Tema: Le
era necesario padecer, morir y resucitar (parte 5)
Pasaje a considerar: Mateo 16:21-23 y Daniel
9:24-27
Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era
necesario ir a Jerusalén y padecer
mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó
a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te
acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí,
Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino
en las de los hombres.
Predicación del domingo, 1 de marzo de 2020
Explicamos la “aparente contradicción” en el cumplimiento de Zacarías 12:10 en el Nuevo Testamento
en labios del apóstol Juan, en Juan 19:33-37 y en Apocalipsis 1:7.
Predicación del domingo,
8 de marzo de 2020
Estudiamos la profecía con relación a la muerte del Mesías en Daniel 9:24-27.
24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y
sobre tu santa ciudad, para
terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para
traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al
Santo de los santos.
25 Sabe, pues, y entiende, que
desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en
tiempos angustiosos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo
de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin
será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.
27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la
mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la
muchedumbre de las abominaciones vendrá
el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se
derrame sobre el desolador.
Puntos más
sobresalientes de Daniel 9:24-27
1- La obra de redención a través
del Mesías Príncipe (Dn. 9:24)
2- El tiempo del cumplimiento de
la llegada del Mesías (Dn. 9:25-26)
3- La profecía de la muerte del Mesías (Dn. 9:26)
4- Su muerte sería sin culpa (Dn.
9:26)
“sin
que se encuentre culpa en él” – traducción de la Biblia Latinoamericana
“sin
que tenga culpa” – traducción de la Biblia Nacar Colunga
5- La muerte del Mesías ocurriría
en los días del cuarto reino (Dn. 9:26)
6- El Mesías establecería con su
muerte el cumplimiento del nuevo pacto y pondría fin a los sacrificios (Dn.
9:27).
7- Se anuncia la desolación que vendría
posteriormente sobre la santa ciudad, Jerusalén y el templo (Dn. 9:26-27)
Ejemplos de la profecía
de Daniel 9:24-27 según la interpretación dispensacionalista pretribulacionista
El
comentarista William MacDonald en su Comentario Bíblico asevera lo siguiente:
Terminar la prevaricación, y
poner fin al pecado” - Aunque esto puede referirse
en un sentido general a todos los pecados de Israel, hace referencia en
especial al rechazo que la nación ha mostrado al Mesías. En la Segunda Venida de Cristo, un
remanente se volverá a Él en fe y la prevaricación y el pecado serán perdonados.[1]
William MacDonald cambia el
significado de la obra de redención, a través de la muerte de Jesucristo para salvación
a todos los que creen, hacia un perdón futuro cercano a la segunda venida, cuando
un remanente de Israel se arrepentirá de haber rechazado y condenado a su Mesías.
El pastor John F.
MacArthur en su Biblia de Estudio MacArthur enseña lo que sigue:
Al Mesías se le “quitará la vida”; y 3)
los últimos siete años o semana septuagésima que corresponde al tiempo del
anticristo (Dn. 9:27). El pueblo romano, del cual vendrá el anticristo,
“destruirá la ciudad” de Jerusalén y su templo en el año 70 d. C..[2]
John MacArthur coloca
la última semana en un futuro incierto, creando un espacio de tiempo
indeterminado entre la semana 69 y la 70. Además, cambia el cumplimiento del
nuevo pacto por un supuesto pacto entre el anticristo y el pueblo de Israel que
ni siquiera se menciona en la profecía. Aunque reconoce que hubo un juicio
sobre la nación de Judá en el primer siglo, no lo relaciona con el rechazo al Mesías
y, por consiguiente, al nuevo pacto establecido con su muerte.
La profecía de Daniel
9:24-27 explicada en las notas de la Biblia de Ginebra de 1560
Comentario de Daniel 9:26
x. En esta semana setenta, Cristo vendrá, predicará y sufrirá la
muerte.
y. Parecerá no tener belleza, ni ser de ninguna
estimación; Is. 53:2.
z. Es decir, Tito, el hijo de Vespasiano, que vendría y
destruiría tanto el templo como a la gente, sin ninguna esperanza de
recuperación.
Comentario de Daniel 9:27
a. Al predicar el Evangelio afirmó su promesa, primero a los judíos y
luego a los gentiles.
b. Cristo logró esto con su muerte y resurrección.
c. Lo que significa que Jerusalén y el santuario serían completamente
destruidos debido a su rebelión contra Dios y su idolatría: o como algunos
leen, que la plaga será tan grande que todos se asombrarán de ellos.[3]
La Biblia de Ginebra de 1560 coloca a Cristo muriendo en la semana setenta
y no en la semana sesenta y nueve como alega John MacArthur. Por otro lado, la
misma establece que el pacto al cual se hace referencia es al nuevo pacto
mediado a través de la muerte de Jesucristo. Finalmente, presenta el cumplimiento
del juicio o la desolación que vendría sobre Jerusalén y no a la llegada del anticristo.
Nada se dice sobre la reconstrucción de un tercer templo.
Traducción de Daniel
9:27 en la Biblia del Oso de 1569
En una semana (son ya setenta)
confirmará
el pacto por muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y el
presente; y a causa de la multitud de las abominaciones vendrá desolamiento,
hasta que perfecto acabamiento se derrame sobre el pueblo abominable.
La traducción de la Biblia del Oso señala que Daniel 9:26 y 27 hablan de la
misma semana. Semana en la cual se confirmaría el pacto y cesarían los
sacrificios, ya que mediante la muerte de Jesús se cumpliría la profecía (Dn. 9:24).
Vemos que la traducción señala que vendría la desolación sobre el pueblo de Judá,
como aconteció en el año 70 d. C. con la destrucción del templo de Jerusalén, según
lo recoge en sus notas la Biblia de Ginebra de 1560.
Contexto general previo
al libro de Daniel
Alrededor del año 930 a. C. bajo el reinado de Roboam, hijo del rey
Salomón, el reino de Israel se divide. Este acontecimiento dio paso a la
formación del reino del norte con su capital en Samaria teniendo como rey a
Jeroboam, mientras que el reino del sur mantuvo su capital en Jerusalén. El
curso de la historia de este punto en adelante fue uno de deterioro espiritual
para ambos reinos.
El reino de Israel y el de Judá fueron amonestados una y otra vez por diferentes
profetas. Los profetas sobre Israel fueron
Elías, Eliseo, Amós y Oseas. Los profetas sobre Judá fueron Joel, Isaías,
Miqueas, Sofonías, Jeremías, Habacuc, Ageo, Zacarías y Malaquías. Ambos reinos experimentaron
el juicio divino. El reino del norte fue invadido por los asirios en el año 722
a. C. y el reino del sur cayó en el año 586 a. C. ante el Imperio babilónico. Dentro
del cautiverio babilónico de Judá, Dios levantó a los profetas Daniel y
Ezequiel.
Contexto inmediato a Daniel
9
El profeta Jeremías fue utilizado por Dios para advertir a Judá. Por cuanto
no habría un arrepentimiento verdadero, a Jeremías le fue revelado que Judá
pasaría a estar en cautiverio por espacio de 70 años bajo el Imperio babilónico
(Jeremías 25:11; 29:10). Únicamente, un remanente sería preservado (Jeremías
24:1-10), porque de esta tribu se había profetizado que vendría el Mesías
(Génesis 49:8-10).
Al inicio de Daniel 9, siendo ya un hombre de edad avanzada, Daniel se
encuentra leyendo la profecía de Jeremías sobre el fin del cautiverio
babilónico. Mientras lee el libro del profeta Jeremías, Daniel comienza a
confesar su pecado y el del pueblo por haberse rebelado contra Dios y ora pidiéndole
que por amor a su nombre mirara la desolación en la que había quedado Judá y la
santa ciudad (Daniel 9:15-19).
Estando en oración, el ángel Gabriel le fue enviado por Dios para que le
diera entendimiento sobre los acontecimientos del plan de redención para su pueblo.
Cabe señalar, que el ángel Gabriel es el mismo que le anuncia a María años después,
que ella sería el instrumento a través del cual Dios el Hijo se encarnaría para
ser el Mesías Príncipe Salvador de Daniel 9.
El Mesías, su muerte y el
nuevo pacto en el libro de Jeremías
(Jeremías
24:1-7) Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a
Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y
herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos
cestas de higos puestas delante del templo de Jehová. Una cesta tenía higos muy
buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que de malos no se
podían comer. Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos; higos
buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer. Y vino
a mí palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a
estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché
de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien. Porque pondré mis ojos
sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los
destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré corazón para que me
conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por
Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón.
En Jeremías 24, Dios le muestra a Jeremías dos cestas de higos. Unos higos eran
muy buenos y otros eran muy malos (Jer. 24:1-3). Jehová le explica a Jeremías
que los higos buenos representaban a todos los transportados de Judá al
cautiverio babilónico. Daniel era uno de aquellos transportados (Jer. 24:4-5).
Dios le comunica a Jeremías que cuidaría de los higos buenos o los
transportados. Que posteriormente los edificaría y los plantaría. Que les daría
un corazón para que conocieran quién era Jehová. Que le serían por pueblo y él por
Dios, porque se volverían a él de todo corazón (Jer. 24:6-7). El resto de los
higos experimentarían el juicio divino (Jer. 24:8-10).
Jeremías 24 profetiza la restauración de un remanente que según la profecía
de Jeremías 25:11 y 29:10 estaría setenta años en cautiverio babilónico. El corazón
que recibiría este remanente hace referencia al cumplimiento de la promesa a la
casa de David y al nuevo pacto.
(Jeremías
30:7-9) ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a
él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado. En aquel día,
dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus
coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que servirán
a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.
Es importante reconocer que el remanente (los higos buenos) sería salvo por
medio del cumplimiento de la promesa a la casa de David, cuando viniera el Mesías
Príncipe (2 Samuel 7:12-16; Salmo 89:3-4; Hechos 2:29-36), el mismo que aparece
en la profecía de Daniel 9:24-27. Por otro lado, se anuncia el “tiempo de angustia para Jacob”, esto es, el
juicio que vendría.
En Jeremías 31 y 32 se establece que el Mesías traería el cumplimiento del
nuevo pacto, por el cual el remanente escogido por gracia recibiría el cambio
de corazón para tornarse a Dios de todo corazón como lo establece Jeremías 24:7.
(Jeremías
31:27-33) He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de
Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. Y así
como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y
afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová. En
aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes
de los hijos tienen la dentera, sino que cada cual morirá por su propia maldad;
los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera. He
aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa
de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el
día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos
invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es
el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová:
Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
(Jeremías
32:37-40) He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los
eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a
este lugar, y los haré habitar seguramente; y me serán por pueblo, y yo seré a
ellos por Dios. Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman
perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré
con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi
temor en el corazón de ellos, para
que no se aparten de mí.
Este nuevo pacto profetizado en Jeremías es aquel que ahora en Daniel 9, el
ángel Gabriel le viene a revelar a Daniel. En la profecía de las setenta
semanas de Daniel 9:24-27 se revela que pasaría un tiempo luego de la salida
del cautiverio de Babilonia, en la que después de ser dada la orden para
restaurar y edificar a Jerusalén, pasarían 490 años hasta la venida del Mesías Príncipe.
Conclusión
Daniel 9:24-27 es una de las profecías más
importantes, si no es la profecía más importante relacionada con la llegada del
Mesías y su obra redentora por su pueblo. Concluimos que la manera correcta de
interpretar dicha profecía es interpretándola según el contexto de Daniel 9, mediante
el libro de Jeremías. Sin este tipo de acercamiento al texto solo estaremos
siendo subjetivos, imponiéndole al texto nuestra propia interpretación.
La profecía de Daniel 9:24-27 es claramente
entendible cuando se interpreta a la luz de Jeremías y de su cumplimiento, según
se enseña en el Nuevo Testamento a través de la obra redentora de Jesucristo.
De modo que dicha profecía tuvo cumplimiento en la primera venida de Jesucristo.
Por: pastor Gilberto Miguel Rufat
[1] MacDonald,
W. (2004). Comentario Bíblico de William MacDonald: Antiguo Testamento y Nuevo
Testamento (465). Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE.
[2] MacArthur,
J. J. (1997, c1997). La Biblia de Estudio MacArthur (edición electrónica) (Dn.
9:24). Nashville: Word Pub.
[3] Notas
bíblicas de Ginebra (1599). 2003 (Dn 9.26-27). Bellingham, WA: Logos Research
Systems, Inc.
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