miércoles, 26 de agosto de 2015
El deber de los esposos cristianos
Pasaje a considerar:
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.” (1Pedro 3:7)
Breve comentario:
1-El deber de ejercer autoridad con sabiduría – “vivid con ellas sabiamente”
La palabra sabiamente del griego “gnosis” comprende en el uso del Nuevo Testamento, conocimiento y especialmente, de la verdad espiritual. De ahí, que Pedro llama a los esposos creyentes a ejercer su autoridad como cabeza del hogar con inteligencia y no por la fuerza. El valor de la autoridad no reside en la imposición de la fuerza, bajo el menosprecio o desvaloración de otros, sino en dar orden u organizar, a modo de poder unir esfuerzos en una causa común, para lograr un fin o un bien común, en este caso, la empresa de la familia.
2-El deber de valorar y proteger – “dando honor a la mujer como a vaso más frágil”
La expresión honor del griego “time” denota valoración, precio, honor, por analogía; estimar y específicamente del más alto grado. Pedro entonces llama a los esposos a reconocer el gran valor de la esposa en la relación matrimonial, así como familiar, de manera que demanda de ellos el deber de cuidarlas como a algo frágil que es de gran valor.
3-El deber de respetar la relación – “como a coherederas de la gracia de la vida”
El vocablo coherederas del griego “sunkleronómos” es una palabra compuesta por “sún” que es una preposición que significa juntos, conexión o cercanía entre dos cosas y “kleronómos” que en su sentido original es partir o dividir. Denota literalmente a uno que obtiene una suerte o porción “kleros” – suerte y “nemomai” - poseer, especialmente de una herencia. Por consiguiente, Pedro llama a los esposos a reconocer que su relación personal con su esposa es importante, pues ellas también son receptoras de la gracia divina y esto, no es únicamente para ellos. Las esposas cristianas son partícipes de la gracia de la vida en Cristo, de manera, que los maridos debían reconocer su parte dentro de una gracia común para el hombre y la mujer.
Conclusión:
La vida marital debe ser considerada un estado de honor (He. 13:4) y de gran importancia en el plan de Dios (Mt. 19:4-6). El esposo tiene la gran responsabilidad de dirigir bien su hogar. En la empresa del matrimonio, el hombre no está solo, Dios le proveyó de una ayuda idónea. Por ende, tratar bien a nuestras esposas, valorarlas y respetarlas como a coherederas de la gracia de la vida, no es sugerido, sino demandado por Dios.
Pastor Gilberto Rufat
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