Primera Iglesia
Bautista Emanuel
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Lección #1
Dios desea relacionarse con los hombres
Por: Rvdo. Gilberto Rufat
Base Bíblica: Juan 1:1-18
“1En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. 4En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. 5La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. 6Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. 7Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. 8No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. 9Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. 17Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 18A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.”
Introducción
La Biblia enseña que desde el principio de la creación, Dios se reveló a los hombres con el propósito de tener una relación personal y especial con ellos (Ro. 1:18-21). Esto queda claro en la epístola a los Efesios 1:3-5, en donde la Biblia revela que el deseo de Dios desde la eternidad fue el compartir su gloria y su persona, con criaturas que él mismo crearía y salvaría, a través, de su Hijo Jesucristo.
No obstante, la Biblia también evidencia, el continuo distanciamiento de los hombres por causa del pecado (Gn. 3:8-12). Sin embargo, las Sagradas Escrituras muestran, que Dios siempre se ha hecho presente en la vida de los hombres, proveyendo la gracia, mediante la fe, como medio para la salvación de los hombres. Hebreos 1:1-2 expone lo siguiente: “Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien a sí mismo hizo el universo.”
Hasta la encarnación de Jesús, el pueblo de Israel, el cual Dios había escogido para manifestar su gloria, había hecho de la palabra de Dios sólo un sistema de normas y reglas a seguir. Dicho pueblo permitió el paso de las tradiciones de supuestos maestros sabios (los rabinos), lo que terminó anulando la palabra de Dios; aunque el pueblo reconocía que la palabra hablada por Dios, por medio de Moisés y los profetas, era el medio por el cual Jehová reveló su voluntad. No obstante, el nuevo sistema religioso de tradiciones tomó el lugar de la palabra de Dios y acabó alejándolos de él (Romanos 10:1-3).
La realidad es que es posible ser religioso, sin llegar a conocer a Dios. Ejemplo de ello lo podemos ver en el evangelio de Juan, en el capítulo 3, en donde Jesús le dice a un hombre religioso, maestro del judaísmo, que estaba perdido y sin salvación. ¿A cuántas personas piadosas o religiosas conocemos que nunca han aceptado a Jesús como Salvador? ¿Para cuántas personas el cristianismo no pasa de ser un sistema de normas y reglas o un código moral? Es más, existe la posibilidad de encontrarse con personas cristianas que no sabrán contestar qué es tener una experiencia de salvación. De esta manera vivía el pueblo judío, como quienes pretendían conocer al único Dios, sin embargo, estaban muy distantes de él (Mateo15:8). Ser cristiano no se trata de creer en Dios, sino de creer en Jesús como Señor y Salvador (Santiago 2:19).
Sabía usted que, Dios desea que le conozcamos y desea mucho más que nuestra obediencia, pues él busca una relación personal con nosotros. Jesús, la segunda persona de la deidad, vino a manifestar el amor de Dios y a establecer el único medio mediante el cual los hombres pueden relacionarse con Dios. Dios no desea que usted tenga una vida religiosa, él quiere que le conozca personalmente, a través, de su Hijo Jesucristo, el Verbo (Juan 1:18). Lo primero que Juan nos muestra es:
I. La relación del verbo con Dios (el Padre) (vv.1-2)
A. El verbo era en el principio. Esto significa, Eterno. (Juan1:30)
B. El verbo era con Dios. La palabra “era” significa que estaba con el Padre. De otra manera, que el Padre y el Verbo coexistían (estaban juntos) en la eternidad.
C. El verbo era Dios. Es de una misma sustancia, esto significa que el verbo es Dios.
D. Ejemplo: el agua puede estar en cualquiera de sus tres facetas y seguirá siendo agua, H2O; sólido (hielo), líquido (agua) y gaseoso (vapor). De igual forma, el verbo (el Hijo) y el Padre son o participan de una misma naturaleza.
E. El verbo se encarnó. Juan expresa que el verbo se hizo carne y que habitó entre nosotros, lo que es una referencia directa a Jesús (Juan1:14).
II. La relación del verbo con el mundo (la creación) (vv.3-4)
A. Él es Creador. Todas las cosas por él fueron hechas (Colosenses 1:15-17). Sin él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. Todo tiene principio en él. El Verbo es Creador con el Padre, al igual que con el Espíritu Santo. Jesús es el Creador.
B. En él está la vida. Esta expresión no sólo es indicativa de la vida en el sentido físico, sino en la sustancia o en el propósito, ya que, sin él no existe razón de vida, por consiguiente, los hombres sin Dios, no encuentran el propósito o la razón real para vivir.
III. La relación del verbo con la humanidad (los hombres) (v.v.5-17)
A. Vino a los suyos. El Dios de la Biblia, es el único Dios en religiones comparadas (Budismo, Islamismo e Hinduismo, entre otras), que trasciende a su grandeza y gloria; porque desea tener contacto con su creación de una manera directa (Filipenses 2:5-11). Su gloria no le impidió tener contacto con la humanidad, por lo que Cristo se manifestó al mundo. Es hermoso saber que Dios no sólo creó las cosas, plasmó en ellas sentido, nos hizo a su imagen, sino que planificó revelarse a la humanidad creada.
B. Vino en un cuerpo de carne. La Biblia enseña la doctrina de la encarnación de Jesús (Juan 1:14). “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre” (Hebreos 2:14-15).
Su encarnación fue necesaria para dar a conocer al Padre y para cumplir el plan del Padre, la obra de la salvación, la cual sería mediada por el Hijo y ejecutada, por medio del Espíritu Santo.
Vino al mundo no sólo para traer el perdón, sino para hacernos sus hijos. La Biblia establece en Juan 1:12, que todos los hombres (en el sentido general) somos creación de Dios, pero hijos de Dios, sólo, a través de Jesucristo. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.”
* El termino potestad usado por Juan, viene del griego “exousía”, cuyo significado tiene que ver con; privilegio, derecho, jurisdicción, potestad. Por tal razón, ser un hijo de Dios es un privilegio que Dios nos concede, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados y creemos en Jesús como Señor y Salvador.
Conclusión
Esta lección nos muestra al menos tres verdades básicas del cristianismo:
1. Primero, que Jesús es Dios.
2. Segundo, que Jesús nos ama porque nos creó.
3. Tercero, que Jesús vino al mundo para que le conozcamos personalmente como Salvador.
Si usted desea de todo corazón conocer a Dios, entonces, debe creer en Jesucristo, pues él y sólo él, es el medio para conocer y experimentar a Dios. Si así lo desea, le invitamos a que le pida a Dios que perdone sus pecados y a expresarle que acepta a su Hijo Jesús, como su Señor y Salvador. De esta manera, pasará a ser un hijo de Dios y no sólo creación de él (Juan 1:12). Luego, busque una iglesia cristiana y únase a la familia de Dios, allí le ayudarán a crecer y le mostrarán cómo podrá servir a Dios y al prójimo.