Pasaje
a considerar:
“Como
todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por
su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria
y excelencia” (2Pedro 1:3)
Comentario:
Mediante este versículo, Pedro le asegura a
sus hermanos que todo lo que necesitan para la vida diaria, así como para una
sincera devoción a Dios les ha sido otorgado. El apóstol expone que dos cosas
nos permiten poder disfrutar de una correcta comunión con Dios y nos proveen la
instrucción para el diario vivir; la regeneración y su palabra (la Escritura).
La primera reside en el poder de Dios
actuando mediante una nueva naturaleza o como Pedro le llama, la naturaleza
divina (2P.1:4). Todo verdadero creyente ha experimentado el nuevo nacimiento,
el cual es obrado por el Espíritu Santo (Jn.3:5), a modo de recibir la salvación.
Aquí comienza la obra, pues él vino a hacer morada en los creyentes
(Ro.8:9-11). De manera, que el Espíritu Santo actúa en ellos y a favor de ellos
(Ro.8:26), a fin de llevarlos a vivir y a conformarse a la imagen de Cristo
(Ro.8:29).
La segunda reside en que Dios nos ha
revelado su palabra, la cual fue inspirada por el Espíritu Santo (2Tm.3:16),
por medio de los apóstoles (2P.1:21). Por cuanto Pedro les anima a crecer en el
conocimiento de la palabra de Dios. Lamentablemente, existe una apatía a todo
lo que parezca un estudio serio de las Escrituras en muchas iglesias. Términos
como la teología son desconocidos y aun rechazados.
Conclusión:
Nadie podrá vivir la vida cristiana, ni
venir a ella, sin haber nacido de nuevo, como tampoco podrá vivir de acuerdo a
la voluntad de Dios en desobediencia. El conocimiento de la palabra de Dios es más
que necesario, es el alimento para nuestra alma y los lentes para tener una cosmovisión
correcta en el mundo en el que vivimos.
Pastor Gilberto Rufat
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