Tema: El justo juicio de Dios (parte 3)
Pasaje a considerar
(Judas 1:6) Y a los ángeles que no
guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los ha guardado
bajo oscuridad, en prisiones eternas, para el juicio del gran día;
Introducción
La carta de Judas presenta dos posibles
objeciones con relación a su inspiración divina. Estas objeciones toman como
base que la carta de Judas hace alusión a dos libros que no forman parte del
Nuevo Testamento y que son llamados libros seudográficos. Esto significa que llevan
el nombre de un autor que no pudo haber escrito el libro, ya que no puede ser
reconciliado con la fecha de su publicación. Estos dos libros son: el libro de Enoc
y la Asunción de Moisés. En el libro de Enoc se hace mención al pecado de estos
ángeles que menciona Judas. A los mismos se les relaciona con los hijos de Dios
de Génesis 6:2 y a su pecado con las hijas de los hombres y al juicio que
enfrentarían por causa de su pecado.
Exposición del pasaje
Desde el primer libro de la Biblia,
Génesis, está presente la angeología. La Biblia habla de querubines, serafines,
arcángeles y ángeles. Estos seres espirituales fueron creados antes que los
hombres y fueron hechos superiores en naturaleza a estos (Hebreos 2:7). Algunos
de estos ángeles fueron creados para servir a los hombres que heredarían la
vida eterna (Hebreos 1:14).
En Judas 1:6, Judas presenta como un segundo
ejemplo de juicio divino a los ángeles que se rebelaron contra Dios. El propósito de Judas es mostrar que todos
los que se rebelan contra Dios serán juzgados. Que nadie, absolutamente nadie escapará
del juicio de Dios. Que Dios no le debe misericordia a nadie. Que la misericordia
es un acto de su gracia, porque representa un favor no merecido. Que la Biblia
enseña que el pecador ha sido destituido de la gloria de Dios (Romanos 3:23) y
que merece la muerte (Romanos 6:23).
El autor de la carta a los Hebreos muestra
evidencia de lo que Judas presenta cuando expone lo siguiente:
Porque ciertamente no socorrió a los
ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. (Hebreos 2:16)
La rebelión de los ángeles sucedió antes
que la rebelión de los hombres. Sin embargo, Judas quiere que los destinatarios
de la carta entiendan que Dios no trazó o predestinó un plan de salvación para
estos como queda constatado en Hebreos 2:16.
En el caso de los hombres, Dios no
tiene por qué perdonar a criaturas que deliberadamente se han rebelado contra él
y que, concediéndoles la oportunidad de arrepentirse, no se arrepienten, sino que
continúan pecando. Y que además, se complacen con los que tal hacen (Romanos
1:32). La carta a los Romanos presenta lo que sigue:
Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del
que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene
misericordia. (Ro. 9:15-16)
De manera que de quien quiere, tiene
misericordia, y al que quiere endurecer, endurece. (Ro. 9:18)
Existe una frase acuñada por muchos que
dice como continúa: “Errar es de humanos, perdonar es divino”. La idea detrás de
la expresión es establecer en primer lugar, que es normal a la existencia humana
errar, aunque la Biblia lo llama pecar. Segundo, que, de la misma manera, debe
ser natural a Dios perdonar. Bíblicamente, esta idea no es verdadera. Dios no
creó a un hombre defectuoso, sino que creó a uno portador de su imagen. Este hombre
es descrito en el libro de Eclesiastés 7 como uno recto y que, según Romanos 2,
tiene una conciencia que le señala lo bueno de lo malo.
He aquí, solamente esto he hallado: que
Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones. (Eclesiastés
7:29)
mostrando la obra de la ley escrita en
sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles
sus razonamientos, (Romanos 2:15)
Contrario a lo que muchos cristianos
creen, Dios no tiene que perdonar a nadie. La naturaleza santa de Dios lo lleva
a apartarse de criaturas rebeldes y pecadoras y su justicia lo conduce a condenarlos.
De modo que el hecho de que Dios haya deseado, según el puro afecto de su
voluntad, salvar a muchos en Cristo debe ser interpretado como un milagro, como
la mayor evidencia de su amor por su creación y de su gracia soberana.
La carta a los Romanos nos confronta
con lo que vemos a continuación:
Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas
tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú
que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que
practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que
juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de
Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad,
ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y
por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira
y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme
a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y
honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen
a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre
todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero
gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y
también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios. (Romanos
2:1-11)
El propósito de Judas es corregir la
falsa creencia de que se puede ser cristiano simplemente porque en algún momento
alguno asintió con el mensaje del evangelio y caminó por algún tiempo con el pueblo
de Dios. Los verdaderos creyentes no abandonan la vida cristiana, porque Dios los
salvó. Por consiguiente, los continúa santificando (Juan 17:15-19), pues han de
ser presentados sin mancha (Efesios 5:25-27).
Conclusión
Pastor Gilberto Miguel Rufat
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