Título: El Hijo del Hombre ha venido para
salvar lo que se había perdido
Base bíblica: Mateo 18:6-14; Marcos
9:38-50; Lucas 9:49-50
6 Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen
en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno,
y que se le hundiese en lo profundo del mar. 7 ¡Ay del mundo por los tropiezos!
porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien
viene el tropiezo! 8 Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer,
córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que
teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9 Y si tu ojo te
es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo
en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego. 10 Mirad
que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en
los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 11 Porque
el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. 12 ¿Qué os
parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja
las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?
13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por
aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 14 Así, no es la
voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos
pequeños.
Introducción
Jesús había anunciado por segunda vez la
necesidad de su muerte, luego de establecer anteriormente que sobre la fe en él
sería salva la iglesia. Al llegar a la ciudad de Capernaum, Jesús le expresa a
Pedro que él pagaría la ofrenda para la expiación del pecado del pueblo, aunque
no tenía por qué hacerlo, por cuanto era sin pecado.
Posteriormente, Jesús les pregunta a sus
discípulos acerca de la discusión que tuvieran entre ellos en el camino hacia Capernaum
(Marcos 9:33). “Mas ellos callaron; porque en el camino habían
disputado entre sí, quién había de ser el mayor” (Marcos 9:34). Aprovechando
la oportunidad para enseñarles que no había razón para dicha discusión, ya que
ninguno de ellos tenía méritos por haber sido introducido al reino, Jesús toma
a un niñito (un infante) en sus brazos en casa de Pedro para usarlo como ilustración.
El propósito era mostrarles que todos los que entran al reino de los cielos
deben entrar como un niño pequeño. Los mismos no deciden venir al mundo y
tampoco cooperan para ello, pues nacen por disposición divina mediante el milagro
de la concepción, lo que es semejante a lo que ocurre en la regeneración o el
nuevo nacimiento. Por tanto, la pregunta de los discípulos y toda su discusión,
no tenía ningún sentido.
La enseñanza que se desarrolla en Mateo
18:6-14, surge de una aseveración que hizo Juan, posterior a la pregunta de
Jesús a los discípulos sobre qué discutían en el camino. De manera que la enseñanza
de Jesús a sus discípulos mientras sostenía al niñito en sus brazos, forma
parte de esta nueva lección.
Exposición del texto
El pasaje de estudio, en Mateo 18:6-14, podría
ser interpretado de manera errada. A continuación, tres conclusiones erróneas
que debemos evitar:
1- Que los discípulos
podían terminar en el infierno si eran de tropiezo a alguno de los nuevos
creyentes, quienes representan al niñito en manos de Jesús.
2- Que los discípulos
debían cuidarse de no ser de tropiezo a personas que hubiesen podido llegar a
ser discípulos, pero que por el mal testimonio de estos, los tales se
perdieron.
3- Que algunos de
estos nuevos creyentes terminarían alejándose y extraviándose del reino por la
mala conducta o ejemplo de los discípulos.
¿Por qué son erradas estas conclusiones?
1- Nadie que ha
sido salvo, esto es, que haya participado del nuevo nacimiento por la gracia de
Dios, terminará luego en el infierno.
2- De quienes se
habla que pondrían tropiezo son aquellos que pertenecen al mundo, a estos se
les anuncia el juicio correspondiente por perseguir y destruir la vida de los hijos
de Dios.
3- Nadie puede
entorpecer la obra de Dios en la salvación de sus hijos, así como nada, ni
nadie podrá separar del amor de Dios en Cristo, a aquellos que en su soberana
gracia justificó.
¿Cuál es la enseñanza de Jesús a sus discípulos
en Mateo 18:6-14?
1- Que los discípulos debían tener cuidado de
no menospreciar a alguno de sus nuevos hermanos en Cristo (Mateo 18:10). Esto surge
por las aseveraciones y la actitud que asumieron los discípulos de Jesús con el
hombre que estos reprendieran porque echaba demonios en nombre de Jesús, ya que
no andaba con ellos.
38 Juan le respondió diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en
tu nombre echaba fuera demonios, pero él no nos sigue; y se lo prohibimos,
porque no nos seguía. 39 Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque
ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí. 40 Porque
el que no es contra nosotros, por nosotros es. 41 Y cualquiera que
os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo
que no perderá su recompensa. (Marcos 9:38-41)
Se desprende de la declaración de Juan, que
los discípulos todavía no entendían bien lo referente al reino de los cielos y
a la obra de Dios en la salvación, respectivamente.
17 porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y
gozo en el Espíritu Santo. 18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a
Dios, y es aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la
paz y a la mutua edificación. (Romanos 14:17-19)
Es importante destacar, que ambos conceptos se
desarrollan juntos porque no se puede ser un hijo del reino sin haber sido
salvo por la gracia de Dios, así como no se puede ser salvo, sin ser parte del
reino de los cielos.
5 Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere
de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. 6 Lo que es nacido
de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. 7 No te
maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. (Juan 3:5-7)
El celo por la verdad del evangelio no debe terminar
oscureciendo el entendimiento, por cuanto ninguno puede entorpecer la obra de
Dios y nadie puede hacerla más eficaz. La obra de la salvación de principio a
fin es obra de la soberana gracia de Dios en Jesucristo, como lo enseña el apóstol
Pablo en la carta a los Filipenses.
15 Algunos, a la verdad, predican a Cristo por envidia y contienda;
pero otros de buena voluntad. 16 Los unos anuncian a Cristo por contención, no
sinceramente, pensando añadir aflicción a mis prisiones; 17 pero los otros por
amor, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio. 18 ¿Qué, pues? Que
no obstante, de todas maneras, o por pretexto o por verdad, Cristo es
anunciado; y en esto me gozo, y me gozaré aún. (Filipenses 1:15-17)
Si alguien manifestó amor y celo por la verdad
fue el apóstol Pablo, pero no estaba ciego de que la obra descansa en Dios y no
en su celo, ni en el de ningún otro.
2- Todos y cada uno de aquellos que llegan a
ser como niños o que vendrán a ser nuevos discípulos por la fe en Jesús (Mateo
18:6), lo son porque el Hijo del Hombre vino para salvarlos (Mateo 18:11). De modo
que todos participan de una fe común, en Jesucristo y de una gracia común, la salvación
en él.
La salvación por la fe no supone del nuevo
creyente un conocimiento exhaustivo o cabal de todas las doctrinas básicas del
evangelio. La misma comprende la obra del arrepentimiento y de una fe genuina
que abraza a Jesús como Señor y Salvador, porque se entiende ahora perdido sin él.
Así que, los creyentes más maduros en la fe deben tener cuidado con los que
comienzan en la fe, tal y como el apóstol Pablo lo presenta en la carta a los Romanos.
1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 2
Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres.
3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al
que come; porque Dios le ha recibido. 4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?
Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es
el Señor para hacerle estar firme. (Romanos 14:1-4)
3- Los discípulos debían gozarse con cada uno
de aquellos que, conforme a la soberana gracia de Dios, serían llamados a la salvación
en el Hijo, Jesucristo, el Hijo del Hombre (Mateo 18:11).
El mundo o el sistema contrario a Dios pondría
todo tipo de tropiezos y obstáculos a los hijos de Dios. Por lo que los discípulos
o los hijos de Dios debían amarse y cuidarse los unos a los otros, con el mismo
amor con el que fueron llamados por su Padre celestial.
No existe unidad en la unilateralidad. Podemos
hallar unidad en la diversidad en Cristo, porque él es quien nos une a él. El pegamento
o adhesivo que mantiene unida a la iglesia verdadera es la unidad en Cristo y está
en unidad de propósito en su palabra. No es posible hablar de unidad, bajo la
bandera de Jesucristo, donde existe un claro menosprecio o rechazo a lo
establecido en su palabra. El apóstol Pablo nos ayuda por medio del Santo Espíritu
de Dios a entender esta verdad cuando afirma lo siguiente en la carta a los
Efesios.
1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la
vocación con que fuisteis llamados, 2 con toda humildad y mansedumbre,
soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, 3 solícitos en guardar
la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; 4 un cuerpo, y un Espíritu,
como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un
Señor, una fe, un bautismo, 6 un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos,
y por todos, y en todos. 7 Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia
conforme a la medida del don de Cristo. (Efesios 4:1-7)
Conclusión
La iglesia o los creyentes salvados no forman
parte de un club social, aunque son parte de un remanente elegido por gracia para
salvación. Por consiguiente, deben tener cuidado de no menospreciar o rechazar
a aquellos que en la gracia de Dios serán llamados a salvación, puesto que
existe una sola iglesia. La unidad de la iglesia se halla en la obediencia de
sus discípulos al santo evangelio proclamado por Jesús y encomendado a su
iglesia para ser dado a conocer al mundo. Los discípulos experimentarían tropiezos
en el mundo, pero ninguno de ellos se podría perder porque no es la voluntad de
Dios en Cristo, que ninguno de ellos se pierda.
Por: pastor Gilberto Miguel Rufat
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