lunes, 19 de mayo de 2014

Creyó la palabra, dando honra a Jesús - Lección #4


Material de células para estudios bíblicos en los hogares
Primera Iglesia Bautista Emanuel 
1110 Country Club Rd. Cleburne, TX 76033 

 Lección #4 
 
Creyó la palabra, dando honra a Jesús
Rev. Gilberto Rufat

Base Bíblica: Juan 4:43-54


 Introducción

No cabe duda que este es uno de los pasajes en los cuales Juan proporciona una de las siete señales o milagros sobre la divinidad de Jesús (Jn.20:30-31). Juan nos dice que después de dos días de haber estado Jesús con los samaritanos regresó a Galilea (Jn.4:40,43), donde no había sido honrado (Jn.4:44). En el evangelio según Marcos 6:4, la Biblia expone lo siguiente: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa”. Los judíos de aquel tiempo, así como muchos cristianos llamados hoy, creen poder honrar a Dios mientras rechazan pública y abiertamente a Jesús. La Biblia expone en Jn.5:23 “…que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió.” Pero, ¿por qué Juan resalta el hecho de que Jesús no era honrado en Galilea? Recordemos que fue allí donde se crió. Sin embargo, un oficial romano se humilló, le obedeció y creyó.



I. Honramos a Dios, cuando nos acercamos a Jesús con humildad. 


Muchos oyen, pero pocos se acercan a Jesús (Ecl.5:1,2; Mt.7:24; Stg.1:22). Juan nos dice que muchos en Galilea habían oído acerca de las maravillas que Jesús había hecho en Jerusalén, cómo le habían acogido y que aún recordaban el milagro hecho por Jesús en las bodas de Caná de Galilea (Juan 4:45-46; 2:1-12). No obstante, la fe de estos, al igual que la de algunos en la actualidad, no iba más allá de lo que podían escuchar de otros o de ver por sí mismos. Sin embargo, un oficial del rey se acerca a Jesús porque su hijo estaba enfermo. Es necesario recordar que los títulos oficiales u honoríficos y los recursos materiales, entre otros, no garantizan la salud física, ni la salud emocional de la familia.

Inicialmente, la actitud del oficial era una de acercarse a Jesús buscando un milagro o dicho de otra manera, aquella que únicamente le busca por una necesidad. Note que en el caso de este oficial es necesario percatarse que la enfermedad de su hijo sería el medio que Dios utilizaría para atraerlo a él. Sin duda alguna, Jesús vio el corazón en desesperación de este oficial, pero tenía un plan mayor. El oficial romano no escatimó en esfuerzos. Veamos: de Caná a Capernaúm había 25 kms (v. 46, 47). Segundo, observamos que fue insistente, rogándole a Jesús que fuera y le sanase (v. 47), pues se humilló. Este pudo haber usado su posición para mandar u obligar a Jesús a que le obedeciera, sin embargo, se sometió. Tercero, fue personalmente, no envió a un criado (v. 49).


II. Honramos a Jesús, cuando creemos su palabra y no la cuestionamos.


Jesús dijo: …“Si no veis señales y prodigios, de ningún modo creéis.” Jesús sabía que aunque acudían a él por un milagro, sus corazones estaban distantes de él, pero le hablaba al oficial o a los galileos. En Mt. 15:8 Jesús dijo: “Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí”. Aunque pareciera que esta vez los galileos le habían “recibido”, la realidad es que nunca lo habían hecho y estaban sólo a unos pasos de dejarle (Jn.4:45; Mr.6:52). Jesús afirmó que no bastan los milagros y los prodigios, cuando el corazón está cerrado a él (v.48).

Jesús le dijo: “Vete, tu hijo vive”. Es significativo resaltar la misericordia de Jesús, quien pudo haber hecho caso omiso de aquella solicitud y sin embargo, le contestó. ¡Con cuánta arrogancia nos acercamos a Jesús para pedirle, demandarle, recriminarle y exigirle, cuando verdaderamente nunca hemos considerado ni por un minuto, quién es él! ¡Con cuánta diligencia y prontitud demandamos un milagro de Jesús, mientras la mayor parte del tiempo le ignoramos! Sin considerar, que no lo merecemos. No obstante, vemos nuevamente la misericordia de Dios, quien tan solo con una simple afirmación fue capaz de realizar aquel milagro.

El oficial creyó la palabra al no continuar pidiéndole que descendiera. Creer es estar de acuerdo con lo que Dios dice, es confiar en Jesús. Por último, este actuó conforme a lo que se le dijo, “vete, tu hijo vive.” La fe, es por ende, obediencia, es actuar conforme a la Palabra de Dios.

Me pregunto al considerar este pasaje, ¿cuántos milagros habrán ocurrido en nuestras vidas sin darnos cuenta que fue Dios quien cambió nuestras vidas? Y, ¿con cuánta frecuencia tendemos a olvidarnos, sin que la consideración detenida de los mismos nos lleve a él? Juan nos dice que el oficial creyó la palabra (Jn.4:50) y cuando el hombre descendía recibió la buena noticia de que su hijo vivía. ¿Cuántas bendiciones hemos dejado pasar por no actuar sobre la base de la palabra de Dios? Dios no espera que caminemos a ciegas, él nos ha dejado su palabra. Los que caminan por fe en la palabra de Dios recibirán buenas noticias, las cuales no dependerán de las circunstancias; salud o enfermedad, riqueza o pobreza, sino del cuidado y de la provisión de Dios para sus hijos.

“conforme a mi anhelo y esperanza de que en nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte.” (Filipenses 1:20)


III. Honramos a Jesús, cuando le obedecemos y no hay mayor milagro que la salvación.


Lamentablemente, muchos desean la bendición de Dios, pero no desean al dador de la misma. Estas personas desean iglesias que se enfoquen en las añadiduras y no en la búsqueda del Reino de Dios y su Justicia (Mt. 6:33), cuando el mayor milagro no es aquel que puedan palpar nuestros ojos o aquel que puedan tocar nuestras manos, sino uno que es realizado en lo profundo de nuestro corazón (2Co.4:18). Los milagros externos al hombre siempre serán pasajeros, pero el que es realizado en el corazón por la obra del Espíritu Santo, permanecerá para siempre (1Jn. 2:16-17).


La historia dice que mientras el oficial regresaba, sus siervos venían a darle las buenas nuevas (v.51) y le dijeron: tu hijo vive. El oficial no se sorprendió, sino que les preguntó a qué hora su hijo había comenzado a estar mejor (v.52). Cuando le dijeron la hora en que su hijo había sanado y entendiendo que concordaba con el tiempo en que Jesús le había dicho: “Ve, tu hijo vive”, se realizó entonces el mayor milagro. El hombre entendió. La palabra entender del griego “ginöskö” representa el llegar al total convencimiento. Conocimiento que no se base en los sentidos del griego “oida”, sino en el conocimiento por experiencia propia. Entonces, Juan expresa que este hombre creyó y toda su casa. El mayor milagro de Dios es y será la salvación.


Conclusión 

Creer en Jesús es todo lo que necesitamos. Le insto a dar un paso de fe hoy, honre a Jesús permitiéndole entrar a su corazón. Y si es ya creyente, dispóngase a caminar en él, esto es, en su palabra y no olvide serle obediente.

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