"No apaguéis al Espíritu." (1 Tesalonicenses 5:19)
Comentario:
La manera en la que decidimos vivir cada día expresa nuestra gratitud y contentamiento como hijos de Dios, así como nuestra madurez espiritual. Por esta razón, Pablo finaliza su primera carta a los Tesalonicenses, llamándoles a vivir de una manera sobria y diligente, pues no estaban ajenos de los retos y los eventos que estarían próximos a suceder.
Por consiguiente, debían mantenerse en oración y en acción de gracias a Dios, aprender a examinarlo todo y a retener lo bueno y a alejarse de toda especie de mal, puesto que debían vivir como santos, como gente que fue apartada para el Señor y que fue comprada a precio de sangre.
Jesús no le ofreció el paraíso a nadie en la tierra. Nos ofreció el privilegio de poder seguirle, si estamos dispuestos a tomar nuestra cruz cada día, a fin de seguirle. Nuestra esperanza como cristianos debe trascender el mundo en el que vivimos y debe proyectarse hacia la eternidad. De manera, que según no hay cristianismo sin cruz, tampoco hay vida cristiana sin ella y aun así, sigue siendo un privilegio ser hijos de Dios.
Conclusión:
La manera en la que vivimos apaga al Espíritu Santo con el que fuimos sellados para el día de la redención. Agradezcamos que ya no vivimos en tinieblas, pues aunque no entendamos, ni veamos propósito en los eventos que tal vez nos toque vivir, eso jamás significará que los mismos carezcan de propósito y significado, según el soberano plan de Dios para nuestras vidas.
pastor Gilberto Rufat
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