¿Hay
injusticia en la elección?
Base Bíblica: Romanos 9:13-16
“¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay
injusticia en Dios? En ninguna manera.”
En la carta
a los Romanos 9:14, Pablo se adelanta a las objeciones que la doctrina de la
elección podría traer a la mente de los romanos. El apóstol estaba consciente
que desde un punto de vista humano dicha doctrina (la elección) podría parecer
injusta. De manera que el apóstol les pregunta, ¿hay injusticia en que Dios
amase Jacob y aborreciera a Esaú?
Independientemente
de lo que usted crea, fue eso lo que Dios hizo, amó a Jacob y aborreció a Esaú.
Por ende, la pregunta no está basada en una suposición, sino en un acto
soberano de Dios.
Romanos 9:13 “…A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.”
El problema
al interpretar dicho pasaje, como otros en la Biblia, es que en ocasiones partimos
de premisas equivocadas. En este pasaje hay dos premisas equivocadas:
1- Presumimos que Dios debe y tiene que tener misericordia de los hombres, cuando la verdad es, que Dios no tiene por qué ser misericordioso. La misericordia no es lo que merecemos, sino la muerte. De hecho, si reclamáramos justicia, lo único que hallaríamos sería nuestra condenación.
1- Presumimos que Dios debe y tiene que tener misericordia de los hombres, cuando la verdad es, que Dios no tiene por qué ser misericordioso. La misericordia no es lo que merecemos, sino la muerte. De hecho, si reclamáramos justicia, lo único que hallaríamos sería nuestra condenación.
Romanos 6:23
“Porque la paga del pecado es muerte,
mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
2- Dios puede (y es evidente que lo hace), tener misericordia de quien él quiera tener misericordia. Esto no debería sorprenderle a ningún cristiano que tenga una comprensión mínima de la teología del Antiguo Testamento, pues ella descansa en la elección y preservación de Dios sobre su pueblo.
2- Dios puede (y es evidente que lo hace), tener misericordia de quien él quiera tener misericordia. Esto no debería sorprenderle a ningún cristiano que tenga una comprensión mínima de la teología del Antiguo Testamento, pues ella descansa en la elección y preservación de Dios sobre su pueblo.
Romanos 9:15 “Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.”
Dios le dijo a Moisés lo siguiente:
Éxodo 33:19 “Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro,
y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del
que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.”
El argumento
Paulino radica en que Dios no es injusto porque pudiendo enjuiciar a todos
(condenar a todos), haya decidido tener misericordia de algunos. Los que
reciben misericordia, claramente no reciben lo que merecen, pero los que
reciben juicio, reciben lo que merecen.
La
argumentación humana estriba en que Dios debería darles a todos la misma
medida, lo que resultaría en enjuiciar a todos o en salvar a todos. Si nos
detuviésemos un momento a pensar sobre el particular, sería insensato presumir que Dios es injusto y por otra parte, demostramos arrogancia
sobre el hecho de pretender corregir o proponer un mejor plan que el divino.
En el plano
humano decidimos todos los días consciente o inconscientemente favorecer a
unos, mientras a otros no los favorecemos. Por ejemplo: Si un matrimonio quisiera adoptar un
niño(a), esto sería un acto de gracia y bendición sobre el niño(a). Sin embargo,
el hecho de que no adoptaran a todos los niños(as), ¿constituiría dicho acto en
uno injusto? NO. O es que para ser bueno o justo, ¿tendría que adoptar a todos
los niños?
Por
consiguiente, el apóstol expresa referente a la elección:
Romanos9:16 “...no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que
tiene misericordia”
La palabra quiere del griego “thelo” significa querer, desear, implicando volición y propósito, con
frecuencia una determinación. Se traduce con el verbo querer con la mayor
frecuencia. De manera, que la
salvación no depende de otra cosa, sino de la elección divina, pues ni desearla, ni ir tras ella, nos haría merecedores; aunque la verdad es que
para el perdido, ésta no importa.
Conclusión:
La Biblia
expresa con toda claridad que es Dios quien decide
tener misericordia de quien él quiera, por cuanto no está
obligado a hacerlo. De igual forma, tampoco es injusto si la concede a unos y a otros no.
Pastor Gilberto
Rufat
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.