viernes, 19 de septiembre de 2014

PUESTO QUE EXISTE LA MALDAD Y EL SUFRIMIENTO, NO EXISTE UN DIOS AMOROSO

PUESTO QUE EXISTE LA MALDAD Y EL SUFRIMIENTO, NO EXISTE UN DIOS AMOROSO
Por: Rev. Gilberto M. Rufat

(Resumen y análisis de la primera objeción al cristianismo del libro: El Caso de la Fe, de Lee Strobel)

La primera objeción a la fe cristiana es presentada sobre la realidad del mal y el sufrimiento en el mundo, mediante la cual, algunos objetan que es imposible sostener dicha realidad con la existencia de un Dios amoroso. A modo de hallar respuesta a tales objeciones, Lee Strobel visita al Dr. Peter John Kreeft. El capítulo comienza con una cita que parece sostener la contradicción que estos dos hechos suscitan.

“O Dios quiere abolir la maldad y no puede; o puede, pero no quiere; o no puede y no quiere. Si quiere, pero no puede, es impotente. Si puede y no quiere, es malvado. Pero si Dios puede y quiere abolir la maldad, ¿cómo viene la maldad al mundo?” Epicuro, filósofo

El argumento filosófico es el siguiente: Si Dios existe y es amoroso, entonces, ¿cómo puede permitir el mal existente y el sufrimiento? O Dios no puede intervenir o no quiere intervenir, ya que, su amor es incapaz o es malévolo, pues pudiendo hacer algo, permite el mal. Existen varias suposiciones erradas, que a mi juicio, dentro de una teología social y laxa, no se desean argumentar.


Los Seres No Son Buenos

El rabí Harold Kushner llegó a una conclusión diferente en su libro “When Bad Things Happen to Good People” (Cuando las cosas malas les suceden a la gente buena), ya que, según éste, al fin y al cabo, Dios no es todopoderoso, pues le gustaría ayudar, pero no puede resolver todos los problemas del mundo. Al punto que afirmó:

“Aun Dios tiene dificultad en mantener el caos bajo control."

El problema que presenta este argumento, es que desde un punto de vista teológico es erróneo, pues supone que los seres humanos somos buenos. Si bien es cierto que Dios lo que hizo, lo hizo bien y dijo que era bueno, no obstante, la caída afecto todas las cosas. De ahí, que los seres humanos no somos buenos moralmente ante Dios.

“Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.” (Romanos 3:10-18)

Dios Nos Tiene Que Amar

No es consistente con la realidad del pecado y la consecuencia del mismo, el suponer que Dios deba ser misericordioso o amoroso para con los hombres. Un dicho muy popular dice: “Errar es humano y perdonar es divino”, sin embargo, Dios no tiene porqué perdonarnos y si decide hacerlo es por pura gracia. El último libro del Antiguo Testamento comienza con esta afirmación:

“Yo os he amado, dice Jehová; y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé a Jacob, y a Esaú aborrecí, y convertí sus montes en desolación, y abandoné su heredad para los chacales del desierto.” (Malaquías 1:2-3)

Dios le dejó claro al pueblo de Israel, a través del profeta Malaquías, que a pesar de que él los había elegido y amado, ellos se habían rebelado y estos, al mirar sus vidas producto de su propio pecado, le atribuían inacción y alejamiento de Dios, cuando era el producto de sus malas decisiones. En la carta a los Romanos el apóstol Pablo presenta con toda claridad, el que Dios no está obligado a amar a nadie.

“¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Romanos 9:14-16)

Del Mal No Puede Proceder Nada Bueno

La objeción a la existencia de Dios sobre la base de la maldad y el sufrimiento supone que del mal no puede provenir un bien mayor. Que Dios tiene que respetar nuestra libertad, pero a la vez intervenir sin cohibirla, si decidimos mal.

Lamentablemente, así somos los seres humanos de contradictorios; queremos libertad sin responsabilidad y pretendemos limitar a Dios solamente porque no entendemos su plan o no deseamos aceptar su soberanía como Creador. No obstante, del mayor mal provino también el mayor bien. Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia de Dios, (referente a la muerte de Jesús y a la salvación a través de esta). Aún Jesús clamó a gran voz:

“…Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" (Mateo 27:46)

Todos pasamos por momentos en la vida en la que nos sentimos desamparados por Dios. Y vemos que Jesús no fue la excepción, pues en su humanidad y por causa de la obra de expiación que realizaba estando en la cruz, se sintió abandonado por Dios. ¿Quién de los presentes a los pies de la cruz pudo entender y gozarse de lo que allí acontecía? ¿Quién de los allí reunidos, pudo ver que a través de la más horrenda e injusta muerte, saldría algo bueno? Sin embargo, todos se equivocaron. Mientras nos quejamos, Dios continúa obrando y lo maravilloso e incomprensible para nosotros es, que él no se detendrá hasta hacer de nosotros lo que se ha propuesto. Dios no se frustra, si al momento no podemos entender su amor por nosotros.

Solemos Juzgar Todo Sobre la Base de Nuestro Presente

Tenemos la tendencia, por causa de nuestra humanidad, a contemplar todo desde la perspectiva del aquí y del ahora

“Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.” (Eclesiastés 3:11)

Otro ejemplo lo vemos en Pedro cuando éste no quería disponerse a participar del lavatorio de los pies en la última cena.

“Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.” (Juan 13:7)

Por ende, no debemos pasar juicio sobre cosas que no entendemos o que están fuera de nuestro alcance, puesto que Dios nos llama a confiar en él y no siempre a entender, lo que se dará en el proceso.

Creemos Que Todo Se Trata De Nosotros

Nos guste o no nos guste, lo entendamos o no lo entendamos, la razón de la vida tal y como la conocemos, no es entorno a nosotros, ni se trata de nosotros, sino que se basa en el plan y en el designio de Dios. Tenemos la tendencia a pensar que las cosas giran alrededor nuestro, expresando en ello, nuestro egoísmo irracional. La vida gira alrededor de Dios. Por ende, la soberanía de Dios está por encima de todo cuanto acontece.

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