lunes, 3 de febrero de 2014

Cómo organizar un ministerio en la iglesia



Cómo organizar un ministerio en la iglesia
Rev. Gilberto M. Rufat

¿Por qué una reunión de varones, mujeres o jóvenes? ¿Por qué y para qué tenerla?

El propósito es sumamente importante, es la brújula de las reuniones. Debe existir una razón claramente definida, ya que ésta será la pauta para dar forma al nuevo ministerio.


Una reunión no debe existir por el único hecho de tener un ministerio más, o porque todas las iglesias tienen uno parecido. Hay que saber por qué estamos haciendo lo que hacemos (o lo que queremos hacer) y tener metas y objetivos.

Visión:

La visión es una imagen del futuro que deseamos como ministerio o cómo queremos ser en el futuro. La visión de la iglesia es la respuesta a la pregunta, ¿qué queremos ser como ministerio en los próximos años?

El propósito de la visión es guiar, controlar y alentar a la organización o al individuo para alcanzar el estado deseable.

Misión:

La misión define las actividades a las que el ministerio se dedicará, las necesidades que suplirá y las personas que alcanzará.

La misión de la iglesia responde a la pregunta, ¿para qué existe el ministerio X?

Así como la visión es una imagen al futuro, la misión está enfocada en el presente.
Es decir, la misión responde a la pregunta: ¿qué estás haciendo hoy? o ¿a qué te dedicas hoy?

Objetivos:

Los objetivos representan el lugar hacia donde pretendemos llevar a un ministerio, como resultado de un plan de trabajo. Estos son los logros que nos proponemos alcanzar en un plazo determinado de tiempo; a corto plazo, un plazo mediano o a largo plazo. 


El objetivo es (a diferencia de la visión y la misión) cuantificable, pues necesita ser medido. El mismo tiene que ser enunciado específicamente (debe estar claro) y debe ser expresado de forma positiva. El objetivo tiene que estar alineado en el tiempo con la visión y en el marco con la misión.

Metas:

Las metas son el fin al que se dirigen las acciones de un ministerio. Las metas son objetivos a corto plazo y son logros concretos que se van realizando paso a paso. Estas son cuantificables y medibles; pueden ser desde logros diarios hasta mensuales. Las mismas tienen que estar alineadas en el marco y en el tiempo con el objetivo u objetivos propuestos.

¿Quiénes estarán involucrados en la organización y la planificación de un ministerio?

El número de personas involucradas en la organización de un ministerio variará, según el tamaño del grupo de la iglesia, así como de la disposición e interés de los que deseen involucrarse. También dependerá del tipo de gobierno de la iglesia y a base de éste, se definirá el equipo de trabajo y quiénes colaborarán en él.

Cada ministerio deberá poseer un liderato mínimo, el cual velará porque el ministerio cumpla con el plan de trabajo. En algunos casos sólo es necesario un director o presidente o líder de grupo, junto a un grupo de colaboradores. Los colaboradores mínimos por lo general consisten de un vicepresidente(a), un secretario(a), un tesorero(a), si se va a recoger una ofrenda y una persona encargada de promocionar las actividades.

Un trabajo en equipo puede ser más complicado pero es uno administrativamente más saludable, además de ser un modelo natural del cuerpo de Cristo. Enfatizamos en que los dones dados a cada creyente, es un aspecto muy importante a considerar, ya que más allá de la posición eclesiástica, debe considerarse el don espiritual, la habilidad y las distintas capacidades individuales para llevar a cabo esta labor.

Además la relación y la comunicación del grupo organizador con el liderazgo de la iglesia o Concilio, es básico para llevar un ministerio. Ya que, ningún ministerio es una mini iglesia dentro de la iglesia, sino un instrumento de alcance, dentro del plan general de una iglesia.

¿Cómo trabajar?

1- Después de definir el propósito por el cual existir y quiénes participarán en la organización, hay que planificar cómo lograr ese propósito.

2- Definir cómo se trabajará en el equipo organizador, qué responsabilidades tendrá cada quién y quién coordinará tal grupo.

3- Posteriormente, trabajar en la planificación de las reuniones; con qué frecuencia se llevarán a cabo las reuniones (semanal, quincenal, mensual o bimestralmente, entre otros) el horario, duración, el lugar, si incluirá algún tipo de refrigerio, cómo se sufragarán los gastos, etcétera.

4- Considerar, qué necesidades existen entre el grupo, definir el contenido y el programa de las reuniones.

5- Es importante planificar la publicidad del ministerio, cuándo y cómo se dará a conocer y mantener los avisos constantes de las reuniones, ya que una o dos veces previo a las mismas, no será suficiente.

Otras cosas a considerar:

Cada grupo es único, por lo que tiene sus propias características, necesidades, talentos y dones. Y, como todo en la vida, en este proceso de organizar y llevar a cabo el ministerio, la dependencia y búsqueda de la voluntad de Dios es lo principal. Cada persona involucrada en un ministerio necesita permanecer en Dios para poder ayudar a sus hermanos a crecer y para poder llevar a otros a conocer al Dios verdadero. El Señor dirigirá al grupo organizador a realizar su mejor papel en su entorno. Sigamos buscando su rostro cada día para que él nos guíe y dirija.

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