¿QUIÉNES SON LOS verdaderos hijos de Abraham?
Base Bíblica:
Gálatas 3:6-18 y 26-29
Introducción
El
apóstol Pablo comienza el capítulo tres de la carta a los Gálatas evidenciando
su molestia y asombro por la insensatez de los gálatas. El desatino de éstos no
era una simple equivocación, sino un distanciamiento de la obediencia a la verdad
(Gá. 3:1). La obra de gracia de la cual habían sido partícipes mediante la obra
del Espíritu Santo, por medio de la fe en el evangelio, era reemplazada por las
obras de la ley, las que no podían salvarlos, ni guiarlos en su nueva relación con
Cristo (Gá.3:3).
¿Había
sido en vano el trabajo del apóstol con los gálatas? (Gá. 3:4). Pablo estaba
consciente que la obra del Espíritu en la salvación, le pertenece a Dios, de forma
tal, que no había sido en vano, al menos, no en todos (Gá. 3:5). Por
consiguiente, el apóstol los corrige y declara que sólo los que son de fe, son en
realidad los hijos de Dios y los verdaderos herederos con Abraham.
Gálatas 3:6 Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado
por justicia.
Lo
primero que debían entender es que la única manera en que hombres caídos de la
gloria de Dios (Ro.3:23) pueden tener una relación correcta con Dios, es a
través de la justificación por la fe. En el capítulo dos de Gálatas el apóstol se
expresa sobre la justificación por la fe de la siguiente manera:
sabiendo que el
hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo,
nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de
Cristo y no por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley nadie será
justificado. (Gá. 2:16)
En la epístola
a los Romanos capítulo cuatro, Pablo presenta con toda claridad que Abraham fue
justificado por la gracia de Dios por medio de la fe, sin ninguna obra a su
favor.
¿Qué, pues,
diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? Porque si Abraham fue
justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. Porque
¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. Pero
al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al
que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por
justicia. (Ro. 4:1-5)
Es su
justicia, la que nos es imputada al momento en que por medio de la fe somos
llamados. Esto significa que el sacrificio de Jesús en la cruz fue el saldo por
todos nuestros pecados; pasados, presentes y futuros. Siendo así, toda nuestra deuda
fue eliminada o pagada en la cruz.
Y a vosotros,
estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida
juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los
decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en
medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las
potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. (Col. 2:13-15).
El punto
que Pablo resalta en Gálatas 3:6, es que Abraham fue justificado únicamente por
la fe. Por consiguiente, Abraham debía ser considerado un ejemplo de la
justificación por la fe, a todos aquellos que como él serían llamados a creer.
Gálatas 3:7 Sabed, por tanto, que los que son de fe,
éstos son hijos de Abraham.
El Nuevo
Testamento no dice que los hijos o herederos de la promesa de Abraham son sus
descendientes, como afirman los dispensacionalistas pretribulacionistas y la mayoría
de los judíos mesiánicos, entre otros, sino que dice, “…los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”
La palabra
“sabed” γινώσκω significa reconocer, entender o tener conocimiento. Por lo
tanto, Pablo está diciendo que debían entender y aceptar, que la salvación
siempre ha sido a través de la soberana gracia de Dios por medio de la fe. De modo,
que solamente los que son de fe, como Abraham mismo (Ro. 4:3 y 9), son contados
como sus hijos.
Gálatas 3:8-9 Y la Escritura, previendo que Dios había de
justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham,
diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los
de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.
Pablo expone
que Dios dejó evidencia de su plan, en la manera y circunstancia en las que
Abraham fue justificado. El apóstol dice: “Y
la Escritura, previendo…”, esto es, queriendo Dios mostrar de antemano que
salvaría aun de los gentiles a través de la justicia que es por la fe, “dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo:
En ti serán benditas todas las naciones.”
La mayoría de
los judíos entiende que el Pacto Abrahámico, se refiere única y exclusivamente
a Israel como nación. Por ejemplo el Dr. Arnold G. Fruchtenbaum dice:
La definición
bíblica básica para definir el judaísmo descansa en el Pacto Abrahámico en
Génesis. (Fruchtenbaum, Arnold. Hebrew Christianity: Its Theology, History &
Philosophy. Seventh Printing, 1995. Pág.
6)
Bíblicamente
hablando, los judíos son una nación. Hoy, somos una nación dispersa, pero
somos, no obstante una nación. Somos una nación porque somos descendientes de
Abraham, Isaac y Jacob. La implicación de esta definición es que no importa lo
que in judío haga, nunca puede ser un no judío, no importa lo que de manera individual
un judío pueda creer o no creer él permanece siendo judío. (Ibid, 8)
Baruch Maoz, un
judío reformado se expresa de la siguiente manera con referencia al Pacto Abrahámico:
…El punto que yo
pienso es este: que el Pacto Abrahámico está vigente. El pacto mosaico, el
pacto que Dios hizo con la nación judía cuando los dejó salir de Egipto, ha
sido reemplazado ahora por el nuevo pacto que fue prometido en Jeremías 31.
(Maoz, Baruch. Judaism is not Jewish. Mentor Imprint, 2003. Pág. 77)
Sin embargo, el
pastor Stan, Telchin, judío mesiánico y pastor dice que cuando leyó Gálatas
3:29 comprendió lo siguiente:
Si tú perteneces
a Cristo, entonces eres simiente de Abraham y heredero conforme a la promesa…
Yo comprendí que, no importa si eres judío o gentil, cada creyente en Cristo
viene a Dios de la misma manera, por la fe. (Telchin Stan. Messianic
Judaism Is Not Christianity”. Chosen Books, 2004. Pág. 91)
Igualmente, Michael
L. Brown, profesor asociado de Antiguo Testamento y Lenguas Semíticas de
“Trinity Evangelical Divinity School” se expresa de la siguiente manera acerca
de Génesis 12:2-3:
Desde los tiempos
de Abraham en adelante, él ha estado trabajando de manera pública para
atraernos hacia sí mismo. Es por eso, que cuando Dios llamó a Abraham (antes
Abram), le dijo: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición... y serán benditas en ti todas las
familias de la tierra.” (Gen.12:2-3). La razón por la que Dios escogió a
Abraham y a sus descendientes fue para que todo el mundo pudiera ser bendecido.
(Brown,
L. Michael. Answering Jewish Objection to Jesus Volumen 1. Baker Books, 2000. Pág. 89)
En la Teología Nuevo
Testamentaria, Pablo, sin lugar a dudas presenta que Dios escogió a los que habrían
de ser salvos desde antes de la fundación del mundo (Ef. 1:3-4) y que pasarían a
creer en el evangelio para salvación, siendo a su vez, sellados con el Espíritu
Santo de la promesa (Ef. 1:13-14). Por tal razón, el apóstol establece, “que los de la fe son bendecidos con el
creyente Abraham.” Por ende, los hijos de Abraham son todos los que creen y
no los que descienden de Israel o de Abraham.
En la epístola
a los Romanos, Pablo deja claro este punto cuando responde a la razón del porqué
gran parte de la nación de Israel rechazó al Mesías.
No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que
descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de
Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia Esto es:
No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son
hijos según la promesa son contados como descendientes. (Romanos 9:6-8)
Gálatas 3:10 Porque todos los que dependen de las obras de
la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que no
permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
En Gálatas 3:
10-16, Pablo aclara que la ley nunca fue dada para salvación, sino para traer
condenación sobre la nación de Israel, a fin de exponer su culpabilidad ante la
santidad de Dios como a los demás (a los gentiles).
Éste expone que
la ley nunca tuvo el propósito de salvar. Los que dependen de la ley están bajo
condenación. Esto es evidente en la declaración “maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en
el libro de la ley, para hacerlas.” La ley demanda toda nuestra obediencia,
lo que por causa de nuestra naturaleza caída es imposible de cumplir. El líder y
medio hermano de Jesús, Santiago, lo presenta de la siguiente forma:
Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un
punto, se hace culpable de todos.
(Santiago 2:10)
Gálatas 3:11 Y que por la ley ninguno se justifica para
con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá.
Pablo sostiene que
la premisa de la justificación por la fe, podía ser vista en el Antiguo Testamento
en la declaración del profeta Habacuc cuando expresa:
He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece; mas el
justo por su fe vivirá.
(Habacuc 2:4)
En Romanos, Pablo
también presenta en labios del salmista David base bíblica para la justificación
por la fe como una definición de lo que ello implica.
Como también
David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin
obras, diciendo: Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y
cuyos pecados son cubiertos. Bienaventurado el varón a quien el Señor no
inculpa de pecado. (Romanos 4:6-8)
Pablo define la
justificación como “…la bienaventuranza
del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, diciendo: Bienaventurados
aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son cubiertos.
Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de pecado”. (Romanos 4:6-8)
Gálatas 3: 12 y la ley no es de fe, sino que dice: El que
hiciere estas cosas vivirá por ellas.
La ley no nos
llama a creer, sino a obedecer. La ley dice; “El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.” Nuevamente, el
argumento de Pablo es que nadie podrá salvarse a través de la ley, pues nadie
puede vivirla a perfección.
Gálatas 3:13-14 Cristo nos redimió de la maldición de la ley,
hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es
colgado en un madero), para que en Cristo Jesús la bendición de
Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la
promesa del Espíritu.
Pablo explica
que por tal razón, el plan de Dios es salvar a los elegidos redimiéndoles, esto
es, liberándoles de la maldición de la ley. Sólo Jesús pudo cumplir a
perfección la ley para que a través de su muerte los gentiles creyentes
pudieran ser alcanzados por la bendición de Abraham. Los creyentes, al igual
que Abraham reciben la señal del nuevo pacto, la cual es la presencia del
Espíritu Santo residiendo de manera permanente en ellos.
Gálatas 3:15 Hermanos, hablo en términos humanos: Un
pacto, aunque sea de hombre, una vez ratificado, nadie lo invalida, ni le
añade.
Recordemos que
la promesa hecha a Abraham fue establecida por medio de la fe, cuando ni aun
existía la ley como los judíos la recibieron a través de Moisés cuatrocientos
treinta años, posteriormente (Gá. 3:17).
Gálatas 3:16 Ahora bien, a Abraham fueron hechas las
promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de
muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.
Pablo expone
que la promesa no fue dada a todas las simientes (a todos los descendientes de
Abraham), sino a su simiente (la cual es Cristo), diciendo que sería solamente una,
la de los creyentes. De manera, que todos los creyentes en Cristo son salvos a
través de la fe, así como Abraham fue salvo porque le creyó a Dios. Todos los
creyentes son los hijos de Abraham, por consiguiente, el verdadero pueblo de
Dios.
Gálatas 3:17 Esto, pues, digo: El pacto previamente
ratificado por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años
después, no lo abroga, para invalidar la promesa.
Pablo expresa
que Dios no alteró la promesa hecha a Abraham por medio de la ley, la cual fue
entregada a través de Moisés cuatrocientos treinta años después. Pablo señala
que nadie puede invalidarla, ni cambiarla, la promesa es por medio de la fe a
todos los que creen, (vea el versículo 15, nuevamente).
Gálatas 3:18 Porque si la herencia es por la ley, ya no es
por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa.”
Si la salvación
es por la ley, entonces ya no es por la promesa, la que es por la fe. Por tal
razón, Dios concedió la promesa a Abraham mediante la fe a todos los creyentes
y no a los descendientes de Abraham.
Conclusión:
“Pues todos
sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido
bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego;
no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno
en Cristo Jesús. Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham
sois, y herederos según la promesa.” (Gálatas 3:26-29)
Pastor Gilberto
Rufat
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