“1Ruego a los ancianos que están
entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de
Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: 2Apacentad
la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino
voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3no
como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo
ejemplos de la grey. 4Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores,
vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.” (1Pedro 5:1-4)
Comentario:
En el capítulo cinco, Pedro ruega a los ancianos a
apacentar la grey de Dios, como uno que está sujeto al mismo llamado. Los
ancianos del primer siglo de la era cristiana representaban al líder o a los líderes
establecidos por Dios, a fin de cuidar las iglesias.
A estos líderes se les exhortó a dicha tarea, como
su primera y máxima responsabilidad. Tres puntos resaltan en la lectura de
1P.5:1-4:
1-
La grey o el rebaño no les pertenecía a los líderes.
Las iglesias no le
pertenecen ni a los ancianos ni a los pastores, así como tampoco al grupo de líderes
en o fuera de las mismas.
2-
El líder debía cumplir con sus deberes.
Debía cuidar de la iglesia,
trabajar voluntariamente, no buscando la ganancia deshonesta, sin enseñorearse
de las personas y debía ser ejemplo a otros.
3-
El liderato debía esperar en el Príncipe de los pastores.
Cada líder que ha sido
llamado le responderá a Dios. Por lo tanto, debe esperar recibir una corona
incorruptible de gloria, solamente después de cumplir con su trabajo.
Conclusión:
Esta porción de las Escrituras nos permite
considerar dos aspectos generales del ministerio; es un gran privilegio servir
a Dios para aquellos que fueron llamados a esta tarea y es un privilegio para
una iglesia local contar con un liderato provisto directamente por Dios.
Pastor Gilberto Rufat
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