viernes, 21 de agosto de 2015

El Amor y el Respeto: la Base de la Relación Conyugal




El Amor y el Respeto: la Base de la Relación Conyugal

Pasaje a considerar:

"Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido." (Efesios 5:33)

Breve comentario:


El apóstol Pablo resume el problema general de los matrimonios en Efesios 5. Los esposos no están amando a sus esposas de la manera que Dios ordena y las esposas no están respetando a sus esposos como Dios ordena. El amor y el respeto son inseparables; no son una opción y tampoco son negociables para Dios.

Note, que el matrimonio es un estado sagrado para Dios, al punto, que éste lo compara con la unión de Cristo y la iglesia. Una de las primeras cosas que vemos en Génesis, es que Dios vio que no era bueno que el hombre estuviese solo. Así que, Dios creó a la mujer de una de las costillas del hombre y cuando Adán despertó y vio a la mujer, le llamó varona porque del varón salió. Dios quiere que los matrimonios se vean como una unidad.

Lamentablemente, vivimos en una sociedad en donde existe una lucha de poderes, la que es adversa y contraria a lo establecido por Dios. El primer y el más importante deber de un hombre, después de su entrega y sujeción a Dios, es amar a su esposa y todo lo que ello implica. Así también, no existe mayor demanda de Dios para la mujer, después del temor a Dios, que la de respetar a su esposo.

Pero, ¿por qué al igual que el hombre, no consiste primero en amar a su cónyuge, sino en respetarlo? Porque Dios colocó orden en su creación. En ese orden, el varón es cabeza de la mujer. De manera que en esa cadena, el hombre tiene la responsabilidad de amar y sustentar a su esposa como Dios lo hizo primeramente con él y la mujer, la de someterse al cuidado y a la protección de su esposo.

"Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo." (1 Corintios 11:3)

El matrimonio sólo hallará contentamiento dentro del orden y la unidad que son, pues ya no son dos, sino una sola carne. Ambos poseen el mismo valor, dignidad e igualdad frente a Dios. Únicamente, les hace diferentes los roles y las funciones que Dios ordenó a cada uno y a lo que son llamados a sujetarse.

Conclusión:

El amor de Cristo ha de ser nuestro ejemplo. Amemos entonces a nuestras esposas como Cristo nos ama y esposas, respeten a sus maridos como el Señor así lo demanda. Si los esposos buscáramos amar a nuestras esposas como Dios lo demanda, ellas no deberían presentar ningún obstáculo para someterse. Después de todo, los hombres tampoco estarían dispuestos a someterse a Dios, si éste fuera o actuara como un tirano.

Pastor Gilberto Rufat

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