sábado, 14 de marzo de 2020

No es al Coronavirus a quien debemos temer


No es al Coronavirus a quien debemos temer

Son muchos los que hoy, como en la antigüedad, corren en búsqueda de alimento y todo tipo de “artículos indispensables” para enfrentar la crisis, pero no entienden que ponen su confianza en cisternas rotas (Jeremías 2:13). Sin embargo, no vemos a esa misma gente, ante la amenaza del Coronavirus, correr hacia Dios en arrepentimiento y en un clamor sincero por salvación (Apocalipsis 9:20-21; 16:9-11).

Todo indica que no hemos aprendido o no hemos entendido el relato de Génesis 3. El papel higiénico, así como “las hojas de higuera” no podrán protegernos de nuestra rebelión y pecados delante de Dios (Génesis 3:7). Si hemos de temerle a algo o a alguien, temamos “a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mateo 10:28).

Nuestra única esperanza como humanidad no está en la ciencia, en el gobierno, en nuevos recursos, ni en la solidaridad humana por buena que parezca. Nuestra única esperanza está en presentarnos ante Dios con un corazón contrito y humillado, por cuanto fue profetizado que no sería rechazado (Salmo 51:17). Jesús dijo: “Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera: (Juan 6:37).

Es preciso recordar y reconocer que según el santo evangelio “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2:5). “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).

Pastor Gilberto Miguel Rufat

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