"que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo." (Efesios 1:8-9)
Comentario:
Es maravilloso poder ver la obra de la Trinidad en el proceso soteriológico (la obra de la salvación) en el primer capítulo de la carta a los Efesios. Uno, en donde Dios el Padre separa y bendice con toda bendición espiritual en los lugares celestiales a los que escogió para sí mismo, antes de la fundación del mundo en la persona de Dios el Hijo (v.3-4).
El cómo Dios el Hijo, por medio de su encarnación y la muerte redentora en la cruz, proveería por su sangre, el medio, por el cual, los elegidos serían limpios y sin mancha delante del Padre, de manera, que pudieran disfrutar de cada una de las bendiciones que fueron previamente dispuestas por él (v.5-7).
Pero, ¿cómo los elegidos llegarían a conocer y a recibir dicho plan (que fue trazado antes de la fundación del mundo), siendo ellos pecadores como los demás?
La respuesta a la pregunta se encuentra en la obra de Dios Espíritu Santo, pues sería su trabajo, dar a conocer a los elegidos los misterios de la voluntad de Dios el Padre y la obra de Dios el Hijo (v.8-9). Pues es por medio de la obra de Dios Espíritu Santo, que los elegidos son contristados e iluminados hacia la persona y la obra de Dios el Hijo, de forma tal, que puedan recibir lo otorgado en gracia por Dios el Padre.
Conclusión:
La salvación no admite mérito humano, ni aun la de haber tomado, según nosotros, una decisión por Cristo. Ya que, tal decisión fue guiada y conducida mediante la obra de Dios Espíritu Santo, para que la muerte expiatoria de Dios el Hijo, según el plan de Dios el Padre, le fuese aplicada a los escogidos. Y siendo así, se cumpliera el designio de la soberana voluntad de Dios con los llamados (su salvación).
"Soli Deo Gloria"
pastor Gilberto Rufat
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