"Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo." (Efesios 4:11-12)
Comentario:
En el capítulo cuatro, Pablo llamó a los escogidos a vivir como un solo cuerpo, la iglesia (Ef. 1:22), fuesen judíos o gentiles y les exhorta a reconocer los dones que Jesús mismo constituyó, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio.
Las barreras sociales, culturales y étnicas debían ser superadas, ya que de no serlo, los judíos terminarían menospreciando a las personas que habían recibido o que recibirían dones para la obra del ministerio. Si era un choque para un judío que un gentil participara con él en un culto de adoración, imaginemos cuánto más fuerte sería la reacción, de ser un gentil el predicador.
La iglesia tiene la responsabilidad de dar a conocer el evangelio (Ef. 3:10). Pablo expone que Jesús instituyó líderes a los cuales llamó y capacitó para dicha tarea. Lamentablemente, no siempre se reconoce la importancia de estos ministerios y su procedencia.
Otro problema a enfrentar lo era reconocer y no permitir falsos líderes en la iglesia. Ninguna iglesia puede llamar u otorgar dones, por cuanto es prerrogativa divina. La iglesia solamente puede reconocer a los que son llamados a tales ministerios, después de haberse evidenciado en sus vidas el testimonio de la obra de Dios y la manifestación del don por medio de su empleo.
Conclusión:
Los ministerios en la iglesia deben nacer, crecer y desarrollarse. Cuando vemos personas que no se sujetan a la iglesia, que su testimonio es dudoso y que no muestran evidencia que confirme el ministerio presumido, la iglesia tiene la responsabilidad (como cuerpo local) de no apoyar a tales personas o al menos, debe darse un tiempo, a fin de confirmar o de evidenciarse el mismo.
pastor Gilberto Rufat
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