viernes, 8 de julio de 2016

¿Por qué Dios tiene que intervenir completamente y no parcialmente en la salvación?



¿Por qué Dios tiene que intervenir completamente y no parcialmente en la salvación?


Usted nunca escuchará una oración por la salvación de una persona, en la que no se reconozca la total inhabilidad del individuo por el que se ora y la necesidad de la intervención soberana de Dios sobre el mismo. Tampoco escuchará una oración para salvación como la que sigue:

“Dios, te doy gracias por el libre albedrío que le diste a fulano, mengano, zutano o perengano para que te pudiera escoger y aceptar como Señor y Salvador.”   

Comprender la doctrina de la Depravación, la Inhabilitad o la Corrupción Total del hombre nos ayudará a entender el por qué es necesaria la intervención de Dios de manera directa en la salvación.  


Breve exposición


1) La doctrina de la Depravación Total es también conocida como la Inhabilidad Total como le llamó el teólogo Loraine Boettner o la Corrupción Radical, según el teólogo R. C. Sproul.
 
2) La doctrina de la Depravación Total analiza el resultado de la caída de Adán, así como la de sus consecuencias para la posteridad (la humanidad).

3) La doctrina de la Depravación Total afirma que todo ser humano, a partir de la caída, nace con la corrupción del pecado, la que es inherente a su ser. De modo, que el ser humano es llamado pecador no porque peca, sino porque es un pecador. Esto significa, que peca porque esa es su naturaleza.

4) La doctrina de la Depravación Total no enseña que los seres humanos son lo más depravados que podrían ser, sino que señala el estado de corrupción en el que se encuentran. Siendo ésta su condición, el hombre en su estado natural siempre se inclinará en una medida u otra al mal.

5) La doctrina de la Depravación Total no enseña que el ser humano no pueda expresar amor, bondad y algún tipo de actividad moral, entre otros, porque el hombre aunque caído, fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn. 1:26-27; Ecl. 7:29). Lo que expone es que todos y cada uno de los actos de los hombres pueden ser expresados solamente en un plano horizontal. Esto es, en su relación con otros hombres, pero nunca de manera vertical, con relación a Dios, como categóricamente enseña Ro. 3:10-18.

6) La doctrina de la Depravación Total es el antónimo de la doctrina del “libre albedrío”. La misma enseña que el hombre es libre sólo para auto complacerse.

7) La doctrina de la Depravación Total es la razón por la cual únicamente Dios puede actuar para salvar al pecador, por cuanto está muerto espiritualmente. En la misma, el hombre es presentado como un muerto en una morgue y no como un enfermo en estado crítico en un hospital que busca ayuda. En la misma, el ser humano está totalmente inhabilitado por la corrupción del pecado para querer acercarse a Dios en arrepentimiento. De manera, que el hombre necesita un milagro de la gracia de Dios para volver a la vida y no su ayuda.

8) La doctrina de la Depravación Total es el resultado de la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia (Ef. 2:1-3). Ésta evidencia que el curso natural del hombre en su estado natural de pecado no es hacia la luz, sino hacia las tinieblas. Éste no sólo viola la ley de Dios, sino que se complace con los que lo hacen (Ro. 1:32).


Conclusión


La razón por la que nunca escuchará una oración por la salvación de una persona, en la cual no se reconozca la total inhabilidad de la misma y la necesidad de la intervención soberana de Dios es porque sabemos por experiencia propia que ninguno de nosotros, los que hoy nos llamamos cristianos buscó realmente a Dios. Reconocemos que sin la intervención de Dios, permaneceríamos perdidos.  

La doctrina de la Depravación Total es contraria al orgullo humano, pues la misma no admite crédito humano en la salvación. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.” (Efesios 2:8-9)

La doctrina de la Depravación Total provoca un profundo deseo de conocer a aquel que “…se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia.” (Jeremías 31:3)

Bendiciones.

Pastor Gilberto Rufat

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