"Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente." (Lucas 13:3,5)
Estas fueron las palabras de Jesús, sobre aquellos que podían ver el pecado de otros, pero no el suyo. No hay salvación descrita en la Biblia sin arrepentimiento.
El pecado no es comparable a la maldad o a las faltas de otros, sino que el pecado es pecado porque simple y sencillamente es una afrenta a lo establecido por Dios y a su naturaleza.
Por ende, nuestras faltas no tienen degradaciones, aunque sí varían sus consecuencias terrenales, ya que la consecuencia espiritual es la misma para todos (la separación eterna de Dios).
Nadie necesita un médico a no ser que crea estar enfermo o esté enfermo; de la misma manera es en la salvación. Sin embargo, en la obra de la salvación, sólo el Espíritu Santo de Dios puede convencernos de ello y guiarnos al arrepentimiento.
El arrepentimiento, que es según Dios, reconoce todos sus pecados, pero también abraza el deseo de convertirse en un discípulo y no en un mero creyente. La gran comisión no fue un llamado a creer, sino a seguir a Jesús, lo cual involucra la fe.
No obstante, el fin no es adoptar una creencia, sino adoptar un nuevo estilo de vida. De ahí, que seamos llamados en la salvación a ser discípulos.
Pastor Gilberto Rufat
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