Estudio
Bíblico de Romanos 4
Rvdo. Gilberto
Rufat
Introducción
¿Puede el hombre ser justificado por Dios por sus obras? De manera
clara, la Biblia establece la imposibilidad de tal acto, atribuyéndolo a la
naturaleza pecaminosa del hombre y a la naturaleza sagrada y justa de Dios.
Sólo a través de un acto de la soberana gracia de Dios un hombre puede ser
salvo. De hecho, Pablo expone que esto fue lo que le sucedió a Abraham.
“1¿Qué, pues, diremos que halló Abraham,
nuestro padre según la carne? 2Porque si Abraham fue justificado por
las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios.”
V. 1-2 El capítulo cuatro es de suma importancia para entender
cómo Dios llama y justifica. Los judíos consideraban a Abraham el padre de la
fe judía, de manera que Pablo enseña con el propio testimonio de Abraham que la
justificación es únicamente otorgada por la fe en Dios.
¿Cómo fue llamado Abraham? Éste fue llamado de Ur de los Caldeos,
lo que significa que fue llamado de un pueblo gentil. Debemos entender que en
aquel momento histórico no existía tal cosa como la nación de Israel, sólo
existían gentiles, como los judíos suelen llamar a todo aquel que no es parte
del pueblo escogido. Como cuestión de hecho, el nombre que lleva el pueblo fue
el nombre que Dios le dio a Jacob en sustitución del suyo, el cual con el
tiempo llegó a ser representativo del pueblo de Dios. Esto debido a que Jacob
fue el último patriarca, quien tuvo doce hijos, los cuales representan las doce
tribus de Israel, de las cuales se formó la nación de Israel.
“28Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre
Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has
vencido” (Génesis 32:28).
Fue Dios quien en su soberanía decidió llamar a Abraham para tener
de él misericordia. Ur era parte de Babilonia como también es sabido, cuna del paganismo, la madre de las religiones esotéricas y de
misterio. Lo maravilloso es que un hombre con dicho trasfondo fuera llamado
para ser justificado y para establecer a través de él, ejemplo de cómo serían
llamados los verdaderos hijos de Dios. De manera que Abraham no fue llamado por
obras ni por la ley. La ley como hemos dicho, vino cuatrocientos treinta años
después con Moisés.
“17Esto, pues, digo: El pacto previamente ratificado
por Dios para con Cristo, la ley que vino cuatrocientos treinta años después,
no lo abroga, para invalidar la promesa. 18Porque si la herencia es
por la ley, ya no es por la promesa; pero Dios la concedió a Abraham
mediante la promesa” (Gálatas 3:17-18).
Siendo así, Abraham no fue escogido por cumplir con la ley. Éste
es contado entre todos los pecadores del capítulo 3:23 de Romanos. ¿Cómo
entonces fue justificado? De manera libre y voluntaria, esto es, mediante un
acto de la gracia de Dios, en la cual creyendo, Abraham sería justificado.
“3Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a
Dios, y le fue contado por justicia.”
V. 3 Pablo lleva a los
hermanos en Roma a entender que la justificación otorgada a Abraham fue
alcanzada sin mérito alguno, sólo por la fe. Además, que dicha aseveración
estaba contenida en las Sagradas Escritura, por tal razón, no era una creencia suya.
“6Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por
justicia. 7Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son
hijos de Abraham” (Gálatas 3:6).
“4Pero al que obra, no se le cuenta el salario
como gracia, sino como deuda; 5mas al que no obra, sino cree en
aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”
V.4-5 El apóstol utiliza
la alegoría del trabajador para establecer que al asalariado no se le cuenta su
trabajo como gracia, sino como deuda. Si somos deudores, por medio de la ley y
no pudiendo pagar, sino, que añadimos a nuestra deuda cada día, ¿cómo podríamos saldar la misma? Pablo aclara que Abraham no había hecho nada
para merecer la gracia, pues de tal manera, la salvación le sería por deuda y
no por gracia. De modo, que Abraham no fue justificado por la ley, lo que para
empezar era imposible porque no existía la misma. Además, la Biblia afirma que
todos somos pecadores. El argumento paulino es que no fue justificado por las
obras, sino por el llamado de la gracia.
La verdad es que únicamente Dios puede
justificar al impío, pues éste no puede salvarse, siendo impío, pero siendo
llamado y respondiendo en fe, es alcanzado por la gracia divina.
“6Como también David habla de la
bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras, 7diciendo:
Bienaventurados aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, Y cuyos pecados son
cubiertos. 8Bienaventurado el varón a quien el Señor no inculpa de
pecado.”
V.6-8 El
autor señala que David había testificado de esta justicia en el salmo 32:1-2,
en donde David reconoce la bienaventuranza de aquellos cuyas iniquidades son perdonadas, sin merecerlo, como un
acto de la misericordia de Dios. "8Bienaventurado el varón a quien el Señor no
inculpa de pecado". David reconoce que este acto no siendo
merecido es otorgado por Dios sobre quien quiere.
“9¿Es, pues, esta bienaventuranza solamente
para los de la circuncisión, o también para los de la incircuncisión? Porque
decimos que a Abraham le fue contada la fe por justicia.”
V.9 Pablo presenta una vez más que dicha
bienaventuranza no era exclusiva de los judíos, sino de todos los que creen
porque aún Abraham mismo fue justificado sin circuncisión. La circuncisión le
fue ordenada a él como a los demás, posteriormente como señal del pacto,
previamente ratificada por la fe.
“10¿Cómo, pues, le fue contada? ¿Estando en la
circuncisión, o en la incircuncisión? No en la
circuncisión, sino en la incircuncisión 11Y recibió la
circuncisión como señal, como sello de la justicia de la fe que tuvo estando
aún incircunciso; para que fuese padre de todos los creyentes no circuncidados,
a fin de que también a ellos la fe les sea contada por justicia 12y
padre de la circuncisión, para los que no solamente son de la circuncisión,
sino que también siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham
antes de ser circuncidado.”
V. 10 Pablo
argumenta que si la justificación precedió (fue antes) a la circuncisión, entonces
Abraham representa no sólo a los judíos, sino a todos los que creen.
V.11 La circuncisión, como hemos
mencionado era una señal de lo que se supone ha ocurrido en el corazón de los
que creen. "15Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la
incircuncisión, sino una nueva creación" (Gálatas 6:15).
V.12 Pablo expone
que el propósito por el cual Abraham fue justificado por la
fe, fue para que no sólo fuera padre de todos los que creen, sino que la fe y
no la circuncisión fuera el elemento común a todos los que creen. Por tal
razón, Abraham es padre de todos los que creen, lo que nada tiene que ver con
nacionalidad o herencia sanguínea.
"8Y la Escritura,
previendo que Dios había
de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a
Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. 9De modo
que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham". (Gálatas 3:8-9)
“13Porque no por la ley fue dada a Abraham o a
su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la
justicia de la fe 14Porque si los que son de la ley son los
herederos, vana resulta la fe, y anulada la promesa.”
V.13 La
promesa hecha a Abraham y por ende a su descendencia, nunca radicó en la ley,
sino en la justicia de Dios otorgada por la fe.
V.14 Pablo
manifiesta que si la justicia fuera por la ley no podría ser por la fe. Además,
que anularía la promesa de ser posible, lo cual es imposible, pues fue
decretada y establecida sobre la fe.
17Esto, pues,
digo: El pacto previamente ratificado por Dios para con Cristo, la ley que
vino cuatrocientos treinta años después, no lo abroga, para invalidar la
promesa. 18Porque si la herencia es por la ley, ya no es por la
promesa; pero Dios la concedió a Abraham mediante la promesa" (Gálatas
3:17-18).
Además, en Gálatas, Pablo expone lo
siguiente: "11Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque: El justo por la fe vivirá; 12y la ley no es de fe, sino que
dice: El que hiciere estas cosas vivirá por ellas" (Gálatas 3:11-12).
“15Pues la ley produce ira; pero donde no hay
ley, tampoco hay transgresión.”
V.15 La razón es que la ley nos sentencia,
lejos de salvarnos, pero donde no se aplica la ley o donde la ley es
satisfecha, no hay condena. Pablo desarrollará este concepto en Romanos siete
mediante la analogía del matrimonio.
“16Por tanto, es por fe, para que sea por
gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no
solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros.”
V.16 Dios conociendo de antemano la
imposibilidad de la ley otorgó justicia a los herederos por medio de la fe con
tres propósitos:
1-
Para que fuera por gracia.
2-
Para que la promesa fuera firme.
3-
Para que todos los herederos pudieran
alcanzarla.
“17(como está escrito: Te he puesto por padre de
muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y
llama las cosas que no son, como si fuesen.”
V.17 Dios
llamó a Abraham, padre de muchedumbre, pues Dios llama lo que no es como si
fuese. Los descendientes de Abraham son alcanzados como Abraham por gracia,
pues sólo Dios puede llamar de muerte a vida.
“18 El
creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes,
conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia.”
V.18 Abraham
creyó en esperanza. Así los creyentes son llamados a creerle a Dios, aunque
todavía no veamos la totalidad de lo que Dios ha decidido. Sin embargo, lo
maravilloso es que todo creyente es parte de ese pueblo del cual se le habló a
Abraham que sería padre. Los creyentes no obstante, estaban ya en el corazón de
Dios.
"26pues todos
sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús" (Gálatas 3:26). Es un privilegio ser contados como hijos de Dios en
Cristo, algo que fue decidido antes de la creación del mundo. Pablo no está
haciendo referencia a los judíos como hijos, sino a todos los que creen.
"4según nos
escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y
sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para ser
adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su
voluntad" (Efesios 1:4-5).
Si
la elección fuera para todos, entonces, ¿Dios falló en su plan? Pues no todos
respondieron y de hecho, la propia Biblia establece que no todos responderán,
por tanto, Dios no falló. Él nos escogió cuando todavía no habíamos hecho ni
bien, ni mal. ¿Por qué razón lo hizo? Nos escogió por el puro afecto de su
voluntad, porque así lo quiso o dispuso.
“19Y
no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto
(siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. 20Tampoco
dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe,
dando gloria a Dios, 21plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido; 22por lo cual
también su fe le fue contada por justicia.”
V.19-22 Abraham no descansó en sí mismo,
pues era mayor de edad, ni en Sara, pues era estéril. Creyó que Dios era poderoso
para cumplir lo que había prometido. Se fortaleció en Dios creyendo que sería
fiel en lo que le había prometido y le dio gracias. Lo único que hizo Abraham
fue creerle a Dios, pues humanamente nada pudo hacer, ni para llamarse, ni para
justificarse. La fe le fue contada por justicia.
“23Y
no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada 24sino
también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que
creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro 25el
cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra
justificación.”
V.23 Pablo
añade que de la misma forma que a Abraham, al creyente la fe le es contada por
justicia. Por tal razón, Abraham es un ejemplo de cómo Dios llama y justifica.
Ahora, note bien que Pablo está refiriéndose al hecho de que todos los creyentes estaban ya dentro del
pacto hecho a Abraham, en el cual la fe les sería contada como justicia.
V.24 Este verso asegura que todos los que
creen que Jesús murió y resucitó de entre los muertos para nuestra justificación,
esto es, en el evangelio, también con respecto a nosotros, fue escrito que la
promesa nos sería otorgada. De manera, que los creyentes gozan del mismo
privilegio de salvación.
V.25 La
base de la justicia divina, previamente anunciada por la ley y los profetas es
ahora ejemplificada en Abraham y atestiguada mediante Jesucristo, el cual fue
entregado para nuestra justificación, asegurándose Dios que los elegidos la
obtuvieran sin problema. Dios no sólo trazó el plan, sino que lo llevó a
cumplimiento en Cristo, para luego llamarnos por medio del Espíritu Santo.
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