domingo, 22 de junio de 2014

BASE BÍBLICA PARA LA LIBERTAD RELIGIOSA



 Ensayo sobre la Base BÍBLICA para la libertad religiosa,
basado en el libro de Anderson, Justo. 
Historia de los Bautistas, Tomo I: Sus Bases y Principios.

Por: Rev. Gilberto Rufat


Introducción

Como bautista, creo firmemente, que nadie debe ser coartado de abrazar alguna fe religiosa por presión; intimidación o imposición. Dios no obligó a los hombres a adorarle, aunque ciertamente lo merecía y esperaba, de modo, que sobre la base de ello, seremos juzgados (Ro.1:18-20). Es de conocimiento general que la doctrina de la libertad religiosa se desarrolló dentro del ámbito histórico de la búsqueda de la libertad por aquellos creyentes que entendían tenían el derecho a diferir de las enseñanzas y dogmas impuestos por la Iglesia Católica Apostólica y Romana y en el caso de los Separatistas en Inglaterra, por la Iglesia Anglicana. Reconozco que querían servir a Dios dentro de la forma y manera que entendían era bíblicamente correcta, sin correr el peligro de ser condenados o marginados por el estado o la iglesia. Sin embargo, es necesario tener cuidado en cómo tratamos el tema y cuál es el fundamento bíblico adecuado, no sea que queriendo justificar la libertad religiosa, abramos las puertas al libertinaje y a la confusión religiosa.


La Imagen de Dios

Anderson afirma que los bautistas crearon “las formas de la libertad” (pág.74), no sé si la misma presenta un problema en su traducción, pero sería correcto si dijera, que los bautistas reconocieron tal derecho y no que lo crearon. Éste reconoce que los bautistas están obligados a presentar y a sostener con claridad el fundamento sobre el cuál basan su convicción. Sin embargo, el autor reconoce que “el estudio exegético y analítico de la Biblia no revela una doctrina de libertad religiosa bien elaborada.” (pág.74) No obstante, él afirma que el principio se encuentra implícito y no explícito en la Biblia.

La primera afirmación que Anderson presenta para sostener la libertad religiosa y en la que baso o fundamento mi ensayo, está contenida dentro del concepto de lo que implica tener la imagen de Dios en el hombre. Según éste, la imagen de Dios en el hombre representa su capacidad para razonar, elegir y dirigirse a sí mismo de manera consciente. En este punto empiezo a estar en desacuerdo con Anderson, ya que Dios no le dio al hombre la libertad de decidir por sí mismo cómo quería vivir. La libertad conferida por Dios al hombre en el huerto, no incluía la desobediencia; la libertad con la cual Dios nos creó, nos brindaba la oportunidad de darle gracias y de poder servirle. La libertad no es concebible sin la verdad, así tampoco, sin la obediencia a la misma. Por consiguiente, debemos tener mucho cuidado al afirmar que Dios nos dio derecho a decidir por nosotros mismos, pues dicho derecho estaba y está limitado o enmarcado dentro de la soberanía de Dios.

Anderson expone que “Dios declaró la libertad inherente del hombre.” (pág.74) y que por tal razón, es tan sagrada que Dios mismo la respeta y rehúsa imponer su voluntad sobre ella. La libertad no es algo que se declara, sino algo que se obtiene o se pierde con relación a cómo se decide. Este pensamiento podría ser usado para establecer que si Dios respeta mi libertad, entonces, nadie tiene el derecho a juzgarme, pues soy libre para decidir por mí mismo. Dios no le dio tal libertad a Adán, sino que inmediatamente lo creó, delimitó su libertad al decirle:

Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. ” (Génesis 2:15-17)

Parte del problema consiste en cómo definimos el término libertad, pues de éste elaboramos la doctrina del libre albedrío, uno acuñado por algunos filósofos y cristianos, en un intento de definir la capacidad o el poder, que según éstos, tiene el ser humano para decidir cómo ha de vivir. Sin embargo, desde un punto de vista bíblico, no es fácil sostener el libre albedrío, sin ser inconsistentes e incoherentes con la correspondencia que debe haber entre las demás enseñanzas bíblicas.

“Si se toma la frase teológicamente, como si denotara una habilidad natural del hombre no regenerado para llevar a cabo actos que son indudablemente buenos a los ojos de Dios, o para responder a la invitación del evangelio, pasajes como Ro.8.5–8; Ef.2.1–10; Jn.6.44 parecen indicar que ningún hombre tiene la libertad de obedecer y tener fe mientras no sea liberado del dominio del pecado por la gracia preventiva. Todas sus elecciones voluntarias son, en un sentido u otro, actos de servidumbre al pecado, hasta que la gracia rompe el poder del pecado y lo lleva a obedecer el evangelio.” (Diccionario Certeza)

El tema de la libertad, no se trata, de si el ser humano puede decidir sobre lo que no le conviene, sino de que si esa capacidad de la voluntad, es en sí un derecho, como Anderson asegura. La Biblia da ejemplos de la voluntad humana, lo que no dice es que sea libre en el sentido de poder decidir, sin tener que dar cuentas de sus actos y de las consecuencias de los mismos.

 “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” (1Corintios 11:23)

 “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna.” (1Corintios 6:12)

La verdadera libertad se disfruta cuando se hace uso de todo lo creado por Dios legítimamente y dentro de los parámetros para los cuales fueron creadas. Por ende, la libertad está basada sobre el ejercicio de la voluntad en reconocer lo que la palabra de Dios ha establecido, a fin de obedecer a la misma, para así disfrutar de la libertad. La expresión libre albedrío no aparece en la Biblia, aunque sí la idea, la cual está asociada no con lo que Dios le dijo a Adán, más bien con lo que la Serpiente le aseguró a Eva. La idea de que al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, podrían ser como Dios, provino de la Serpiente. Aquí es donde debemos examinar con detenimiento el asunto y las implicaciones del mismo, pues la idea puesta en la mente de Eva, provocó que ella creyera que comiendo del fruto conocería el bien y el mal y que no tendría necesidad de Dios. En otras palabras, que Adán y Eva podrían decidir por sí mismos lo que sería mejor para ellos y así no depender más de Dios.

La verdad como mencionáramos previamente, es que Dios nunca le dio la libertad a Adán de decidir, si deseaba obedecerle. Si Dios le hubiese dado tal derecho, como asegura Anderson, entonces, sería tarea divina el respetarla y rehusar imponer su voluntad sobre ella. Es importante resaltar el hecho de que Dios, en ningún momento le dijo a Adán que podía vivir como quisiera, porque no existe libertad fuera de Dios. Creo que los proponentes del libre albedrío deberían considerar con detenimiento las consecuencias de la caída del hombre, pues el resultado de la caída no fue libertad.

¿En qué consiste la libertad? La libertad no consiste en la capacidad de decidir, disfrutar o realizar a rienda suelta sobre lo que se desea, pues el día que actuamos contrario a lo establecido por Dios, la perdemos. La verdadera libertad debe primeramente basarse en la verdad y luego, debe actuar conforme a ella, a modo de poder disfrutar de lo creado. La libertad no es una mera facultad del alma, sino el resultado o el fruto de la obediencia a la verdad, procesada por el alma. Por consiguiente, es imposible hacer lo malo y tener libertad. Además, la libertad tampoco debe ser considerada como un mero estado temporal, pues también implica un estado emocional, social y sobre todo espiritual. De hecho, el propio Anderson reconoce que sin la regeneración y el amor que provienen de Dios, nos sería imposible actuar en la verdadera libertad; aquella que de manera consciente y voluntaria responde ante la gracia divina.

Entonces, podemos decir que el concepto de “libertad religiosa” debe definirse sólo dentro del parámetro de la no presión, intimidación o imposición del estado hacia una creencia en particular, ya que la misma pudiera ser utilizada como un mecanismo de control. Dicho principio no debe fundamentarse en la doctrina bíblica de la imagen de Dios, pues Dios no nos otorgó con ella, la capacidad de “libertad religiosa” y mucho menos la de no creer, pues al final, los hombres serán juzgados por la aceptación o el rechazo a lo establecido por Dios. Finalmente, solamente Dios tiene el derecho de juzgar a los hombres sobre sus creencias y prácticas religiosas y no una organización eclesiástica o el estado.

  Conclusión

Anderson concluye su exposición sobre la base bíblica de la libertad religiosa, argumentando que la naturaleza del hombre “es la piedra fundamental sobre la cual descansa la libertad religiosa.” (Pág.75) No obstante, las razones básicas por la cual nadie debería ser forzado, amedrentado o intimidado en materia religiosa, se debe más bien, a que éstos pueden ser usados como formas de manipulación humana, como tristemente la historia ha demostrado o evidenciado. En segundo lugar, la naturaleza de la fe y la devoción a Dios han de ser libres y ejercidas voluntariamente. Por consiguiente, no estoy de acuerdo con que el estado ni ninguna iglesia tengan el derecho a usar la religión como un mecanismo de represión, sino que deberían proteger tal ejercicio libre y voluntario de la fe.

 Se desprende de la lectura que el fundamento para la libertad religiosa pretende proteger al ciudadano, pero también abre las puertas para que otros lo usen mal como medio para justificar todo tipo de conducta, bajo la falsedad de que Dios nos dio el derecho a decidir aun contrario a lo establecido por él. No olvidemos que Dios concluyó su conversación con Adán diciéndole con toda claridad que el día que violara lo establecido por él, moriría.

Debemos tener mucho cuidado en afirmar que “el hombre tiene la capacidad para dirigirse a sí mismo.” (pág.75), pues aunque es cierto que Dios no creó “robots”, lo que presupone una programación, tampoco nos dio el derecho de usar incorrectamente la libertad. La imagen de Dios en el hombre le capacitó para conocer al Creador, para poder conocer la verdad y para poder obedecerle con libertad de consciencia y voluntad y no para decidir lo opuesto a lo establecido por él.


 Bibliografía

Anderson, Justo.  Historia de los Bautistas, Tomo I: Sus Bases y Principios. El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1978.

Confesión Bautista de Fe de 1689. Publicado por primera vez en inglés en 1689 bajo el título 1689 Baptist Confession of Faith. Editorial Peregrino, S.L. Derechos Reservados Cristianismo Histórico, Editorial Peregrino. 

Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Bíblica Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.

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