viernes, 17 de julio de 2015

VERDAD Y FALSEDAD COMO CLAVES PARA COMPRENDER EL UNIVERSO - C. S. Lewis



VERDAD Y FALSEDAD COMO CLAVES PARA COMPRENDER EL UNIVERSO

(Breve resumen del libro I de “Mero Cristianismo” de C. S. Lewis)

por: Gilberto Rufat


La Idea de la Ley Natural y sus Implicaciones

Todos los seres humanos hacemos una diferenciación entre lo bueno y lo malo, lo que supone una distinción entre los mismos. Toda distinción, juicio o comparación, parte de una medida, un estándar o un punto de referencia, a fin de poder pasar juicio. El planteamiento de C. S. Lewis no hace uso de la Ley Natural en términos de una defensa divina a favor de que dicha ley, estándar o punto de referencia provenga de Dios mismo, como una defensa de la existencia de la Deidad. Allí argumenta que sobre la base de nuestro juicio, presumimos que otros deberían saber lo que es bueno. Por ende, Lewis destaca la importancia del hecho de que exista una presunción sobre lo bueno en todos los hombres; aunque sea de manera general.

Esta ley o regla es lo que Lewis señala, solíamos llamar “la ley natural”, la que revelaba nuestra diferenciación sobre el bien y el mal. Sin embargo, expresa que en nuestros días, sólo hablamos de las leyes de la naturaleza. Lewis arguye que “cuando los antiguos pensadores llamaban a la ley de lo que está bien de lo que está mal, la ley de la naturaleza, se referían en realidad a la ley de la naturaleza humana.” Éste expresa que se le denominó la ley de la naturaleza porque la gente pensaba que todo el mundo la conocía por naturaleza y no necesitaba que se la enseñase, muy parecido a lo que hoy llamamos el sentido común. Sin embargo, es lamentable ver cómo lo que en un determinado momento era común para muchos, hoy, por lo contrario, parece ser lo común, el desacuerdo.

Añade, que la respuesta de aquellos que son juzgados, no tiende a rebelarse contra el estándar de lo bueno, sino a la justificación de sus actos o conducta, suponiendo una aceptación del mal y por consiguiente, el conocimiento del bien. De manera, que Lewis presenta que el “hombre rara vez contesta: Al diablo con tu modelo.” (pág.21) En nuestros días, eso ha cambiado. La nueva tolerancia cree que todos los sistemas de creencias, reglas sobre la moral y estilos de vida deben ser considerados como igualmente verdaderos en cada cultura.

Éste señala que “discutir significa intentar demostrar que el otro hombre está equivocado. Y no tendría sentido intentar hacer eso a menos que tú y él tuvierais un determinado acuerdo en cuanto a lo que está bien y lo que está mal, del mismo modo que no tendría sentido decir que un jugador de fútbol ha cometido una falta a menos que hubiera un determinado acuerdo sobre las reglas del fútbol.” (pág.22)

Lewis expone que a diferencia del cosmos y de todo lo creado que conocemos, básicamente, el hombre es el único ser creado que vive en constante rebeldía contra la ley o el modelo de vida que le protege y le provee de armonía. Éste reconoce que algunos no estarán de acuerdo de la existencia o la creencia en una ley de la naturaleza, presentando que a través de las edades y las diferentes civilizaciones, las pautas morales han sido diferentes. No obstante, establece que esto no es verdad. Reconoce que sí ha existido y existirán diferencias morales, pero no tan significativas, a modo de establecer una diferencia total. Por lo contrario, cree que se puede establecer un conocimiento general sobre lo que se considera correcto.

Lewis sostiene que siempre que veamos a un hombre que se desliga de todo vestigio de la moralidad, muy brevemente, se contradecirá, pues al reclamar, discutir o desear que se haga justicia, hablará habiendo establecido y suponiendo con ello, alguna regla moral. De tal forma, que como argumenta Lewis, “parece, entonces, que nos vemos forzados a creer en un auténtico bien y mal.” (pág.24) Este argumento es uno semejante al presentado por Pablo en el capítulo dos de la carta a los Romanos.

Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? (Romanos 2:1-3)

Conclusión:

Los seres humanos creamos en Dios o no creamos en él, tenemos una curiosa idea de cómo deberíamos comportarnos y que en mayor o en menor grado, no nos sujetamos a ello. Esto supone una distinción entre el bien y el mal también por aquellos que rechazan la verdad. Tal asunto demandaría un dador de la Ley Natural, por cuanto es contraria a nuestra propia naturaleza moral. El apóstol Pablo declaró algo similar en la epístola a los Romanos cuando dijo:

“Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley: que el mal está en mí. Porque según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.” (Romanos 7:21-23)

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