¿Por qué necesitamos amar y sentirnos amados?
Rev. Gilberto M. Rufat
Una de las bellas expresiones de amor en la Biblia se encuentra en el libro de Rut, la cual cita:
“…No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos.” (Rut 1:16-17)
Interesantemente, las palabras no describen la relación de una esposa hacia su esposo o viceversa, sino la relación de Rut con su suegra Noemí. Esto debería llamar nuestra atención al hecho de que el amor es mucho más profundo de lo pensamos. La palabra amor es un concepto que aunque difícil muchas veces de definir, tiene origen en Dios. La Biblia declara que Dios es amor (1Juan 4:8 y 16). El cristianismo es una religión monoteísta basada en el concepto trinitario entre las tres personas de la Deidad. Esto significa que la relación que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es la razón y el origen, del por qué es importante para nosotros sentirnos amados, así también como el amar.
Por consiguiente, siendo el hombre creado a imagen y semejanza de Dios, lleva en su naturaleza la necesidad de relacionarse con otros. De hecho, podemos ver esta verdad desde el origen de la creación, cuando a Adán se le proveyó de una compañera, porque se sentía solo. La necesidad de compartir nuestra vida con otros es un rasgo distintivo y vital para los seres humanos. Ésta es la razón del por qué los seres humanos sufren cuando no se sienten amados. Además, podemos ver en las Sagradas Escrituras, el cómo a Dios le dolió el que los hombres se rebelaran contra él, pues su deseo desde la eternidad fue el de relacionarse con los mismos. Al punto, que Dios trazaría un plan, a través del cual todos los que serían llamados a salvación, pasarían a tener una relación todavía más estrecha con el creador, esto es, el ser constituidos sus hijos.
El amor está basado en el sello de la imagen de Dios en nosotros y es más que una necesidad biológica; es la necesidad de relacionarnos. El ser humano fue diseñado para relacionarse, ejemplo de ello lo vemos en el diseño de Dios para el matrimonio o la familia, en fin, en toda relación interpersonal. Nuestras vidas se inician desde que nacemos sobre la base de las relaciones. Note que el diseño de Dios para los seres humanos, a diferencia de otras especies de animales, es que el nacimiento se constituye en una relación de total dependencia de los padres. Más aún, Dios dispuso que dos personas; un hombre y una mujer tuvieran primero que relacionarse, para luego unirse, a modo de poder procrear vida, la cual proviene de él.
La mayoría de las personas que en la actualidad son atendidas por diferentes profesionales de la salud, podría testificar sobre lo importante que es para el ser humano el disfrutar de buenas relaciones. Muchas de las personas que atraviesan por lo que llamamos depresión, sufren por causa de problemas al relacionarse con otros. Aun cuando el génesis u origen de la situación pueda haber sido un evento o una circunstancia adversa en la vida, el problema radica en uno emocional, producto de no poder entender el por qué le hicieron esto o el por qué le sucedió lo otro, llevando nuevamente el génesis o epicentro a cómo se dan o se deberían dar las relaciones.
Pero, ¿qué es el amor? Llamamos amor a muchas cosas, sin embargo, en el sentido genuino por el cual Dios nos creó, el amor es la manifestación y la acción que comprende una buena relación, sin importar a quién. En otras palabras, que amar es cuidar, valorar, respetar y trabajar, entre otras cosas, por el bien de una relación. De ahí que, en el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios, se enfaticen los rasgos distintivos que comprenden y forman parte de una buena relación. Interesantemente, los distintivos del amor, según dicho capítulo son:
1- La Comunicación – Sin comunicación no hay relación. Los seres humanos necesitamos comunicarnos, a fin de expresar nuestros deseos, anhelos, sentimientos, emociones, frustraciones, diferencias, metas y creencias, entre otros. Por eso, donde se pierde la comunicación, tarde o temprano se apagará la relación.
2- La Comprensión – la comunicación comprende el mensaje y la forma de expresarlo, pero el entendimiento está ligado a la capacidad y deseo de buscar comprender el mensaje de aquel con quien deseamos relacionarnos, a modo de poder contribuir al bienestar de la persona.
3- La Cooperación – Si la comunicación es importante para poder expresarnos y el entendimiento es importante, a fin de poder colocarnos en una posición donde podamos servir y ayudar, la cooperación es la acción generada, en vías de formar parte del crecimiento y bienestar de la persona con la cual nos relacionamos.
Sin embargo, el término amor en nuestro tiempo está asociado a la atracción física, a las emociones producto de tal atracción y a la expectativa de una relación que nos parece agradable y deseable. No obstante, ¿podemos llamar a eso amor? ¿Es el amor una mera reacción química y emocional en nuestro ser motivada por una atracción basada en la gratificación, la posesión o un sentimiento por haber hallado a alguien importante en nuestra vida? Es muy probable que lo que en la actualidad muchos llaman amor, no es más que codicia, fantasía y en algunos casos, lujuria.
La Biblia describe el concepto amor como una decisión de la voluntad del ser con relación a otro. Ésta lo describe como un compromiso, una entrega y un pacto. El amor es presentado como la debida fidelidad del compromiso hacia otro. El mismo no está basado en las emociones, aunque éstas forman parte del amor, sino que descansa y se evidencia sobre las acciones que corresponden al bien de aquel al cual se pretende amar.
Entonces, amar es el procurar el mayor bien de aquel a quien se pretende o se debe amar…
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