los que causan
divisiones y tropiezos
“El error nunca se presenta en toda su
desnuda crudeza, a fin de que no se le descubra. Antes bien se viste
elegantemente, para que los incautos crean que es más verdadero que la verdad misma.”
Ireneo de Lión
Base
Bíblica: Romanos 16:17-18
“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan
divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido,
y que os apartéis de ellos Porque
tales personas no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios
vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los
ingenuos.”
Hoy como en
los primeros años de la era cristiana, la iglesia se enfrenta al peligro del
espíritu de la época, el sincretismo. Aquello que mucha gente buscaba, no era
una religión verdadera, sino una en la que se pudiera combinar diferentes ideas.
Sin duda alguna, el desarrollo del evangelio aglomeró personas con diferentes
trasfondos religiosos. Sin embargo, la diversidad aunque podía enriquecer la
iglesia, traía de la mano el peligro de que algunos quisieran interpretar el
evangelio según sus creencias.
No debemos
sorprendernos si queriendo hacer la voluntad de Dios, hallamos oposición, pues
siempre la ha habido y la habrá. Toda vez que usted sea llamado a edificar, como
en el tiempo de Nehemías, se levantarán los Sambalat y los Tobías. No obstante,
habrá otro tipo de oposición no tan evidente. La Biblia advierte que los postreros
tiempos serían peligrosos porque habría hombres con apariencia de piedad. Por
tal razón, Pablo le dice a los creyentes que debían estar pendientes y que se
fijaran, de manera que, no debían hacerse de la vista larga.
El diablo
tratará de obstaculizar la obra de Dios. Su plan consiste en tratar de detener
el progreso, ya que éste no puede impedir la obra de Dios. Por otro lado, nuestro
deber consiste, como el del apóstol Pablo, en mantenernos firmes en la tarea
del ministerio, centrados en la palabra de Dios, tal y cual nos ha sido
conferida y en someternos al control del Espíritu Santo. En la verdadera Iglesia
de Cristo no debería haber cabida para interpretaciones privadas. En todo caso,
según Pablo le expresó a los Gálatas, sea anatema quien posea la osadía de reinterpretar
o cambiar el mensaje de la palabra de
Dios. Los cristianos únicamente tenemos un marco de referencia, la palabra
profética más segura, como dijera el apóstol Pedro.
Hoy un
sinnúmero de líderes religiosos, tratan de cuajar movimientos ecuménicos
dispuestos a sucumbir a los principios cristianos, basados en una falsa unidad.
No obstante, los creyentes, al igual que Pablo, no debemos consentir en ello. La verdadera unidad proviene de Cristo y se
fundamente en la palabra de Dios, no en acuerdos humanos. Lo demás es pura hipocresía religiosa. No
debemos tener principios livianos o ligeros, ya que, lo que Dios estableció,
establecido está, por lo tanto, nos toca moldearnos a su palabra y no ajustarla
a nosotros. Lo primero sirve a la obra de Dios, lo segundo al trabajo del
diablo. Éste no está lejos de la iglesia y puede observarse dentro, a través de
sus agentes de corrupción. Tales ministros, líderes o individuos sirven y
apelan a los sentidos, a lo sensual, de manera que los ingenuos no puedan ver
la diferencia entre servir a Dios y buscar servirse de él.
Conclusión:
El evangelio
fraguado, de microondas, de cajita “Cracker Jack”, no sirve ni para alimentar un
ratón de laboratorio, pues sólo produce cáncer en el cuerpo de Cristo, la Iglesia.
Mi hermano en la fe, la madurez como creyentes es esencial y requerida por el
Señor y la militancia en su palabra, un mandato, no caiga en las artimañas del error.
Pastor
Gilberto Rufat
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