Vivimos en un mundo donde amar se ha convertido en sinónimo de consentir, por ende de permitir. No obstante, algunos de los antónimos de amar siguen siendo, odiar, aborrecer y despreciar. Es evidente que existe una clara diferencia entre odiar y amar. Pero, ¿de dónde proviene el concepto amor y por qué es diferente al odio?
No hay que ser cristiano para saber que la razón consiste en que el amor no hace daño, sino que busca evitarlo, mientras que el odio no se interesa en nosotros y procura el mayor daño. En otras palabras, el amor proviene no sólo de hacer el bien, sino de evitar el mal. Así que amar no es únicamente mostrar afecto, sino también corregir, guiar y reprender porque se considera el dolor de otros como el nuestro.
Nadie puede decir que ama, cuando ve a otro haciendo algo indebido (lo que Dios claramente ha dicho que es pecado) y le dice no te preocupes, sigue adelante con tu vida, pues yo no te juzgo. ¿Podemos llamar a eso amor? NO. Jesús no vino al mundo a consentir con nuestros hábitos pecaminosos, sino a morir en la cruz para llevar sobre sí, el dolor que éstos nos causarían y a enseñarnos el camino correcto, a fin de poder disfrutar de la vida que él mismo nos concedió.
pastor Gilberto Rufat
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