Es lamentable que uno de los temas más fascinantes e importantes, a saber, el de la gracia, no sea uno bien conocido por los creyentes. ¿Qué es la gracia? La gracia representa el favor no merecido de Dios sobre todos los que reciben el don de la salvación, ya que los mismos merecían el juicio de Dios como los demás por ser pecadores.
Por consiguiente, la salvación es un acto de la gracia divina de principio a fin. Algunos creen, que la doctrina de la gracia conduce a una vida descuidada en torno a la salvación, pues presumen que la gracia no enfatiza el llamado a una vida de entrega y santidad. ¿No será que éstos equivocadamente presumen que una salvación centrada en las obras sería mejor?
Dios espera que aquellos que responden a la salvación actúen de manera sincera, agradecida y libre. ¿Puede acaso la ley de Dios provocar esto en la vida de hombres habituados al pecado? No. Sólo la gracia es capaz de transformar el corazón de un pecador, a modo que se entregue libre y espontáneamente ante aquel que con amor eterno le amó y extendió su misericordia.
Cualquiera que estudie el Nuevo Testamento verá, que fue el conocimiento de la doctrina de la gracia, la que hizo que hombres como Pedro y Pablo se entregaran por completo a Dios. Entonces, ¿por qué tenemos temor de enseñar la doctrina que más positivamente afectó la vida de los apóstoles? Hermano, no pierda un minuto más, le reto a que comience a crecer en la gracia y determine por usted mismo, si la misma es consistente o conduce a una vida de dejadez espiritual.
pastor Gilberto Rufat
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