"Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen. Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron." (Mateo 13:16-17)
Comentario:
Jesús le dijo a sus discípulos que ellos eran dichosos al poder escuchar con atención el mensaje del reino de Dios y que se les fuera otorgado el privilegio de entender. Pero, ¿por qué los discípulos podían ver y oír lo que para otros era tropezadero o algo que rechazaban?
"El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado." (Mateo 13:11)
De manera, que los discípulos gozaban de la gracia o el favor divino, al ser capacitados para poder entender cosas que a otros no les eran dadas a conocer. Ahora bien, Jesús no estaba diciendo que el oculta el mensaje del reino, sino que los hombres en su naturaleza caída no podían entenderlo por sí mismos.
"Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado, Y con los oídos oyen pesadamente, Y han cerrado sus ojos; Para que no vean con los ojos, Y oigan con los oídos, Y con el corazón entiendan, Y se conviertan, Y yo los sane." (Mateo 13:15)
Por consiguiente, únicamente los que el Padre en su soberana gracia llama a escuchar responderán al mensaje del reino, ni uno más y ni uno menos. Jesús lo declaró de manera categórica cuando dijo:
"Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero." (Juan 6:44)
Ninguno es ninguno. Por lo tanto, los creyentes debemos ser agradecidos por la gracia recibida para salvación y no debemos descuidar la lectura diaria de la palabra de Dios, ya que, él desea hablarnos por medio de la misma cada día.
Bendiciones,
pastor Gilberto Rufat
Primera Iglesia Bautista Emanuel de Cleburne, TX.
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