viernes, 25 de abril de 2014

Estudio Bíblico de Romanos 5



 Estudio Bíblico de Romanos 5
Rev. Gilberto Rufat


Introducción

En el capítulo 4 de la carta a los Romanos, encontramos la doctrina de la justificación por la fe. En dicho capítulo, la fe es presentada como la única forma en que los hombres pueden ser hallados justos ante Dios. De manera que, en el capítulo 5, el apóstol Pablo centra su mensaje en los resultados de la justificación en la vida de los creyentes, así como la del mediador por el cual fue alcanzada, Jesucristo. El término justificación proviene del griego dikaioo y se utiliza en dos formas básicas; la primera, para mostrar que alguien es recto o justo y la segunda, para declarar que algo es justo o para pronunciar a alguien justo.[1] Por tal razón, el capítulo 5 es uno sumamente importante, ya que, explica cómo si todos éramos pecadores y estábamos destituidos de la gloria de Dios, podemos ser hallados ahora justos ante Dios.


“1Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”

V.1         El primer resultado de la justificación es paz para con Dios. La palabra justificación representa la acción de la imputación de la justicia de Cristo, a los elegidos por el decreto de Dios. La justificación es recibida, a través, del don de la fe, mediante el cual los hijos de Dios son totalmente perdonados y hechos justos ante él; a fin de que reciban la salvación ya destinada antes de la fundación del mundo.

El apóstol, previamente había dicho que estábamos bajo el juicio de Dios (Ro.3:23), pero ahora nos dice que eso cambió el día en que fuimos llamados mediante la fe en Cristo. El creyente ya no está en enemistad con Dios, sino que pasa a ser un hijo de Dios (Jn 1:12), cuando antes vivía bajo la ira divina (Ro.1:18). ¡Qué privilegio majestuoso! Esto ocurre sólo por medio de la fe en Jesucristo y no por obras nuestras. La expresión por medio de Jesucristo, claramente establece, que tal acto fue mediado por Cristo Jesús. 


“2por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.”

V. 2        Obteniendo paz tenemos entrada con confianza por la fe a esta gracia.  Note que el estado de gracia no es uno que pudiéramos perder, sino uno firme en el cual nos podemos gozar. El no entender que la salvación nos fue otorgada por pura gracia, mantiene a los creyentes que todavía no han entendido, en un estado donde no gozan del estado de paz con Dios, pues no disfrutan lo que ya les fue otorgado. Tres cosas básicas resalta el apóstol, tenemos entrada a la gracia, es firme, ya que la gracia no es algo que obtuvimos, sino que se nos otorga sin merecerlo y como si fuera poco, que nos debemos gozar en lo que Dios hizo por nosotros.


“3Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia 4y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”

V. 3        Si tenemos confianza en este estado de gracia, las tribulaciones no deberían hacernos mella, pues son solamente eso, momentos pasajeros que como el viento pasarán, pero nunca nos derrotarán, pues nuestra confianza está en Dios, quien nos salvó.

V. 4        Las pruebas o tribulaciones abonan entonces, a cimentarnos en Dios, a desarrollar nuestro carácter y a madurar en la fe, entre otras. Por consiguiente, el creyente tiene en donde esperanzarse, pues aunque muchas circunstancias le pueden sorprender, a Dios no le sorprenden, quien de antemano ha hecho provisión para que todo obre para bien (Ro.8:28).


5y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”

V. 5        Observe que el apóstol dice con toda claridad que quien nos sostiene es el Espíritu Santo, esto es Dios mismo. De modo que, quienes reciben el amor de Dios nunca se avergonzarán de él, pues a pesar de las pruebas, el Espíritu de Dios ha venido a hacer morada en el creyente, para sotenerle.  


“6Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.”

V. 6        Si siendo débiles, Cristo se entregó para salvarnos, ¿cómo no hemos de estar seguros ahora que hemos sido adoptados como hijos? Nuestras debilidades no son obstáculo para el cumplimiento del plan de Dios en nosotros. Él cumplirá su propósito en nosotros.

En el creyente se cumple lo mismo que se le dijo a Jacob "15He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho" (Génesis 28:15).


“7Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.”

V. 7-8 Pablo expone que nadie osaría entregarse a muerte por alguien malo, pero precisamente fue esto lo que Dios hizo en Cristo por los escogidos; el justo por los injustos, de manera, que Dios muestra su gracia sobre aquellos que de antemano escogió. El Espíritu Santo, por medio de Pablo dice que “Dios muestra su amor para con nosotros.” Note que Pablo no dice que Dios muestra su amor para con todos, sino con los que creen. Cristo se entregó por aquellos que el Padre llamaría a salvación. De forma tal que la aceptación del mensaje de Cristo en los que se salvan es la mayor evidencia de la elección.  


“9Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira 10Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.”

V. 9 El entender que hemos sido elegidos por gracia debería proveernos de paz y total seguridad, pues si fuimos amados sin merecerlo, cuánto más estando ya reconciliados con Dios, ya que por él seremos salvos. La Escritura invita al creyente a gozar de plena seguridad de salvación. No hay posibilidad de perder lo que no hemos alcanzado y mucho menos, de aquello que no descansa en nuestras manos.

V. 10 El cristiano no ha sido puesto para permanecer en ira para con Dios, sino para alcanzar salvación, la cual estaba destinada a ser completada en Cristo. Por lo tanto, la base de tal seguridad se halla en Cristo, en su sacrificio, mediante el cual Dios manifiesta su amor para con nosotros.


“11Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.”

V. 11 Pablo expone que al creyente, únicamente le resta el gozarse y gloriarse de lo que Jesús ha hecho por él porque ya hemos sido reconciliados y no que seremos reconciliados.

El término reconciliación es usado en cuatro importantes pasajes del NT, los cuales tratan la obra de Cristo bajo la figura de la reconciliación, a saber son los siguientes: Ro. 5.10s; 2 Co. 5.18ss; Ef. 2.11ss; Col. 1.19ss. Los términos griegos de importancia son el sustantivo katallageµ y los verbos katallassoµ y apokatallassoµ. La reconciliación se aplica propiamente, no a las buenas relaciones en general, sino a la anulación de una enemistad, la solución de una disputa. Denota que las partes reconciliadas anteriormente fueron hostiles entre sí. [2]


“12Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.”

V. 12 Pablo explica el cómo, por quién y para qué fuimos reconciliados y las implicaciones de dicha reconciliación. Lo primero que se ve precisado a hacer es presentar el porqué de la condición deplorable del ser humano, la cual dice que tuvo origen en la caída de Adán y Eva, conduciendo de esta manera al resto de la humanidad no solo a la muerte física, sino a la espiritual, la que pasó a todos los hombres. La muerte espiritual es el resultado de la caída. No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos porque somos pecadores, de forma tal, que nuestra situación es una interna; del alma, del espíritu. Por lo que sin la intervención divina, jamás podría cambiar.


“13Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.”

V. 13      Alguien podría decir que si no existía la ley, ¿cómo pues transgredió Adán la misma? La ley como la conocemos no fue dada hasta Moisés, pero la orden de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal les había sido dada en el Edén, así como la de sojuzgar la tierra y cuidar de ella, entre otras. 

Lo que debemos entender es que el ser humano no pecó solo por deliberadamente violar una ley, sino porque el mismo acto constituye un acto de rebeldía ante Dios. De manera que el pecado, dice el apóstol, existe desde Adán, aun cuando no se les hubiera dado la ley. Quien se rebela contra el dador de la ley, se rebela ante todo. 


“14No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.”

V. 14 La mayor evidencia de que la caída nos afectó a todos es nuestra propia condición pecaminosa, la cual Pablo cita en Romanos 3:23 afirmando que todos pecamos.
Ahora, el apóstol explica que el primer Adán, el de Génesis, prefigura al segundo, el cual es Cristo y nos dice que según en el primero, todos caen, pero por medio del segundo, los que reciben la gracia, son levantados. Las implicaciones obtenidas por el pecado de Adán, no fueron pasajeras, sino eternas, de la misma forma, la salvación obtenida por Cristo y otorgada por gracia sobre los escogidos, es eterna. Los dos Adanes, como les llama Pablo, afectarían la vida de los demás.



“15Pero el don no fue como la transgresión; porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. 16Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. 17Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. 18Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.”

V. 15-19 En estos versos Pablo comienza a hacer un contraste entre la transgresión y el don como veremos:

1-      Por la transgresión de uno, se nos dice, murieron muchos, pero por la gracia de uno, abundó mucho más la gracia para con los escogidos, otorgándoles salvación.

2-      El juicio vino a causa de un solo pecado, pero la salvación vino por causa de muchos pecados para justificación. 

3-      La muerte reinó por la transgresión de uno, pero por la vida de Jesucristo, reinarán muchos. 

4-      Por la transgresión de uno, vino la condenación a todos, pero por la justicia de uno, vino la justificación para vida a todos los que creen.

5-      Por la desobediencia de uno, todos fuimos constituidos pecadores, pero por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos.


“20Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia.”

V. 20      Pablo concluye diciendo que la ley se introdujo para que el pecado abundase. Esto es, para que viéramos la gravedad de nuestra manera de vivir delante de Dios y de esa forma fuéramos llamados por el Espíritu Santo para recibir la gracia mediante Jesucristo.

"22Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. 24De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe" (Gálatas 3:22-24).


“21para que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.”

V.21 Pablo termina el capítulo 5 estableciendo que de la manera en que la muerte reinó sobre todos los pecadores, la gracia reina por la justicia de uno, Jesucristo, para vida eterna a todos los que creen. ¡Gloria a Dios!


[1]Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.
[2]Douglas, J. D., Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.

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