del Israel de Dios o por ser descendientes de Abraham, eran hijos de la promesa, a lo que el apóstol contesta que la descendencia de los hijos de Dios no era por genealogía. Los hijos de Dios no lo son según la carne, sino, según la promesa. Lo que Pablo está diciendo con toda claridad es que no por ser descendientes de Abraham eran herederos del pacto.


“6No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, 7ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia 8Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes”

Conclusión

Dios no tiene dos pueblos, así como tampoco tiene dos medios diferentes para poder ser salvos.
“14Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.” (Efesios 2:14-16)

El único medio que Dios proveyó para aquellos que heredarían la salvación es Cristo. De forma tal, que sólo los que responden a la gracia divina mediante la fe, pasan a ser parte del pueblo de Dios, a lo cual fueron elegidos y llamados mediante el Espíritu Santo de Dios.

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