"Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención." (Efesios 4:30)
Comentario:
La carta a los Efesios resalta la importancia de la obra del Espíritu Santo en la vida de los creyentes hasta el día de la redención. Una, que lamentablemente no es conocida por muchos cristianos, al desconocer la razón por la cual el Espíritu Santo vino a morar en ellos (Ro. 8:9,11).
Algunos parecen tener un concepto teológico del Espíritu Santo, como si éste, luego de haber sido el agente regenerador en la obra de la salvación de sus vidas, quedara en una especie de sueño profundo hasta la segunda venida de Jesucristo. Mientras otros, parecen haberlo encerrado en algún cuarto aislado en sus vidas.
La Biblia expone que le contristamos, cuando no vivimos a la medida de la altura de la plenitud de Cristo (Ef. 4:13). Ya que, fue el Espíritu quien nos separó para Dios (ser santos), pero también es él, quien nos lleva a través del proceso de la santificación.
Este proceso no tiene otro fin, que no sea hacer que los hijos de Dios se conformen a la imagen de su Hijo. "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos." (Ro. 8:29)
El Espíritu Santo es más que un sello en nosotros y que una garantía, puesto que es una persona con quien relacionarnos. Jesús dijo: "Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré."(Jn. 16:7)
Conclusión:
Le invito a conocer y a relacionarse con el Espíritu Santo. Después de todo, es a él a quien la Biblia dice que contristamos (Ef. 4:30), resistimos (Hch. 7:51) y apagamos (1Ts. 5:19).
pastor Gilberto Rufat
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