Llamados, Santificados y
Guardados
Pasaje a considerar:
“Judas, siervo de
Jesucristo, y hermano de Jacobo, a los llamados,
santificados en Dios Padre, y guardados en Jesucristo.” (Judas 1)
Breve comentario:
Cuando comparamos la carta de Judas con otras epístolas, la
misma presenta una gran similitud a la epístola de 2Pedro. En ambas cartas
podemos ver un propósito doble; advertir y combatir la falsa enseñanza en las
iglesias y presentar el conocimiento de la verdad como el único antídoto contra
la falsedad.
Los destinatarios de la epístola de Judas son catalogados de
la siguiente manera: llamados, santificados y guardados. Éstas hacen referencia
a tres bendiciones concedidas por Dios desde la eternidad, obtenidas a través del
sacrificio de Jesucristo y mediadas mediante la obra del Espíritu Santo en el
nuevo nacimiento o la regeneración, las cuales ningún creyente debe olvidar.
Las mismas constituyen la esencia y la verdad del verdadero evangelio, así como
las características por las que los verdaderos cristianos fueron llamados y animados
a perseverar en la salvación.
1- Los Llamados
La doctrina del llamamiento eficaz o como algunos le
catalogan la gracia irresistible, es una doctrina fundamental en la Biblia. El término
llamados (κλητός), se utiliza en el griego para indicar una invitación a un
banquete. En el Nuevo Testamento representa la acción del Espíritu Santo salvando
a los escogidos e introduciéndolos a la iglesia.
“Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros,
hermanos amados por el Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio
para salvación, mediante la santificación por el Espíritu y la fe en la verdad,
a lo cual os llamó mediante
nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis
aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.” (2Ts. 2:13-15)
“quien
nos salvó y llamó con llamamiento santo,
no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos
fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.” (2Tm. 1:9)
2- Los Santificados
La expresión santificados (ἀγιάζω) representa la acción por
la cual Dios, de manera soberana aparta, coloca o escoge algo de uso común, con
el propósito de separarlo para un propósito o finalidad divina. De modo, que
los creyentes no son santos por sus obras, sino porque la misericordia y la gracia
de Dios los alcanzó para salvación, siendo escogidos desde la eternidad para
servirle y ser hechos para alabanza de su gloria.
“a la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con
todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo,
Señor de ellos y nuestro.” (1Co. 1:2)
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos
bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo,
4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante
de él.” (Ef. 1:3-4)
3- Los Guardados
La palabra guardados (τηρέω), significa custodiados,
protegidos, asegurados. Este vocablo representa una de las doctrinas más
confortantes al alma humana del creyente; la seguridad de su salvación únicamente
en la persona y obra de Cristo.
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo
les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me
las dio, es mayor que todos, y nadie las
puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno
somos.” (Jn. 10:27-30)
“Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que
me diste, yo los guardé, y ninguno de
ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se
cumpliese.” (Jn. 17:12)
Conclusión:
La epístola de Judas comienza presentando tres gloriosas verdades
del evangelio. Primero, que los creyentes no se invitaron, fueron llamados.
Segundo, que los mismos no eran santos, sino que fueron santificados y por
último, que los creyentes verdaderos perseveran en la fe, pues son guardados por
Dios mismo. Por consiguiente, podemos descansar completamente en la obra
salvífica de Jesucristo, en la obra de gracia del Espíritu Santo y en la divina
protección de Dios el Padre.
Ninguna de estas expresiones (llamados, santificados y
guardados) tendría valor alguno para sostener y alentar a un creyente, si todas
dependieran de nosotros; de aceptar el llamado, de lograr santificarnos y de
tratar de perseverar en la fe por nosotros mismos, a fin de podernos salvar.
Pero siendo concedidas por la gracia de Dios, son el mayor tesoro, la mayor
esperanza y la fuente de nuestra paz en medio de las tormentas.
Pastor Gilberto Rufat
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