Pasaje a considerar:
"Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros." (1Pedro 3:14-15)
Comentario:
Los creyentes en 1Pedro 3, son llamados a vivir a Cristo, a fin de evidenciar su fe en él. La fe no es únicamente una creencia, sino una transformación de vida.
Tres mandatos se desprenden de estos dos versículos:
1- Debían estar dispuestos a sufrir.
El cristianismo verdadero garantiza el sufrimiento de los creyentes en este mundo, pero también el consuelo y la promesa de que todo tendrá propósito en Dios. Por consiguiente, aquellos que son llamados mediante la gracia, lo hacen sabiendo el costo.
2- Debían santificar a Dios desde el corazón.
La santidad no es algo que escogemos, sino a lo que fuimos llamados; nace en la soberanía de Dios y es mediada por la obra del Espíritu Santo en los que fueron apartados. Siendo así, la santidad va más allá de la apariencia física o de costumbres religiosas. La verdadera santidad proviene de un corazón transformado por Dios.
3- Debían estar preparados para presentar defensa de su fe.
La mejor defensa de la fe, es aquella que inicia con la luz del testimonio de la obra de la regeneración o del nuevo nacimiento. Sin embargo, aunque el testimonio es importante, no sustituye el crecimiento o el conocimiento de las verdades de la palabra de Dios. Los creyentes somos llamados a presentar las razones y las evidencias de nuestra fe y no únicamente modelarlas.
Conclusión:
Haber sido llamados por la soberana gracia de Dios no garantiza una vida placentera. Los hijos de Dios somos llamados a sufrir (si es necesario por la fe), a vivirla y a estar preparados para presentar defensa de la misma.
Pastor Gilberto Rufat
"Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros." (1Pedro 3:14-15)
Comentario:
Los creyentes en 1Pedro 3, son llamados a vivir a Cristo, a fin de evidenciar su fe en él. La fe no es únicamente una creencia, sino una transformación de vida.
Tres mandatos se desprenden de estos dos versículos:
1- Debían estar dispuestos a sufrir.
El cristianismo verdadero garantiza el sufrimiento de los creyentes en este mundo, pero también el consuelo y la promesa de que todo tendrá propósito en Dios. Por consiguiente, aquellos que son llamados mediante la gracia, lo hacen sabiendo el costo.
2- Debían santificar a Dios desde el corazón.
La santidad no es algo que escogemos, sino a lo que fuimos llamados; nace en la soberanía de Dios y es mediada por la obra del Espíritu Santo en los que fueron apartados. Siendo así, la santidad va más allá de la apariencia física o de costumbres religiosas. La verdadera santidad proviene de un corazón transformado por Dios.
3- Debían estar preparados para presentar defensa de su fe.
La mejor defensa de la fe, es aquella que inicia con la luz del testimonio de la obra de la regeneración o del nuevo nacimiento. Sin embargo, aunque el testimonio es importante, no sustituye el crecimiento o el conocimiento de las verdades de la palabra de Dios. Los creyentes somos llamados a presentar las razones y las evidencias de nuestra fe y no únicamente modelarlas.
Conclusión:
Haber sido llamados por la soberana gracia de Dios no garantiza una vida placentera. Los hijos de Dios somos llamados a sufrir (si es necesario por la fe), a vivirla y a estar preparados para presentar defensa de la misma.
Pastor Gilberto Rufat
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