Pasaje a considerar:
“y
por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los
tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se
duerme.” (2Pedro 2:3)
Comentario:
El carácter, el propósito y el medio que emplean
los falsos maestros para conseguir seducir (2P.2:14y18) y obtener lo que desean
de los inconstantes (2P.2:14), es descrito mediante tres palabras en este
pasaje.
1-Avaricia
- carácter
Avaricia πλεονεξία representa el espíritu del hombre que emplea todos los
medios posibles para aprovecharse de su prójimo. El comentarista William
Barclay dice: “pleonexia describe el pecado del hombre que utiliza su posición
para aprovecharse, para "hacer mercancía", de las personas a quienes
debe servir. Es el pecado del hombre que ve a sus semejantes como criaturas
para ser explotadas y no como hijos de Dios para ser servidos.”
2-Mercadería
– propósito
El término mercadería describe la
naturaleza de su oficio. ἐμπορεύομαι
significa primariamente viajar con propósitos de realizar negocios. De ahí que
se traduzca, comerciar, traficar o mercadear. Representa a los mercaderes que Jesús
juzgó en el templo.
3-
Palabra fingidas - medio de operar
La expresión fingidas πλαστός denota primeramente formado,
moldeado (de plasso, moldear; castellano, plástico); luego, metafóricamente,
hecho, fabricado, fingido, artificial. En otras palabras, que estos no son
genuinos, no creen en el evangelio, únicamente comercian con un falso evangelio,
el cual disfrazan como verdadero, para conseguir su propósito, el sacar ventaja
de sus oyentes y seguidores.
La Biblia claramente expone que Dios permitiría
que muchos fuesen engañados por las disoluciones (2P.2:18) y palabras fingidas
(2P.2:3) de hombre corruptos de entendimiento (2P.2:12), por cuanto no
recibieron el amor de la verdad para ser salvos (2Ts.2:10-12).
Conclusión:
El verdadero carácter de los hombres de
Dios, debe evidenciarse por su aceptación y fidelidad a la enseñanza de la Palabra
de Dios, así como por la razón por la cual le sirven a Dios y a los hombres.
Pastor Gilberto Rufat
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