lunes, 24 de agosto de 2015

El que no escatimó en nuestro rescate - Romanos 8:32




el que no ESCATIMÓ en nuestro rescate

Base Bíblica: Romanos 8:32

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”

Breve comentario:

Tres verdades sobre nuestro rescate:

1-Dios no escatimó ni a su propio Hijo para nuestro rescate.

Hoy escuchamos sobre niños y adultos raptados o secuestrados, por los quienes se pide gran cantidad de dinero en rescate. Vemos cómo sufren estas familias tratando de ver cómo consiguen el dinero requerido para el rescate. Si alguna vez se ha preguntado si Dios le ama o cuánto le ama, debería serle suficiente con el hecho de que Dios no escatimó absolutamente cosa alguna por nuestro rescate. Esto significa que Dios nos ama, pues por lo contrario, no hubiese satisfecho la demanda de nuestro pecado, la que exigía nuestra muerte, sustituyéndola por la de su propio Hijo.

2-Dios entregó a su propio Hijo como paga por nuestro rescate.

¿Se ha detenido a pensar cuál fue el precio pagado por nuestro rescate (salvación)? El precio residió en entregar a su propio Hijo. ¿Estaría dispuesto a sacrificar la vida de su único hijo para rescatar la vida de alguien que no lo merece y que está completamente perdido? NO. Sin embargo, es ahí donde “…Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:8).

3-Dios nos llama a confiar en el rescate de su Hijo.

Si el precio fue calculado en la eternidad y Dios ofreció a su unigénito Hijo como paga por nuestro rescate, ¿cómo no proveerá para las demás cosas en la vida? Si Dios decidió bendecirnos, Pablo pregunta, ¿quién se podrá oponer a ello? Nuestra respuesta como creyentes no ha de ser otra, sino de gozo y humillación ante semejante amor.

Conclusión:

La vida humana depende y descansa en Dios; cuánto más ahora, por cuanto hemos sido rescatados. Debemos aprender a confiar en él. Si Dios nos amó tanto que no escatimó desde la eternidad a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, Pablo pregunta, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Al Dios y Padre nuestro sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.” (Filipenses 4:19-20)

Pastor Gilberto Rufat

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