lunes, 11 de mayo de 2020

El pago profetizado por nuestro rescate - Mateo 17:22-27



Mensaje: El pago profetizado por nuestro rescate

Por: pastor Gilberto Miguel Rufat 

Base bíblica: Mateo 17:22-27

Introducción

Estando Jesús en Galilea, les anuncia nuevamente a sus discípulos que sería entregado en manos de hombres que lo matarían y que al tercer día resucitaría (Mateo 17:22-23). De regreso en la ciudad de Capernaum, se desarrolla la historia sobre el cobro de la ofrenda del templo (Mateo 17:24-27). Dicha historia fue registrada únicamente en el evangelio de Mateo.

Exposición del texto

I. Jesús es el único pago aceptado por Dios por el rescate de su pueblo.

22 Estando ellos en Galilea, Jesús les dijo: El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, 23 y le matarán; mas al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera.

Jesús estuvo por algún tiempo en territorio gentil. Allí, les preguntó a sus discípulos, “¿quién decís que soy yo?” A lo que Pedro contestó afirmativamente diciendo: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:15-16). Sobre esta verdad (la identidad de Jesús), Jesús declararía que se establecería su iglesia o la salvación del remanente profetizado por los profetas (Mateo 16:17-18). Asimismo, les hablaría sobre la responsabilidad de la iglesia, el precio del discipulado, el juicio que vendría sobre Judá y acerca de su muerte y resurrección. A primera vista, es posible preguntarnos, ¿qué relación, si alguna, tiene el anuncio de Jesús sobre su muerte con la historia sobre el pago al templo que se desarrolla en casa de Pedro?

Mostraremos que existe una profunda conexión, una vez establecido cuándo y por qué se originó este pago al templo y su relación con la muerte de Jesús.

II. La expiación como el único medio aceptado por Dios como rescate por su pueblo

24 Cuando llegaron a Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y le dijeron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?

Es importante señalar y aclarar que el cobro de las dos dracmas presentado en Mateo 17:24 no guarda relación con un pago sobre impuestos al gobierno romano. Por lo tanto, este pasaje nada tiene que ver con la legitimidad o la ilegitimidad de impuestos al gobierno. El Comentario exegético y explicativo de la Biblia del Antiguo Testamento de los autores Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D., asevera lo siguiente:

Esta no era una contribución voluntaria, sino un rescate por el alma o la vida del pueblo. Se exigía a todas las clases por igual, y una negativa de pagarla significaba una exclusión voluntaria de los privilegios del santuario, y un peligro de los juicios divinos.[1]

El Dr. Lange comenta lo siguiente:

Debe observarse aquí que en esta sección no se hace referencia al trabajo temporal de construir el tabernáculo, sino a aquellas cosas que entran en el servicio ritual regular que continuará en el tiempo futuro. Por lo tanto, es ciertamente un error cuando Keil y Knobel comienzan con la idea de que el shekel o medio siclo del santuario se gastará de una vez por todas en la construcción del tabernáculo. El tabernáculo en sí debía construirse a partir de contribuciones voluntarias (Éxodo 35:5), no de impuestos legalmente impuestos, y de esta manera voluntaria se dio más de lo necesario (Éxodo 36:5).[2]

El pago de esta contribución no fue destinado para propósitos de la construcción del tabernáculo. El tabernáculo fue edificado con diversas ofrendas que el pueblo dio de manera voluntaria. Esta ofrenda fue establecida por Dios como un memorial de la obra de expiación que se realizaría en el tabernáculo, apuntando a la obra de Jesucristo. Para entender cuándo y de dónde surge este cobro es necesario examinar Éxodo 30:11-16.

11 Habló también Jehová a Moisés, diciendo: 12 Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado. 13 Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. 14 Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová. 15 Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Jehová para hacer expiación por vuestras personas. 16 Y tomarás de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión; y será por memorial a los hijos de Israel delante de Jehová, para hacer expiación por vuestras personas. (Éxodo 30:11-16)

En Éxodo 30:11-16 resaltan dos puntos importantes:

1- Dios fue quien requirió la ofrenda sobre todo varón judío de veinte años en adelante.

2- La ofrenda era un memorial por el rescate de su pueblo.

La ofrenda en Éxodo 30:11-16 surge de la historia de la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Para ello, es necesario colocarnos en el contexto de Éxodo 12.

1 Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: 2 Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año. 3 Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia. 4 Mas si la familia fuere tan pequeña que no baste para comer el cordero, entonces él y su vecino inmediato a su casa tomarán uno según el número de las personas; conforme al comer de cada hombre, haréis la cuenta sobre el cordero. 5 El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. 6 Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. 7 Y tomarán de la sangre, y la pondrán en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer. 8 Y aquella noche comerán la carne asada al fuego, y panes sin levadura; con hierbas amargas lo comerán. 9 Ninguna cosa comeréis de él cruda, ni cocida en agua, sino asada al fuego; su cabeza con sus pies y sus entrañas. 10 Ninguna cosa dejaréis de él hasta la mañana; y lo que quedare hasta la mañana, lo quemaréis en el fuego. 11 Y lo comeréis así: ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová. 12 Pues yo pasaré aquella noche por la tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así de los hombres como de las bestias; y ejecutaré mis juicios en todos los dioses de Egipto. Yo Jehová. 13 Y la sangre os será por señal en las casas donde vosotros estéis; y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad cuando hiera la tierra de Egipto. 14 Y este día os será en memoria, y lo celebraréis como fiesta solemne para Jehová durante vuestras generaciones; por estatuto perpetuo lo celebraréis. (Éxodo 12:1-14)

La ofrenda a Jehová para hacer expiación en Éxodo 30:11-16 tiene como base al cordero que cada familia tuvo que sacrificar en Egipto, según lo ordenado por Dios, para que los primogénitos de Israel no perecieran cuando el ángel de la muerte pasara aquella noche. La expiación es el “acto por el que se quita el pecado o la contaminación mediante un sacrificio o pago establecido por Dios”.[3] El sacrificio de un cordero debió parecerles costoso a los israelitas por su condición de esclavos, pero ese era el precio de la expiación. Aquel cordero sacrificado testificaba sobre la necesidad de un mediador entre el pueblo y Dios. Ya que, sin la mediación de un sacrificio, aquella noche todos los primogénitos de Israel hubieran muerto, así como lo fueron los primogénitos de Egipto. ¿Por qué? Porque todos eran pecadores (Romanos 3:23) y la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23).

Ya hemos visto que la historia en Mateo 17:24-27 sobre el cobro de la ofrenda de las dos dracmas surge de la ofrenda requerida por Dios al pueblo descrita en Éxodo 30:11-16. La misma debió haber ocurrido en el transcurso del mes de marzo.

El método de cobro estaba cuidadosamente organizado. El día 1 del mes de adar, correspondiente a marzo, se anunciaba en todos los pueblos y aldeas de Palestina que había llegado el tiempo de pagar el impuesto. El día 15 del mismo mes se instalaban puestos en todos los pueblos y aldeas, donde se pagaba el impuesto. Si no se pagaba antes del 25 de adar, se podía abonar directamente en el templo de Jerusalén.[4]

Aquella pascua que se aproximaba, en la que se celebraba la salida del pueblo de Israel de Egipto y de la cual, tomaba base la ofrenda de la expiación, vería su cumplimiento en Jesucristo al ser presentado a Dios como el pago total por el rescate de las almas del pueblo que de antemano escogió. La ofrenda de la expiación, según Éxodo 30:12, era ofrecida a Jehová como rescate por sus almas. Esto no significaba que el pueblo podía comprar su redención. Significaba, que el pueblo debía entender que su comunión para con Dios requería de un pago que satisficiera la justicia de Dios, por causa de su pecado. El pago señalado por Dios para el rescate del pueblo que decidió redimir desde antes de la fundación del mundo sería la vida de su unigénito Hijo.

3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4 según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5 en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6 para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7 en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, (Efesios 1:3-7)

III. Jesús no tenía por qué pagar nuestro rescate.

25 Él dijo: Sí. Y al entrar él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quiénes cobran los tributos o los impuestos? ¿De sus hijos, o de los extraños? 26 Pedro le respondió: De los extraños. Jesús le dijo: Luego los hijos están exentos.

Cada acontecimiento narrado por Mateo señala la divinidad de Jesucristo. Pedro, Jacobo y Juan habían experimentado la transfiguración de la gloria de la divinidad de Jesús en el monte de la transfiguración. En el pasaje de estudio, la misma es señalada por medio del conocimiento que evidencia Jesús sobre lo acontecido con Pedro, mientras Pedro estuvo fuera de su casa. ¿Cómo Jesús supo lo acontecido? Jesús supo lo acontecido porque no solamente era el Cristo, sino que también era el Hijo del Dios viviente (Mateo 16:16). En otras palabras, que Jesús es Dios el Hijo.

Cuando Pedro entró a la casa, Jesús utiliza una ilustración para presentarle a Pedro que él, como el Hijo de Dios, no tenía por qué pagar aquel tributo, pues como hijo estaba exento. Recordemos que cuando le preguntaron a Pedro si su maestro iba a pagar las dos dracmas, Pedro contestó que sí (Mateo 17:24-25). Aunque Pedro había contestado que sí, Jesús le mostraría por qué no tenía que pagarlas.

Jesús, hablándole primero a Pedro, le pregunta si los hijos de los reyes debían pagar tributo. A lo que Pedro contesta que no, por razón de ser hijos. El punto que Jesús quería enseñarle a Pedro era que él, como el Hijo del Dios viviente, no tenía por qué pagar aquel tributo al templo. Las palabras de Jesús debían recordarle a Pedro la experiencia vivida en el monte de la transfiguración. En aquella ocasión, Pedro escuchó la voz de Dios Padre testificando lo siguiente sobre Jesús: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia, a él oíd” (Mateo 17:5).

Además, al ser la ofrenda de la expiación un recordatorio del pago necesario como rescate por el pecado, Jesús no tenía por qué pagarlo, por cuanto era sin pecado.

IV. Jesús proveyó el pago total y final por nuestro rescate.

27 Sin embargo, para no ofenderles, ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti.

La frase de Jesús “para no ofenderles” significa que Jesús cumpliría con el pago al templo, no porque le era necesario hacerlo, sino para no dar lugar o pie a cuestionamientos y a falsas acusaciones. Sabemos que, a este punto en el ministerio de Jesús, los principales líderes religiosos buscaban cualquier causa o motivo para destruirlo. El relato anterior, el de la discusión de los escribas con los nueve discípulos de Jesús, es un claro ejemplo de esto.  

Sin embargo, una vez establecido que él no tenía por qué pagar las dos dracmas, le da la siguiente orden a Pedro, “ve al mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que saques, tómalo, y al abrirle la boca, hallarás un estatero; tómalo, y dáselo por mí y por ti”. Al igual que Jesús no tenía por qué pagar el pago de la ofrenda por el rescate al templo, tampoco tenía por qué haberse entregado como pago por el rescate de nuestras almas condenadas por causa de nuestro pecado. No obstante, Jesús lo hizo sin quejarse, haciéndolo por gracia, porque le plugo, porque decidió amarnos en vez de condenarnos. De manera que a través de la muerte que acontecería en Jerusalén (Mateo 16:21; 17:22-23), se efectuaría el pago para la salvación de la iglesia (Efesios 5:25-27).

Estamos convencidos de que, aunque Pedro, al escuchar por primera vez el anuncio de la muerte de Jesús, trató de reconvenirle a Jesús sobre su muerte (Mateo 16:22) y en la segunda ocasión que escucha la necesidad de su muerte se entristeció (Mateo 17:23), no obstante, Pedro entendería. Dos pasajes lo confirman con claridad; Hechos 2:22-24 y 1 Pedro 1:18-20, respectivamente.

22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis; 23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole; 24 al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. (Hechos 2:22-24)

En 1 Pedro 1:18-20, Pedro afirma lo que sigue:

18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, (1 Pedro 1:18-20)

Conclusión

Afirmamos que la exaltación del evangelio de Jesucristo se evidencia al pagar con su propia vida el costo del rescate por su pueblo. Pueblo, que se encontraba sumido en el pecado como todos los demás y que, para ser tomado como el pueblo de Dios, siendo esclavos del pecado, debía ser redimido, es decir, rescatado.

La grandeza del amor de Dios por su pueblo queda demostrada en que no teniendo que intervenir a favor del mismo, decidió enviar a su unigénito Hijo y entregarlo a muerte como el pago por la totalidad de la deuda de su pueblo. Un pago necesario para satisfacer la demanda de la justicia de Dios violada por este.

Es únicamente por medio de la obra redentora de Jesús, que la deuda es saldada y que los pecadores son redimidos para pasar a ser posesión de Dios. De esta forma, Dios aseguró la salvación del pueblo que eligió desde antes de la fundación del mundo.

Concluimos, como Pedro presenta en su primera carta, que la verdad sobre el glorioso rescate de Dios en Cristo por su pueblo ha de ser predicado, así como vivido. Por consiguiente, afirmamos que no es consistente con el evangelio llamarse cristiano y continuar viviendo como un esclavo del pecado. Así que, donde no existe una evidencia de arrepentimiento que se expresa en una fe que conduce a la obediencia a la palabra de Dios, no ha habido salvación, sino que simplemente es una presunción de la misma.


[1] Jamieson, R., Fausset, A. R., & Brown, D. (2003). Comentario exegético y explicativo de la Biblia – tomo 1: El Antiguo Testamento (86). El Paso, TX: Casa Bautista de Publicaciones.
[2] Lange, Johann Peter. Lange’s Commentary OT/NT. An e-Sword module.
[3]Nelson, W. M., & Mayo, J. R. (2000, c1998). Nelson nuevo diccionario ilustrado de la Biblia (electronic ed.). Nashville: Editorial Caribe.
[4] Barclay, William. Comentario al Nuevo Testamento. Editorial Clie, 1995.

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