Estudio Bíblico
de Romanos 5
Rev. Gilberto Rufat
Introducción
En el capítulo 4 de la carta a los Romanos, encontramos la
doctrina de la justificación por la fe. En dicho capítulo, la fe es presentada
como la única forma en que los hombres pueden ser hallados justos ante Dios. De
manera que, en el capítulo 5, el apóstol Pablo centra su mensaje en los
resultados de la justificación en la vida de los creyentes, así como la del
mediador por el cual fue alcanzada, Jesucristo. El término justificación
proviene del griego dikaioo y
se utiliza en dos formas básicas; la primera, para mostrar que alguien es recto
o justo y la segunda, para declarar que algo es justo o para pronunciar a
alguien justo.[1]
Por tal razón, el capítulo 5 es uno sumamente importante, ya que, explica cómo si
todos éramos pecadores y estábamos destituidos de la gloria de Dios, podemos
ser hallados ahora justos ante Dios.
“1Justificados, pues, por la fe, tenemos paz
para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.”
V.1 El primer
resultado de la justificación es paz para con Dios. La palabra justificación
representa la acción de la imputación de la justicia de Cristo, a los elegidos
por el decreto de Dios. La justificación es recibida, a través, del don de la
fe, mediante el cual los hijos de Dios son totalmente perdonados y hechos
justos ante él; a fin de que reciban la salvación ya destinada antes de la
fundación del mundo.
El apóstol, previamente había dicho que estábamos bajo el juicio
de Dios (Ro.3:23), pero ahora nos dice que eso cambió el día en que fuimos
llamados mediante la fe en Cristo. El creyente ya no está en enemistad con
Dios, sino que pasa a ser un hijo de Dios (Jn 1:12), cuando antes vivía bajo la
ira divina (Ro.1:18). ¡Qué privilegio majestuoso! Esto ocurre sólo por medio de
la fe en Jesucristo y no por obras nuestras. La expresión por medio de
Jesucristo, claramente establece, que tal acto fue mediado por Cristo
Jesús.
“2por quien también tenemos entrada por la fe a
esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios.”
V. 2 Obteniendo paz
tenemos entrada con confianza por la fe a esta gracia. Note que el estado de gracia no es uno que
pudiéramos perder, sino uno firme en el cual nos podemos gozar. El no entender
que la salvación nos fue otorgada por pura gracia, mantiene a los creyentes que
todavía no han entendido, en un estado donde no gozan del estado de paz con
Dios, pues no disfrutan lo que ya les fue otorgado. Tres cosas básicas resalta
el apóstol, tenemos entrada a la gracia, es firme, ya que la gracia no es algo
que obtuvimos, sino que se nos otorga sin merecerlo y como si fuera poco, que
nos debemos gozar en lo que Dios hizo por nosotros.
“3Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos
en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia 4y
la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza.”
V. 3 Si tenemos
confianza en este estado de gracia, las tribulaciones no deberían hacernos
mella, pues son solamente eso, momentos pasajeros que como el viento pasarán,
pero nunca nos derrotarán, pues nuestra confianza está en Dios, quien nos
salvó.
V. 4 Las pruebas o tribulaciones
abonan entonces, a cimentarnos en Dios, a desarrollar nuestro carácter y a madurar
en la fe, entre otras. Por consiguiente, el creyente tiene en donde
esperanzarse, pues aunque muchas circunstancias le pueden sorprender, a Dios no
le sorprenden, quien de antemano ha hecho provisión para que todo obre para
bien (Ro.8:28).
“5y
la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en
nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”
V. 5 Observe que el apóstol
dice con toda claridad que quien nos sostiene es el Espíritu Santo, esto es
Dios mismo. De modo que, quienes reciben el amor de Dios nunca se avergonzarán
de él, pues a pesar de las pruebas, el Espíritu de Dios ha venido a hacer
morada en el creyente, para sotenerle.
“6Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a
su tiempo murió por los impíos.”
V. 6 Si siendo
débiles, Cristo se entregó para salvarnos, ¿cómo no hemos de estar seguros
ahora que hemos sido adoptados como hijos? Nuestras debilidades no son
obstáculo para el cumplimiento del plan de Dios en nosotros. Él cumplirá su
propósito en nosotros.
En el creyente se cumple lo mismo que se le dijo a Jacob "15He
aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a
traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he
dicho" (Génesis 28:15).
“7Ciertamente, apenas morirá alguno por un
justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. 8Mas
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros.”
V. 7-8 Pablo expone que nadie osaría entregarse a muerte por
alguien malo, pero precisamente fue esto lo que Dios hizo en Cristo por los
escogidos; el justo por los injustos, de manera, que Dios muestra su gracia
sobre aquellos que de antemano escogió. El Espíritu Santo, por medio de Pablo
dice que “Dios muestra su amor para con nosotros.” Note que Pablo no dice que
Dios muestra su amor para con todos, sino con los que creen. Cristo se entregó
por aquellos que el Padre llamaría a salvación. De forma tal que la aceptación
del mensaje de Cristo en los que se salvan es la mayor evidencia de la
elección.
“9Pues mucho más, estando ya justificados en su
sangre, por él seremos salvos de la ira 10Porque si siendo enemigos,
fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando
reconciliados, seremos salvos por su vida.”
V. 9 El entender que hemos sido elegidos por gracia debería proveernos
de paz y total seguridad, pues si fuimos amados sin merecerlo, cuánto más
estando ya reconciliados con Dios, ya que por él seremos salvos. La Escritura
invita al creyente a gozar de plena seguridad de salvación. No hay posibilidad
de perder lo que no hemos alcanzado y mucho menos, de aquello que no descansa
en nuestras manos.
V. 10 El cristiano no ha sido puesto para permanecer en ira para
con Dios, sino para alcanzar salvación, la cual estaba destinada a ser
completada en Cristo. Por lo tanto, la base de tal seguridad se halla en
Cristo, en su sacrificio, mediante el cual Dios manifiesta su amor para con
nosotros.
“11Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos
en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la
reconciliación.”
V. 11 Pablo expone que al creyente, únicamente le resta el gozarse
y gloriarse de lo que Jesús ha hecho por él porque ya hemos sido reconciliados
y no que seremos reconciliados.
El término reconciliación es usado en cuatro
importantes pasajes del NT, los cuales tratan la obra de Cristo bajo la figura
de la reconciliación, a saber son los siguientes: Ro. 5.10s; 2 Co. 5.18ss; Ef.
2.11ss; Col. 1.19ss. Los términos griegos de importancia son el sustantivo katallageµ y los verbos katallassoµ y apokatallassoµ. La reconciliación se aplica propiamente, no
a las buenas relaciones en general, sino a la anulación de una enemistad, la
solución de una disputa. Denota que las partes reconciliadas anteriormente fueron
hostiles entre sí. [2]
“12Por tanto, como el pecado entró en el mundo
por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los
hombres, por cuanto todos pecaron.”
V. 12 Pablo explica el cómo, por quién y para qué fuimos
reconciliados y las implicaciones de dicha reconciliación. Lo primero que se ve
precisado a hacer es presentar el porqué de la condición deplorable del ser
humano, la cual dice que tuvo origen en la caída de Adán y Eva, conduciendo de
esta manera al resto de la humanidad no solo a la muerte física, sino a la
espiritual, la que pasó a todos los hombres. La muerte espiritual es el
resultado de la caída. No somos pecadores porque pecamos, sino que pecamos
porque somos pecadores, de forma tal, que nuestra situación es una interna; del
alma, del espíritu. Por lo que sin la intervención divina, jamás podría
cambiar.
“13Pues antes de la ley, había pecado en el
mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado.”
V. 13 Alguien podría
decir que si no existía la ley, ¿cómo pues transgredió Adán la misma? La ley
como la conocemos no fue dada hasta Moisés, pero la orden de no comer del árbol
de la ciencia del bien y del mal les había sido dada en el Edén, así como la de
sojuzgar la tierra y cuidar de ella, entre otras.
Lo que debemos entender es que el ser humano no pecó solo por
deliberadamente violar una ley, sino porque el mismo acto constituye un acto de
rebeldía ante Dios. De manera que el pecado, dice el apóstol, existe desde
Adán, aun cuando no se les hubiera dado la ley. Quien se rebela contra el dador
de la ley, se rebela ante todo.
“14No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta
Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el
cual es figura del que había de venir.”
V. 14 La mayor evidencia de que la caída nos afectó a todos es
nuestra propia condición pecaminosa, la cual Pablo cita en Romanos 3:23
afirmando que todos pecamos.
Ahora, el apóstol explica que el primer Adán, el de Génesis,
prefigura al segundo, el cual es Cristo y nos dice que según en el primero,
todos caen, pero por medio del segundo, los que reciben la gracia, son
levantados. Las implicaciones obtenidas por el pecado de Adán, no fueron
pasajeras, sino eternas, de la misma forma, la salvación obtenida por Cristo y
otorgada por gracia sobre los escogidos, es eterna. Los dos Adanes, como les
llama Pablo, afectarían la vida de los demás.
“15Pero el don no fue como la transgresión;
porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho
más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre,
Jesucristo. 16Y con el don no sucede como en el caso de aquel uno
que pecó; porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para
condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación.
17Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más
reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la
gracia y del don de la justicia. 18Así que, como por la transgresión
de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la
justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19Porque
así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos
justos.”
V. 15-19 En estos versos Pablo comienza a hacer un contraste entre
la transgresión y el don como veremos:
1- Por la
transgresión de uno, se nos dice, murieron muchos, pero por la gracia de uno,
abundó mucho más la gracia para con los escogidos, otorgándoles salvación.
2- El juicio vino
a causa de un solo pecado, pero la salvación vino por causa de muchos pecados para
justificación.
3- La muerte reinó
por la transgresión de uno, pero por la vida de Jesucristo, reinarán
muchos.
4- Por la
transgresión de uno, vino la condenación a todos, pero por la justicia de uno,
vino la justificación para vida a todos los que creen.
5- Por la
desobediencia de uno, todos fuimos constituidos pecadores, pero por la
obediencia de uno, muchos serán constituidos justos.
“20Pero
la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó,
sobreabundó la gracia.”
V. 20 Pablo concluye
diciendo que la ley se introdujo para que el pecado abundase. Esto es, para que
viéramos la gravedad de nuestra manera de vivir delante de Dios y de esa forma
fuéramos llamados por el Espíritu Santo para recibir la gracia mediante
Jesucristo.
"22Mas
la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe
en Jesucristo fuese dada a los creyentes. 23Pero antes que viniese
la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a
ser revelada. 24De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para
llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe" (Gálatas
3:22-24).
“21para
que así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la
justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.”
V.21 Pablo termina el capítulo 5 estableciendo que de la manera en
que la muerte reinó sobre todos los pecadores, la gracia reina por la justicia
de uno, Jesucristo, para vida eterna a todos los que creen. ¡Gloria a Dios!
[1]Vine,
W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo
Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.
[2]Douglas,
J. D., Nuevo Diccionario Bíblico Certeza, (Barcelona, Buenos Aires, La
Paz, Quito: Ediciones Certeza) 2000, c1982.
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