¿NIEGA LA MALDAD Y EL SUFRIMIENTO LA EXISTENCIA DE DIOS?
por: Gilberto Rufat
Una de las mayores objeciones a la fe cristiana, es aquella
que presenta la realidad del mal y el sufrimiento en el mundo, como argumentos
que impiden la posibilidad en la creencia de Dios y de uno, amoroso. El filósofo
Epicuro lo afirmó de la siguiente manera:
“O Dios quiere abolir la maldad y no puede; o puede, pero no
quiere; o no puede y no quiere. Si quiere, pero no puede, es impotente. Si
puede y no quiere, es malvado. Pero si Dios puede y quiere abolir la maldad,
¿cómo viene la maldad al mundo?” (Epicuro)
El argumento filosófico es el siguiente: Si Dios existe y es
amoroso, entonces, ¿cómo puede Dios permitir el mal y el sufrimiento? O ¿es que Dios
no puede intervenir o no quiere intervenir? Si no puede intervenir, entonces su amor es
incapaz y si puede y no quiere, es malévolo, pues pudiendo hacer algo, permite
el mal.
Existen varias suposiciones erradas, que deben ser aclaradas, a modo de poder comprender y responder al tema de la maldad y el sufrimiento
ante la realidad de la existencia de Dios.
1- Los Seres Humanos No Son
Buenos
El rabí Harold Kushner llegó a una conclusión diferente en
su libro “When Bad Things Happen to Good People” (Cuando a la gente buena le pasan cosas malas). En el mismo, presenta que Dios no es
todopoderoso, ya que, le gustaría ayudar, pero no puede resolver todos los
problemas del mundo. Kushner llega a afirmar: “Aun Dios tiene dificultad en mantener
el caos bajo control”.
El primer problema teológico que presenta el libro “Cuando
cosas malas le suceden a la gente buena” radica en la falsa suposición de que
los seres humanos somos buenos por naturaleza. Si bien es cierto que Dios nos creó
a su imagen y semejanza, no es menos cierto, que la caída afecto todas las
cosas y en especial al hombre. En Romanos 3:10-18 expone:
“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien
entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron
inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto
es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus
labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran
para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no
conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.”
2-Dios Nos Tiene Que
Amarnos
¿Es consistente con la realidad del pecado y la consecuencia
del mismo, suponer que Dios deba ser misericordioso o amoroso para con hombres
caídos? Un dicho popular a favor de la suposición de que Dios debe y tiene que
ser misericordioso dice: “Si errar es humano, entonces perdonar es divino”.
Desde la perspectiva de la teología del Antiguo y del Nuevo
Testamento, Dios no tiene por qué perdonarnos y si decide hacerlo es por pura
gracia. El último libro del Antiguo Testamento comienza con esta afirmación:
“Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos
amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú
aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los
chacales del desierto.” (Malaquías 1:2-3)
Dios le dejó claro al pueblo de Israel, a través del profeta
Malaquías, que a pesar de que él los había elegido y amado, ellos se habían revelado
y estos, al mirar sus vidas producto de su propio pecado, le atribuían inacción
y alejamiento de Dios, cuando era el producto de sus propios pecados. De la
misma manera, en la carta a los Romanos el apóstol Pablo presenta con toda
claridad, que Dios no está obligado a amar a nadie.
“¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En
ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga
misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del
que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Romanos
9:14-16)
3-Presuponer Que Del
Mal No Puede Proceder Nada Bueno
La objeción a la existencia de Dios sobre la base de la
maldad y el sufrimiento supone que del mal no puede provenir un bien mayor, que
Dios tiene que respetar nuestra libertad, pero a la vez, intervenir sin
cohibirla, si decidimos mal. Lamentablemente, así somos los seres humanos de
contradictorios; queremos libertad sin responsabilidad y pretendemos limitar a
Dios solamente porque no entendemos su plan o no deseamos aceptar su soberanía
como Creador. No obstante, del mayor mal provino también el mayor bien, el plan
de salvación. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia de Dios.
Todos pasamos por periodos difíciles en los cuales nos
pronunciamos con insatisfacción o decepción al desconocer el plan de Dios.
Existen momentos en la vida aun de los cristianos que nos sentimos como si Dios
nos hubiera abandonado. Aún Jesús clamó a gran voz:
“…Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27:46)
Jesús no fue la excepción, pues en su humanidad y por causa
de la obra de expiación que realizaba estando en la cruz, se sintió abandonado al
ser abrumado por la carga de nuestro pecado.
¿Quién de los presentes a los pies de la cruz pudo entender
y gozarse de lo que allí acontecía? ¿Quién de los allí reunidos pudo ver que a
través de la más horrenda e injusta muerte, saldría algo bueno? Sin embargo,
todos se equivocaron. Mientras nos quejamos, Dios continúa obrando y lo
maravilloso e incomprensible para nosotros es, que él no se detendrá hasta
hacer de nosotros lo que se ha propuesto y cumplir su plan. Dios no
se frustra porque al momento no podamos entender su amor por nosotros, sus
hijos.
4-Solemos Juzgar Todo
Sobre la Base de Nuestro Presente
Tenemos la tendencia, por causa de nuestra humanidad, a
contemplar todo desde la perspectiva del aquí y del ahora, esto es, sobre la
base exclusiva de nuestro presente. Sin embargo, nos olvidamos que Dios no está
sujeto a tiempo y espacio como nosotros y que Dios obra aún en aquellos que
salvó, un propósito que se extiende hacia la eternidad. El sabio Salomón lo
dijo de la siguiente manera:
“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en
el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho
Dios desde el principio hasta el fin.” (Eclesiastés 3:11)
Otro ejemplo lo vemos en Pedro cuando no quería
disponerse a participar del lavatorio de los pies en la última cena.
“Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo
comprendes ahora; mas lo entenderás después.” (Juan 13:7)
Por ende, no debemos pasar juicio sobre cosas que no
entendemos o que están fuera de nuestro alcance, puesto que Dios nos llama a
confiar en él y no siempre a entender, lo que se dará en el proceso.
5-Creemos Que Todo Se
Trata De Nosotros
Nos guste o no nos guste, lo entendamos o no lo entendamos,
la razón de la vida tal y como la conocemos, no es entorno a nosotros, ni se
trata de nosotros, sino que se basa en el plan y en el designio de Dios. Por
causa del humanismo, tenemos la tendencia a pensar que las cosas giran
alrededor nuestro, con ello expresando nuestro egoísmo irracional. La vida gira
alrededor del Creador. Por consiguiente, la soberanía de Dios está por encima
de todo cuanto acontece.
Conclusión:
Debemos a aprender a confiar en Dios, por cuanto él está en
control de todo y lo que sucede pasa de acuerdo a su voluntad, la
cual descansa en su naturaleza y carácter santo, justo y amoroso. Nunca
olvidemos que Dios ha demostrado a través de la historia que los eventos más
difíciles pueden ser usados para su gloria, así como pueden ser permitidos para
mostrar su ira sobre el pecado.
*Análisis de la primera objeción al cristianismo, basado en
el libro de Lee Strobel, El Caso de la Fe.
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