¿Todavía necesitamos la ley del Antiguo Testamento para ser buenos cristianos?
Rev. Gilberto M. Rufat
Rev. Gilberto M. Rufat
Toda la ley del Antiguo Testamento siempre será importante para la cristiandad. Esto, debido no sólo a razones históricas, sino a que la ley constituía el punto de referencia del pueblo, a través de la cual pudieron conocer al único Dios, quien se reveló por medio de la ley. Además, la ley sirvió como regla para juzgar el bien del mal, en otras palabras, la ley estableció las bases de la ética. Aunque los cristianos reconocemos que ya no vivimos conforme a la ley, no obstante, Pablo reconoce que los mandamientos son santos, justos y buenos (Ro.7:6 y 12). Aún el propio Jesús dijo que él no vino a abrogar la ley, sino para hacerla cumplir (Mt.5:17).
“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.” (Mateo 5:17-20)
Es cierto que vivimos por el Espíritu, pero éste no está en contra de la ley. El problema con la ley, según Romanos 8 radica en la imposibilidad del ser humano caído, en vivir de acuerdo a la ley (Ro.8:3). De ahí que, somos llamados a vivir en el Espíritu para poder cumplir con la misma (Ga.5:22-25).
“Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios. Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” (Gálatas 5:16-23)
Algunos cristianos malinterpretan “el que no vivimos en la ley”, como si ya ninguna de las ordenanzas, reglas o mandamientos actualmente no tuvieran vigencia, pues hacen un sobreénfasis en el Antiguo Testamento como si fuese uno viejo y nulo. Sin embargo, los primeros creyentes vieron más bien una transición o cumplimiento del antiguo pacto en su tiempo, evidenciado en lo que llamamos el Nuevo Testamento. Ejemplo de ello, lo podemos ver en el inicio de la carta a los Romanos.
“Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras” (Romanos 1:1-2)
Note que Pablo dice que el evangelio es el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. De hecho, todo lo que conocemos del Nuevo Testamento se escribió sobre las bases del Antiguo Testamento y muchos de sus argumentos teológicos y proféticos fueron sostenidos haciendo uso del mismo.
Si a lo que nos referimos es a que en términos de salvación, la ley no nos salva, tampoco en el Antiguo Testamento la ley podía salvar. Por ejemplo, todos los personajes que se mencionan en Hebreros 11, todos del A.T. fueron salvos por la fe. El Nuevo Testamento expone que el propósito de la ley no fue el salvar, sino el guiar a los que heredarían la salvación a Cristo (Ga.3:24). Más aún, todo el argumento del capítulo 4 de la carta a los Romanos, precisamente se fundamenta en el que también Abraham fue salvo por la fe.
Es cierto que el sistema de ordenanzas rituales en el Templo fue abolido, pues Cristo murió y con una sola ofrenda nos presentó ante el Padre (He.10:14). Ahora bien, ello no indica que otras ordenanzas contenidas en el Antiguo Testamento no tengan vigencia, al menos en sus principios. Ya que las que atendían problemas sociales, morales y problemas de salubridad, entre otros, siguen siendo áreas en las que Dios desea que nos cuidemos. Por consiguiente, presentan principios de vida que todo cristiano debería considerar con mucha atención, pues todas y cada una de esas leyes fueron escritas para nuestro bien.
Bendiciones...
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