lunes, 9 de marzo de 2020

Le era necesario padecer, morir y resucitar (parte 5)


Tema: Le era necesario padecer, morir y resucitar (parte 5)

Pasaje a considerar: Mateo 16:21-23 y Daniel 9:24-27

Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.

Predicación del domingo, 1 de marzo de 2020

Explicamos la “aparente contradicción” en el cumplimiento de Zacarías 12:10 en el Nuevo Testamento en labios del apóstol Juan, en Juan 19:33-37 y en Apocalipsis 1:7.

Predicación del domingo, 8 de marzo de 2020

Estudiamos la profecía con relación a la muerte del Mesías en Daniel 9:24-27.

24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos.
25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos.
26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.  
27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

Puntos más sobresalientes de Daniel 9:24-27

1- La obra de redención a través del Mesías Príncipe (Dn. 9:24)

2- El tiempo del cumplimiento de la llegada del Mesías (Dn. 9:25-26)

3- La profecía de la muerte del Mesías (Dn. 9:26)

4- Su muerte sería sin culpa (Dn. 9:26)

“sin que se encuentre culpa en él” – traducción de la Biblia Latinoamericana

“sin que tenga culpa” – traducción de la Biblia Nacar Colunga

5- La muerte del Mesías ocurriría en los días del cuarto reino (Dn. 9:26)

6- El Mesías establecería con su muerte el cumplimiento del nuevo pacto y pondría fin a los sacrificios (Dn. 9:27).
 
7- Se anuncia la desolación que vendría posteriormente sobre la santa ciudad, Jerusalén y el templo (Dn. 9:26-27)

Ejemplos de la profecía de Daniel 9:24-27 según la interpretación dispensacionalista pretribulacionista

El comentarista William MacDonald en su Comentario Bíblico asevera lo siguiente:

Terminar la prevaricación, y poner fin al pecado” - Aunque esto puede referirse en un sentido general a todos los pecados de Israel, hace referencia en especial al rechazo que la nación ha mostrado al Mesías. En la Segunda Venida de Cristo, un remanente se volverá a Él en fe y la prevaricación y el pecado serán perdonados.[1]

William MacDonald cambia el significado de la obra de redención, a través de la muerte de Jesucristo para salvación a todos los que creen, hacia un perdón futuro cercano a la segunda venida, cuando un remanente de Israel se arrepentirá de haber rechazado y condenado a su Mesías.

El pastor John F. MacArthur en su Biblia de Estudio MacArthur enseña lo que sigue:

Al Mesías se le “quitará la vida”; y 3) los últimos siete años o semana septuagésima que corresponde al tiempo del anticristo (Dn. 9:27). El pueblo romano, del cual vendrá el anticristo, “destruirá la ciudad” de Jerusalén y su templo en el año 70 d. C..[2]

John MacArthur coloca la última semana en un futuro incierto, creando un espacio de tiempo indeterminado entre la semana 69 y la 70. Además, cambia el cumplimiento del nuevo pacto por un supuesto pacto entre el anticristo y el pueblo de Israel que ni siquiera se menciona en la profecía. Aunque reconoce que hubo un juicio sobre la nación de Judá en el primer siglo, no lo relaciona con el rechazo al Mesías y, por consiguiente, al nuevo pacto establecido con su muerte.

La profecía de Daniel 9:24-27 explicada en las notas de la Biblia de Ginebra de 1560


Comentario de Daniel 9:26
 x. En esta semana setenta, Cristo vendrá, predicará y sufrirá la muerte.
y. Parecerá no tener belleza, ni ser de ninguna estimación; Is. 53:2.
z. Es decir, Tito, el hijo de Vespasiano, que vendría y destruiría tanto el templo como a la gente, sin ninguna esperanza de recuperación.


Comentario de Daniel 9:27
a. Al predicar el Evangelio afirmó su promesa, primero a los judíos y luego a los gentiles.
b. Cristo logró esto con su muerte y resurrección.
c. Lo que significa que Jerusalén y el santuario serían completamente destruidos debido a su rebelión contra Dios y su idolatría: o como algunos leen, que la plaga será tan grande que todos se asombrarán de ellos.[3]

La Biblia de Ginebra de 1560 coloca a Cristo muriendo en la semana setenta y no en la semana sesenta y nueve como alega John MacArthur. Por otro lado, la misma establece que el pacto al cual se hace referencia es al nuevo pacto mediado a través de la muerte de Jesucristo. Finalmente, presenta el cumplimiento del juicio o la desolación que vendría sobre Jerusalén y no a la llegada del anticristo. Nada se dice sobre la reconstrucción de un tercer templo.

Traducción de Daniel 9:27 en la Biblia del Oso de 1569

En una semana (son ya setenta) confirmará el pacto por muchos, y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y el presente; y a causa de la multitud de las abominaciones vendrá desolamiento, hasta que perfecto acabamiento se derrame sobre el pueblo abominable.

La traducción de la Biblia del Oso señala que Daniel 9:26 y 27 hablan de la misma semana. Semana en la cual se confirmaría el pacto y cesarían los sacrificios, ya que mediante la muerte de Jesús se cumpliría la profecía (Dn. 9:24). Vemos que la traducción señala que vendría la desolación sobre el pueblo de Judá, como aconteció en el año 70 d. C. con la destrucción del templo de Jerusalén, según lo recoge en sus notas la Biblia de Ginebra de 1560.  

Contexto general previo al libro de Daniel

Alrededor del año 930 a. C. bajo el reinado de Roboam, hijo del rey Salomón, el reino de Israel se divide. Este acontecimiento dio paso a la formación del reino del norte con su capital en Samaria teniendo como rey a Jeroboam, mientras que el reino del sur mantuvo su capital en Jerusalén. El curso de la historia de este punto en adelante fue uno de deterioro espiritual para ambos reinos.

El reino de Israel y el de Judá fueron amonestados una y otra vez por diferentes profetas. Los profetas sobre Israel fueron Elías, Eliseo, Amós y Oseas. Los profetas sobre Judá fueron Joel, Isaías, Miqueas, Sofonías, Jeremías, Habacuc, Ageo, Zacarías y Malaquías. Ambos reinos experimentaron el juicio divino. El reino del norte fue invadido por los asirios en el año 722 a. C. y el reino del sur cayó en el año 586 a. C. ante el Imperio babilónico. Dentro del cautiverio babilónico de Judá, Dios levantó a los profetas Daniel y Ezequiel.

Contexto inmediato a Daniel 9

El profeta Jeremías fue utilizado por Dios para advertir a Judá. Por cuanto no habría un arrepentimiento verdadero, a Jeremías le fue revelado que Judá pasaría a estar en cautiverio por espacio de 70 años bajo el Imperio babilónico (Jeremías 25:11; 29:10). Únicamente, un remanente sería preservado (Jeremías 24:1-10), porque de esta tribu se había profetizado que vendría el Mesías (Génesis 49:8-10).

Al inicio de Daniel 9, siendo ya un hombre de edad avanzada, Daniel se encuentra leyendo la profecía de Jeremías sobre el fin del cautiverio babilónico. Mientras lee el libro del profeta Jeremías, Daniel comienza a confesar su pecado y el del pueblo por haberse rebelado contra Dios y ora pidiéndole que por amor a su nombre mirara la desolación en la que había quedado Judá y la santa ciudad (Daniel 9:15-19).

Estando en oración, el ángel Gabriel le fue enviado por Dios para que le diera entendimiento sobre los acontecimientos del plan de redención para su pueblo. Cabe señalar, que el ángel Gabriel es el mismo que le anuncia a María años después, que ella sería el instrumento a través del cual Dios el Hijo se encarnaría para ser el Mesías Príncipe Salvador de Daniel 9.

El Mesías, su muerte y el nuevo pacto en el libro de Jeremías

(Jeremías 24:1-7) Después de haber transportado Nabucodonosor rey de Babilonia a Jeconías hijo de Joacim, rey de Judá, a los príncipes de Judá y los artesanos y herreros de Jerusalén, y haberlos llevado a Babilonia, me mostró Jehová dos cestas de higos puestas delante del templo de Jehová. Una cesta tenía higos muy buenos, como brevas; y la otra cesta tenía higos muy malos, que de malos no se podían comer. Y me dijo Jehová: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Higos; higos buenos, muy buenos; y malos, muy malos, que de malos no se pueden comer. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Como a estos higos buenos, así miraré a los transportados de Judá, a los cuales eché de este lugar a la tierra de los caldeos, para bien. Porque pondré mis ojos sobre ellos para bien, y los volveré a esta tierra, y los edificaré, y no los destruiré; los plantaré y no los arrancaré. Y les daré corazón para que me conozcan que yo soy Jehová; y me serán por pueblo, y yo les seré a ellos por Dios; porque se volverán a mí de todo su corazón.

En Jeremías 24, Dios le muestra a Jeremías dos cestas de higos. Unos higos eran muy buenos y otros eran muy malos (Jer. 24:1-3). Jehová le explica a Jeremías que los higos buenos representaban a todos los transportados de Judá al cautiverio babilónico. Daniel era uno de aquellos transportados (Jer. 24:4-5). Dios le comunica a Jeremías que cuidaría de los higos buenos o los transportados. Que posteriormente los edificaría y los plantaría. Que les daría un corazón para que conocieran quién era Jehová. Que le serían por pueblo y él por Dios, porque se volverían a él de todo corazón (Jer. 24:6-7). El resto de los higos experimentarían el juicio divino (Jer. 24:8-10).

Jeremías 24 profetiza la restauración de un remanente que según la profecía de Jeremías 25:11 y 29:10 estaría setenta años en cautiverio babilónico. El corazón que recibiría este remanente hace referencia al cumplimiento de la promesa a la casa de David y al nuevo pacto.

(Jeremías 30:7-9) ¡Ah, cuán grande es aquel día! tanto, que no hay otro semejante a él; tiempo de angustia para Jacob; pero de ella será librado. En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, yo quebraré su yugo de tu cuello, y romperé tus coyundas, y extranjeros no lo volverán más a poner en servidumbre, sino que servirán a Jehová su Dios y a David su rey, a quien yo les levantaré.

Es importante reconocer que el remanente (los higos buenos) sería salvo por medio del cumplimiento de la promesa a la casa de David, cuando viniera el Mesías Príncipe (2 Samuel 7:12-16; Salmo 89:3-4; Hechos 2:29-36), el mismo que aparece en la profecía de Daniel 9:24-27. Por otro lado, se anuncia el “tiempo de angustia para Jacob”, esto es, el juicio que vendría.

En Jeremías 31 y 32 se establece que el Mesías traería el cumplimiento del nuevo pacto, por el cual el remanente escogido por gracia recibiría el cambio de corazón para tornarse a Dios de todo corazón como lo establece Jeremías 24:7.

(Jeremías 31:27-33) He aquí vienen días, dice Jehová, en que sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombre y de simiente de animal. Y así como tuve cuidado de ellos para arrancar y derribar, y trastornar y perder y afligir, tendré cuidado de ellos para edificar y plantar, dice Jehová. En aquellos días no dirán más: Los padres comieron las uvas agrias y los dientes de los hijos tienen la dentera, sino que cada cual morirá por su propia maldad; los dientes de todo hombre que comiere las uvas agrias, tendrán la dentera. He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.
(Jeremías 32:37-40) He aquí que yo los reuniré de todas las tierras a las cuales los eché con mi furor, y con mi enojo e indignación grande; y los haré volver a este lugar, y los haré habitar seguramente; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios. Y les daré un corazón, y un camino, para que me teman perpetuamente, para que tengan bien ellos, y sus hijos después de ellos. Y haré con ellos pacto eterno, que no me volveré atrás de hacerles bien, y pondré mi temor en el corazón de ellos, para que no se aparten de mí.

Este nuevo pacto profetizado en Jeremías es aquel que ahora en Daniel 9, el ángel Gabriel le viene a revelar a Daniel. En la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24-27 se revela que pasaría un tiempo luego de la salida del cautiverio de Babilonia, en la que después de ser dada la orden para restaurar y edificar a Jerusalén, pasarían 490 años hasta la venida del Mesías Príncipe.

Conclusión

Daniel 9:24-27 es una de las profecías más importantes, si no es la profecía más importante relacionada con la llegada del Mesías y su obra redentora por su pueblo. Concluimos que la manera correcta de interpretar dicha profecía es interpretándola según el contexto de Daniel 9, mediante el libro de Jeremías. Sin este tipo de acercamiento al texto solo estaremos siendo subjetivos, imponiéndole al texto nuestra propia interpretación.

La profecía de Daniel 9:24-27 es claramente entendible cuando se interpreta a la luz de Jeremías y de su cumplimiento, según se enseña en el Nuevo Testamento a través de la obra redentora de Jesucristo. De modo que dicha profecía tuvo cumplimiento en la primera venida de Jesucristo.

Por: pastor Gilberto Miguel Rufat 


[1] MacDonald, W. (2004). Comentario Bíblico de William MacDonald: Antiguo Testamento y Nuevo Testamento (465). Viladecavalls (Barcelona), España: Editorial CLIE.
[2] MacArthur, J. J. (1997, c1997). La Biblia de Estudio MacArthur (edición electrónica) (Dn. 9:24). Nashville: Word Pub.
[3] Notas bíblicas de Ginebra (1599). 2003 (Dn 9.26-27). Bellingham, WA: Logos Research Systems, Inc.

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