lunes, 2 de marzo de 2020

El justo juicio de Dios - Judas 1:5 al 7

Tema: El justo juicio de Dios

Pasajes a considerar: Judas 1:5 al 7

Mas quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron. Y a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día; como Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera que aquéllos, habiendo fornicado e ido en pos de vicios contra naturaleza, fueron puestas por ejemplo, sufriendo el castigo del fuego eterno.

Introducción

Judas inicia la carta llamando la atención de la iglesia sobre la necesidad de contender por el santo evangelio (Judas 3), esto es, por la necesidad de mantenerse firmes en la fe que se les había comunicado (2 Timoteo 3:14 al 4:4). La expresión “una vez dado a los santos”, en Judas 3, indica que el evangelio está completo, por lo que no podemos añadirle, quitarle o desobedecer sin ser juzgados por Dios (Apocalipsis 22:18 al 19).

Este los advierte sobre la infiltración de falsos maestros y de las falsas enseñanzas que introducirían a la iglesia (Judas 4). Estas enseñanzas destruirían el testimonio de la iglesia y traerían todo tipo de problemas afectando la comunión de la iglesia, por cuanto la inmoralidad siempre va de la mano de la impiedad, pues nunca andan separadas.

Judas comienza en los versículos 5 al 7 presentando tres ejemplos de juicios divinos como un recordatorio a todos aquellos que creen que no darán cuentas de sus pecados.

Exposición del pasaje

El primer ejemplo de juicio divino muestra que no todos los que salieron de Egipto entraron a la tierra prometida. El propósito de Dios Espíritu Santo mediante Judas no es establecer que se puede perder la salvación, sino que consiste en demostrar que no todos los que siguieron y caminaron con Moisés realmente creyeron. El mismo es una advertencia a los que se creen cristianos por el hecho de andar y compartir con los santos. Andar entre santos no hace a nadie santo. El libro de Hebreos interpreta la razón del juicio divino.

 ¿Quiénes fueron los que, habiendo oído, le provocaron? ¿No fueron todos los que salieron de Egipto por mano de Moisés? ¿Y con quiénes estuvo él disgustado cuarenta años? ¿No fue con los que pecaron, cuyos cuerpos cayeron en el desierto? ¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad. (He. 3:16-19)

El autor de Hebreos afirma que no entraron porque nunca creyeron la palabra de Dios, no porque perdieran la fe en la misma. Esto es evidente en la frase “…no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron” (He. 4:2). Esta advertencia también fue predicada por Jesús al final del Sermón del Monte.

No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. (Mt. 7:21-23)

No hay un peligro mayor para una persona que crea que es cristiana cuando no lo es.

Jesús señala que muchos lo llamarán Señor en el día del juicio y aun tratarán de presentar defensa de su fe sobre la base de sus obras y de haber participado en actividades cristianas, pero que no han mostrado fruto de un verdadero arrepentimiento, como resultado de la fe salvadora en Jesucristo. La expresión “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” es evidencia de lo que exponemos. Jesús les dice categóricamente que nunca los conoció porque no son sus ovejas y son condenados porque son hacedores de maldad disfrazados de cristianos. 

El segundo ejemplo presenta el juicio divino contra los ángeles que se rebelaron contra Dios. Aquellos que piensan que Dios tiene que ser misericordioso para con los que se rebelan contra él,  debería bastarles con este ejemplo para comprender que Dios no le debe misericordia a nadie. Los ángeles fueron creados antes que los hombres y fueron creados superiores en naturaleza a los mismos, sin embargo, Dios no trazó o predestinó un plan de salvación para ellos o para un grupo de estos. El libro de Hebreos presenta esta verdad cuando expresa lo que sigue:

Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. (He. 2:16)

El apóstol Pablo enseña esta verdad en la epístola a los Romanos.

Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. (Ro. 9:15-16)

De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. (Ro. 9:18)

El tercer ejemplo es el juicio divino contra las ciudades de Sodoma y Gomorra. En este ejemplo, vemos que el juicio de Dios contra los que practican el pecado es justo y merecido. Cuando leemos la historia narrada en Génesis 18, observamos cómo Abraham intercede por la ciudad de Sodoma porque creía que quizás había algunos justos que recibirían un castigo que no merecían.

Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? (Gn. 18:23-25)

En primer lugar, debemos observar que Abraham está abogando por los justos que él cree que tal vez vivan en la ciudad de Sodoma y no por los injustos o impíos de la ciudad. El argumento de Abraham ante Dios es que no sería justo que los justos pagaran por el pecado de los injustos, así que el reclamo de Abraham era uno justo y legítimo siempre y cuando hubiera algún justo.   

La preocupación de Abraham era que aquella acción manchara el nombre justo y santo de Dios. Él lo expresó de la siguiente manera: “El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?”. Para Abraham, las acciones de Dios debían evidenciar su naturaleza y atributos. 

Por otro lado, vemos a Abraham también interceder frente a Dios, pidiéndole que perdone a la ciudad por causa de los cincuenta justos que él creía que podrían habitar en la ciudad de Sodoma, lo que no constituía un acto de injusticia, sino uno de misericordia. 

La historia narrada en Génesis 18:20-33 muestra varias cosas importantes sobre el juicio de Dios.

1- Que sobre la naturaleza justa de Dios, todo pecado será condenado.

2- Que el juicio de Dios siempre es justo.

3- Que Dios castiga a los que lo merecen, por consiguiente, su justicia nunca es injusticia.

Conclusión

La carta de Judas constituye una clara advertencia contra aquellos que construyen una imagen de un dios que es bueno si ama a todos, pero que es injusto si muestra únicamente misericordia sobre algunos o si enjuicia eternamente a todos los que no creyeron. Es inconsistente con las Escrituras pensar o decir que Dios no ha de juzgar lo que claramente debe moralmente juzgar.

Lo que es sorprendente, no es que un Dios justo ejecute justicia sobre criaturas rebeldes y continuamente pecadoras, es que haya decidido tener misericordia de muchos viniendo a vivir entre pecadores una vida justa, para ser el Justo y el que justifica al impío. La solución de Abraham al pecado de Sodoma, podríamos decir que, fue profética en el sentido de que Dios decidiera tener misericordia de muchos pecadores por amor al único justo, Jesucristo hombre.

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