La gracia de Dios se ha
manifestado para salvación a todos los hombres
“11Porque
la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres.” (Tito
2:11)
Si se lee este versículo aislado del
contexto, alguien podría presumir de haber encontrado evidencia en contra de la
elección divina, pues el versículo lee, "la gracia de Dios se ha
manifestado para salvación a todos los hombres.” El problema con esta interpretación
del pasaje, es que si la gracia de Dios se hubiese manifestado para alcanzar a
todos los hombres, entonces encontraríamos una contradicción en la Biblia, puesto
que la palabra enseña que son pocos los que se salvan (Mt. 7:13). Además, obtendríamos
la primera evidencia de que no todo lo que Dios se propone, puede ser
realizado. De manera, que sería imposible tener alguna seguridad de salvación. Sin
embargo, una mirada al contexto que precede a Tito 2:11 muestra con toda
claridad que la referencia “a todos los hombres” es en sí misma, a todos los
salvados por la gracia o a todos los que la gracia de Dios ha alcanzado.
En el capítulo dos, Pablo instruye a Tito a
enseñar a todos en la iglesia, así como fuera de ella a asumir su
responsabilidad y deberes, para que la palabra de Dios no fuese blasfemada
(Tito 2:5). De modo, que los ancianos, las ancianas, las mujeres jóvenes, los
jóvenes y los siervos debían sujetarse a la palabra de Dios y permanecer en el
lugar en el que fueron llamados, mostrando fidelidad en todo, para que la
palabra de Dios fuese adornada con sus acciones. Lo que Pablo le instruye a
Tito, es que debía enseñar que la gracia en la salvación era una común a todos
los salvados, de forma tal, que no debía haber diferencias en cuanto a la misma
entre ellos, pues todos fueron alcanzados mediante la manifestación de la gracia
divina.
“1Pero tú habla lo que está de
acuerdo con la sana doctrina. 2Que los ancianos sean sobrios,
serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor, en la paciencia. 3Las
ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas
del vino, maestras del bien; 4que enseñen a las mujeres jóvenes a
amar a sus maridos y a sus hijos, 5a ser prudentes, castas,
cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de
Dios no sea blasfemada. 6Exhorta asimismo a los jóvenes a que sean
prudentes; 7presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras;
en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, 8palabra sana e
irreprochable, de modo que el adversario se avergüence, y no tenga nada malo
que decir de vosotros. 9Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus
amos, que agraden en todo, que no sean respondones; 10no
defraudando, sino mostrándose fieles en todo, para que en todo adornen la
doctrina de Dios nuestro Salvador.” (Tito 2:9-10)
Es lamentable el desconocimiento que
algunos evidencian en su afán por defender lo indefendible, pues el versículo
que citan como evidencia, es parte de una carta (Tito), cuyos destinatarios son
mencionados desde el comienzo, como los escogidos de Dios.
“1Pablo,
siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de
Dios y el conocimiento de la verdad que es según la piedad.” (Tito 1:1)
Lo más preocupante es el rechazo directo a
la palabra de Dios y querer acomodarla al entendimiento subjetivo de la persona
o el individuo. Pero, peor aún, cuando se entiende que precisamente esta carta
fue dada por Pablo a Tito para corregir las deficiencias en cuanto a la fe.
La palabra “escogidos” en Tito 1:11, es la
palabra ἐκλεκτός, la que según el Diccionario Strong significa selecto; por
implicación favorito. Según el Diccionario Vine, la palabra significa escogido,
elegido. Por cuanto Pablo comienza diciendo que su mensaje era para los
escogidos por Dios, no para los que “escogieron a Dios” o para todos los
hombres. Ésta es la misma palabra griega que es utilizada por Pedro es su
primera epístola cuando dice:
“2elegidos según la presciencia de Dios Padre
en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de
Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
(1Pedro 1:2)
Pablo mismo le expone a Timoteo que fue
Dios:
“quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad
y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Tito 2:14)
Además,
le dijo:
“15Esto habla, y exhorta y
reprende con toda autoridad. Nadie te menosprecie.” (Tito 2:15)
La
doctrina de la elección simplemente enseña que los elegidos fueron llamados
mediante la soberana gracia de Dios conforme a su voluntad.
“4Pero cuando se manifestó la
bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, 5nos
salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su
misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el
Espíritu Santo, 6el cual derramó en nosotros
abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, 7para que
justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la
esperanza de la vida eterna.” (Tito
3:5-7)
El
versículo seis clarifica que la bondad y el amor de Dios (v.4) se derramó o se
manifestó en nosotros, ¿quiénes? los elegidos, dice en nosotros, no dice a todos. Note, que por causa de la gracia
mediada por la regeneración o el nuevo nacimiento del Espíritu Santo, estos (los
elegidos) vinieron a conocer la justicia de Dios en Cristo, a fin de ser justificados
y ser constituidos herederos conforme a la esperanza de la vida eterna.
Por
ende, el nuevo nacimiento precede al arrepentimiento y a la fe, pues es esta
obra de gracia, por la cual, el pecador muerto en su pecado puede arrepentirse
y venir a abrazar la fe de Jesucristo. El mejor ejemplo de la importancia de la
regeneración en la salvación lo hallamos en Juan tres, en la conversación entre
Jesús y Nicodemo. En la misma, Jesús le dice a Nicodemo que ningún hombre puede
conocerle, sin nacer de nuevo, mostrando, que la regeneración o el nuevo
nacimiento es la obra de Dios Espíritu Santo, sobre aquellos que fueron
llamados. Por lo que el hombre en su estado natural, según Juan tres, no puede
venir a la luz. Dicha imposibilidad radica en que sus obras son malas y no
desea que ellas sean reprendidas. En cambio, aquel que Dios llama, desea venir
a la luz para que sus obras sean hechas en Dios.
“19Y
esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. 20Porque todo
aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras
no sean reprendidas. 21Mas el que practica la verdad viene a la luz,
para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.” (Juan 3:19-21)
Pastor Gilberto
Rufat
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.