Pasaje a considerar:
“Porque algunos hombres han
entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta
condenación, hombres impíos, que convierten en libertinaje la gracia de nuestro
Dios, y niegan a Dios el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo.” (Judas
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Comentario:
Desde el inicio de la creación ha sido el trabajo de la serpiente, desviar,
cuestionar y engañar a los hombres, sobre la persona y palabra de Dios. En el Nuevo
Testamento podemos ver la preocupación en labios de Pablo, cuando escribiéndole
a los corintios les dijo: “Pero temo que como la serpiente con su astucia
engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera
fidelidad a Cristo.”
Judas advierte a sus hermanos (en la común salvación), que debían estar
conscientes que los falsos maestros entrarían encubiertamente en las iglesias, tal
y como fue profetizado. Por ende, es responsabilidad de los líderes preparar a la
iglesia contra las falsas enseñanzas.
Sería muy fácil, si pudiéramos ver su impiedad, pero son sepulcros
blanqueados (Mt.23:27), cubiertos de una capa de “piedad” (devoción a Dios), lo
que dificulta la tarea de reconocerlos externamente, de ahí, la peligrosidad
(2Tm.3:1-5).
Note, que la falsedad no siempre es obvia. Judas expone que convierten
en libertinaje la gracia, niegan la soberanía de Dios y el señorío de Jesucristo.
¿Qué significa esto?
1-Pervierten la gracia de Dios.
Hacen de la gracia no un acto inmerecido sobre los que Dios quiere
tener misericordia, sino uno necesario para que su dios pueda ser justo para
todos (Ro.9:14-16).
2-Rechazan la soberanía de Dios.
Su dios está limitado al “libre albedrío”. Es uno impotente, uno que únicamente
puede esperar, sin poder hacer nada más que ofrecer algo llamado salvación.
3-Rechazan el señorío de
Jesucristo.
Gustan de hablar de Cristo como Salvador, pero huyen y rechazan su señorío.
Abrazan al dios que “salva”, pero no al Dios que es Señor y por ende, salva.
Conclusión:
Stephen Charnock dijo: “Ser Dios y soberano son dos aspectos inseparables.”
Por consiguiente, el cristianismo genuino no tiene problemas al abrazar la idea
de un Dios soberano, pues si no lo fuera, no sería Dios.
Gilberto Rufat
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