Pasaje a considerar:
“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos
amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo
por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” (Efesios 5:1-2)
Comentario:
Los creyentes
somos llamados a imitar a Dios como hijos amados. La palabra imitar del griego
μιμητής “mimetes” significa seguir o imitar, por ende, ser un imitador. Los
hijos de Dios son llamados a seguirle, no como una sugerencia, sino como un
mandato. La palabra “sed” está expresada de modo imperativo, lo que significa
un mandato u orden. Los creyentes entonces, deben ser imitadores de Dios, pero
no por la fuerza, sino debido a la bondad de Dios sobre ellos.
La palabra amados
cobra mayor fuerza, cuando la miramos en el contexto de la elección, puesto que
precisamente son los elegidos antes de la fundación del mundo (Ef. 1:4-5), los
que representan a la iglesia o a los hijos de Dios (Ef. 1:22). Nosotros no lo
escogimos a él, por cuanto él nos escogió a nosotros, en amor (Ef. 1:4-5). Si
de algo debemos estar claros, es que Dios no tenía por qué amarnos, pudo haber
llevado a cabo su justicia para con nosotros y condenarnos por nuestra maldad,
como a los demás (Ef. 2:1-5).
La mejor expresión
de amor a Dios (dice el propio pasaje) es aquella que se da o se entrega, así
como Cristo se dio por nosotros, note que no dice por todos. Por consiguiente,
Dios espera que la vida de sus hijos, sea una respuesta a su misericordia y a
su inmutable amor.
Conclusión:
Este pasaje nos
indica, que Dios espera que nuestra manera de vivir refleje que hemos sido
amados y que estamos agradecidos por haber recibido su gracia.
No seamos como
aquellos cuyo agente motivador es el temor basado en el castigo o en la pérdida
de la salvación, cuando la última está segura en Cristo y fue predeterminada
antes de la creación del mundo (Ef. 2:10).
Pastor Gilberto
Rufat
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