Los seres humanos, a través de la historia, hemos rechazado a Dios sobre la base de nuestro propio criterio. Unos piensan que Dios debe ser de cierta manera o que debe actuar de cierta forma y presumiendo de poder conocer a Dios por nosotros mismos, hemos terminado negando su existencia o rechazándole.
La Biblia revela que Dios en la eternidad decidió la forma y la manera en que se revelaría al mundo. Hace dos mil años, envió a Jesucristo, su Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien hizo al mundo.
La Biblia enseña que no le envió Dios para condenar al mundo, sino para salvar a una parte del mismo, ya que sólo aquellos que se arrepientan y crean en él serían salvos. En la cruz, Jesús mostró el más grande amor, el de aquel que da su vida por otro. Sin embargo, fue humillado, menospreciado, burlado, enjuiciado y condenado.
Nuestra sabiduría humana no basta para poder conocer quién es Dios. Sólo la obra de Dios mismo en nosotros, puede hacernos comprender quién es él. De forma tal, que no terminemos rechazando a aquel por cuya única obra de amor y de gracia podemos ser salvos, Jesús.
pastor Gilberto Rufat
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