miércoles, 17 de junio de 2015

¿QUIÉNES SON LOS VERDADEROS HIJOS DE ABRAHAM?



¿QUIÉNES SON LOS verdaderos hijos de Abraham?

Base Bíblica: Gálatas 3:6-18 y 26-29

Introducción

El apóstol Pablo comienza el capítulo tres de la carta a los Gálatas evidenciando su molestia y asombro por la insensatez de los gálatas. El desatino de éstos no era una simple equivocación, sino un distanciamiento de la obediencia a la verdad (Gá. 3:1). La obra de gracia de la cual habían sido partícipes mediante la obra del Espíritu Santo, por medio de la fe en el evangelio, era reemplazada por las obras de la ley, las que no podían salvarlos, ni guiarlos en su nueva relación con Cristo (Gá.3:3).

¿Había sido en vano el trabajo del apóstol con los gálatas? (Gá. 3:4). Pablo estaba consciente que la obra del Espíritu en la salvación, le pertenece a Dios, de forma tal, que no había sido en vano, al menos, no en todos (Gá. 3:5). Por consiguiente, el apóstol los corrige y declara que sólo los que son de fe, son en realidad los hijos de Dios y los verdaderos herederos con Abraham.


Gálatas 3:6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

Lo primero que debían entender es que la única manera en que hombres caídos de la gloria de Dios (Ro.3:23) pueden tener una relación correcta con Dios, es a través de la justificación por la fe. En el capítulo dos de Gálatas el apóstol se expresa sobre la justificación por la fe de la siguiente manera:

sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será justificado. (Gá. 2:16)

En la epístola a los Romanos capítulo cuatro, Pablo presenta con toda claridad que Abraham fue justificado por la gracia de Dios por medio de la fe, sin ninguna obra a su favor.

¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. (Ro. 4:1-5)

Es su justicia, la que nos es imputada al momento en que por medio de la fe somos llamados. Esto significa que el sacrificio de Jesús en la cruz fue el saldo por todos nuestros pecados; pasados, presentes y futuros. Siendo así, toda nuestra deuda fue eliminada o pagada en la cruz.

Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Col. 2:13-15).

El punto que Pablo resalta en Gálatas 3:6, es que Abraham fue justificado únicamente por la fe. Por consiguiente, Abraham debía ser considerado un ejemplo de la justificación por la fe, a todos aquellos que como él serían llamados a creer.


Gálatas 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.

El Nuevo Testamento no dice que los hijos o herederos de la promesa de Abraham son sus descendientes, como afirman los dispensacionalistas pretribulacionistas y la mayoría de los judíos mesiánicos, entre otros, sino que dice, “…los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”

La palabra “sabed” γινώσκω significa reconocer, entender o tener conocimiento. Por lo tanto, Pablo está diciendo que debían entender y aceptar, que la salvación siempre ha sido a través de la soberana gracia de Dios por medio de la fe. De modo, que solamente los que son de fe, como Abraham mismo (Ro. 4:3 y 9), son contados como sus hijos.


Gálatas 3:8-9 Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.

Pablo expone que Dios dejó evidencia de su plan, en la manera y circunstancia en las que Abraham fue justificado. El apóstol dice: “Y la Escritura, previendo…”, esto es, queriendo Dios mostrar de antemano que salvaría aun de los gentiles a través de la justicia que es por la fe, “dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.”

La mayoría de los judíos entiende que el Pacto Abrahámico, se refiere única y exclusivamente a Israel como nación. Por ejemplo el Dr. Arnold G. Fruchtenbaum dice:

La definición bíblica básica para definir el judaísmo descansa en el Pacto Abrahámico en Génesis. (Fruchtenbaum, Arnold. Hebrew Christianity: Its Theology, History & Philosophy. Seventh Printing, 1995. Pág. 6)
Bíblicamente hablando, los judíos son una nación. Hoy, somos una nación dispersa, pero somos, no obstante una nación. Somos una nación porque somos descendientes de Abraham, Isaac y Jacob. La implicación de esta definición es que no importa lo que in judío haga, nunca puede ser un no judío, no importa lo que de manera individual un judío pueda creer o no creer él permanece siendo judío. (Ibid, 8)

Baruch Maoz, un judío reformado se expresa de la siguiente manera con referencia al Pacto Abrahámico:

…El punto que yo pienso es este: que el Pacto Abrahámico está vigente. El pacto mosaico, el pacto que Dios hizo con la nación judía cuando los dejó salir de Egipto, ha sido reemplazado ahora por el nuevo pacto que fue prometido en Jeremías 31. (Maoz, Baruch. Judaism is not Jewish. Mentor Imprint, 2003. Pág. 77)

Sin embargo, el pastor Stan, Telchin, judío mesiánico y pastor dice que cuando leyó Gálatas 3:29 comprendió lo siguiente:

Si tú perteneces a Cristo, entonces eres simiente de Abraham y heredero conforme a la promesa… Yo comprendí que, no importa si eres judío o gentil, cada creyente en Cristo viene a Dios de la misma manera, por la fe. (Telchin Stan. Messianic Judaism Is Not Christianity”. Chosen Books, 2004. Pág. 91)
Igualmente, Michael L. Brown, profesor asociado de Antiguo Testamento y Lenguas Semíticas de “Trinity Evangelical Divinity School” se expresa de la siguiente manera acerca de Génesis 12:2-3:
Desde los tiempos de Abraham en adelante, él ha estado trabajando de manera pública para atraernos hacia sí mismo. Es por eso, que cuando Dios llamó a Abraham (antes Abram), le dijo: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición... y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” (Gen.12:2-3). La razón por la que Dios escogió a Abraham y a sus descendientes fue para que todo el mundo pudiera ser bendecido. (Brown, L. Michael. Answering Jewish Objection to Jesus Volumen 1. Baker Books, 2000. Pág. 89)

En la Teología Nuevo Testamentaria, Pablo, sin lugar a dudas presenta que Dios escogió a los que habrían de ser salvos desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1:3-4) y que pasarían a creer en el evangelio para salvación, siendo a su vez, sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Ef. 1:13-14). Por tal razón, el apóstol establece, “que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.” Por ende, los hijos de Abraham son todos los que creen y no los que descienden de Israel o de Abraham.

En la epístola a los Romanos, Pablo deja claro este punto cuando responde a la razón del porqué gran parte de la nación de Israel rechazó al Mesías.

No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. (Romanos 9:6-8)


Gálatas 3:10 Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.

En Gálatas 3: 10-16, Pablo aclara que la ley nunca fue dada para salvación, sino para traer condenación sobre la nación de Israel, a fin de exponer su culpabilidad ante la santidad de Dios como a los demás (a los gentiles).

Éste expone que la ley nunca tuvo el propósito de salvar. Los que dependen de la ley están bajo condenación. Esto es evidente en la declaración “maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.” La ley demanda toda nuestra obediencia, lo que por causa de nuestra naturaleza caída es imposible de cumplir. El líder y medio hermano de Jesús, Santiago, lo presenta de la siguiente forma:

Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos. (Santiago 2:10)


Gálatas 3:11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.

Pablo sostiene que la premisa de la justificación por la fe, podía ser vista en el Antiguo Testamento en la declaración del profeta Habacuc cuando expresa:

He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el justo por su fe vivirá. (Habacuc 2:4)


En Romanos, Pablo también presenta en labios del salmista David base bíblica para la justificación por la fe como una definición de lo que ello implica.

Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado. (Romanos 4:6-8)

Pablo define la justificación como “…la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. (Romanos 4:6-8)

Gálatas 3: 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.

La ley no nos llama a creer, sino a obedecer. La ley dice; “El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.” Nuevamente, el argumento de Pablo es que nadie podrá salvarse a través de la ley, pues nadie puede vivirla a perfección.


Gálatas 3:13-14 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

Pablo explica que por tal razón, el plan de Dios es salvar a los elegidos redimiéndoles, esto es, liberándoles de la maldición de la ley. Sólo Jesús pudo cumplir a perfección la ley para que a través de su muerte los gentiles creyentes pudieran ser alcanzados por la bendición de Abraham. Los creyentes, al igual que Abraham reciben la señal del nuevo pacto, la cual es la presencia del Espíritu Santo residiendo de manera permanente en ellos.



Gálatas 3:15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le añade.

Recordemos que la promesa hecha a Abraham fue establecida por medio de la fe, cuando ni aun existía la ley como los judíos la recibieron a través de Moisés cuatrocientos treinta años, posteriormente (Gá. 3:17).


Gálatas 3:16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.

Pablo expone que la promesa no fue dada a todas las simientes (a todos los descendientes de Abraham), sino a su simiente (la cual es Cristo), diciendo que sería solamente una, la de los creyentes. De manera, que todos los creyentes en Cristo son salvos a través de la fe, así como Abraham fue salvo porque le creyó a Dios. Todos los creyentes son los hijos de Abraham, por consiguiente, el verdadero pueblo de Dios.


Gálatas 3:17 Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la promesa.

Pablo expresa que Dios no alteró la promesa hecha a Abraham por medio de la ley, la cual fue entregada a través de Moisés cuatrocientos treinta años después. Pablo señala que nadie puede invalidarla, ni cambiarla, la promesa es por medio de la fe a todos los que creen, (vea el versículo 15, nuevamente).


Gálatas 3:18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.”

Si la salvación es por la ley, entonces ya no es por la promesa, la que es por la fe. Por tal razón, Dios concedió la promesa a Abraham mediante la fe a todos los creyentes y no a los descendientes de Abraham.


Conclusión:


“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:26-29)

Pastor Gilberto Rufat

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