“Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó”
(Romanos 8:30)
La predestinación no es un tema forzado en la Biblia, sino uno de suma importancia. En la teología Paulina, la predestinación no era sólo importante, era vital. Pablo presenta que la salvación, de principio a fin es obra de la gracia de Dios sobre los que él eligió para salvación.
La palabra predestinación sencillamente significa ordenar con anticipación, establecer con anterioridad. Esto significa que Dios en su soberanía establece y ejecuta lo que él quiere y que no deja nada al azar o al devenir del tiempo.
Por consiguiente, Pablo presenta que Dios estableció la hora de nuestro llamado, así como el medio de la salvación (la justificación a través de la fe en Jesús) y aun nuestro estado final en la gloria postrera, la glorificación.
En conclusión, Dios predestinó nuestro llamado, nuestra justificación y nuestra glorificación. Si quiere o desea hacer algo por lo que Dios ha hecho, viva una vida en respuesta a su amor, pero no pretenda robarle la gloria a Dios en algo que usted muy bien sabe, no pudo haber hecho nada. ¡Bendiciones!
Pastor Gilberto Rufat
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