martes, 25 de agosto de 2015

Llamados, Santificados y Guardados - Judas 1




Llamados, Santificados y Guardados

Pasaje a considerar:

“Judas, siervo de Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo.” (Judas 1)

Breve comentario:

Cuando comparamos la carta de Judas con otras epístolas, la misma presenta una gran similitud a la epístola de 2Pedro. En ambas cartas podemos ver un propósito doble; advertir y combatir la falsa enseñanza en las iglesias y presentar el conocimiento de la verdad como el único antídoto contra la falsedad.

Los destinatarios de la epístola de Judas son catalogados de la siguiente manera: llamados, santificados y guardados. Éstas hacen referencia a tres bendiciones concedidas por Dios desde la eternidad, obtenidas a través del sacrificio de Jesucristo y mediadas mediante la obra del Espíritu Santo en el nuevo nacimiento o la regeneración, las cuales ningún creyente debe olvidar. Las mismas constituyen la esencia y la verdad del verdadero evangelio, así como las características por las que los verdaderos cristianos fueron llamados y animados a perseverar en la salvación.

1- Los Llamados

La doctrina del llamamiento eficaz o como algunos le catalogan la gracia irresistible, es una doctrina fundamental en la Biblia. El término llamados (κλητός), se utiliza en el griego para indicar una invitación a un banquete. En el Nuevo Testamento representa la acción del Espíritu Santo salvando a los escogidos e introduciéndolos a la iglesia.

Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad, a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” (2Ts. 2:13-15)

“quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.” (2Tm. 1:9)

2- Los Santificados

La expresión santificados (ἀγιάζω) representa la acción por la cual Dios, de manera soberana aparta, coloca o escoge algo de uso común, con el propósito de separarlo para un propósito o finalidad divina. De modo, que los creyentes no son santos por sus obras, sino porque la misericordia y la gracia de Dios los alcanzó para salvación, siendo escogidos desde la eternidad para servirle y ser hechos para alabanza de su gloria.

a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro.” (1Co. 1:2)

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él.” (Ef. 1:3-4)

3- Los Guardados

La palabra guardados (τηρέω), significa custodiados, protegidos, asegurados. Este vocablo representa una de las doctrinas más confortantes al alma humana del creyente; la seguridad de su salvación únicamente en la persona y obra de Cristo.

Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno somos.” (Jn. 10:27-30)

“Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.” (Jn. 17:12)

Conclusión:

La epístola de Judas comienza presentando tres gloriosas verdades del evangelio. Primero, que los creyentes no se invitaron, fueron llamados. Segundo, que los mismos no eran santos, sino que fueron santificados y por último, que los creyentes verdaderos perseveran en la fe, pues son guardados por Dios mismo. Por consiguiente, podemos descansar completamente en la obra salvífica de Jesucristo, en la obra de gracia del Espíritu Santo y en la divina protección de Dios el Padre.

Ninguna de estas expresiones (llamados, santificados y guardados) tendría valor alguno para sostener y alentar a un creyente, si todas dependieran de nosotros; de aceptar el llamado, de lograr santificarnos y de tratar de perseverar en la fe por nosotros mismos, a fin de podernos salvar. Pero siendo concedidas por la gracia de Dios, son el mayor tesoro, la mayor esperanza y la fuente de nuestra paz en medio de las tormentas.

Pastor Gilberto Rufat

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