En nuestros días, es común escuchar a muchos pastores
afirmar que estamos en las cercanías del cumplimiento de la última semana de la
profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24-27. La misma es generalmente interpretada
como la semana de los siete años de la gran tribulación antes de la segunda
venida de Jesucristo.
En la literatura revisada para mi tesis
doctoral, encontré en Stromata, una obra del siglo segundo de la iglesia de
Clemente de Alejandría, una afirmación que considero de gran valor histórico.
“Desde el cautiverio en Babilonia, que tuvo lugar en el tiempo del
profeta Jeremías, se cumplió lo dicho por el profeta Daniel de la siguiente
manera: ‘Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa
ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la
iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía,
y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de
la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá
siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el
muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos semanas se quitará
la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir
destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el
fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto
con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda.
Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que
venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador’.
Es evidente que el templo fue construido en siete semanas; porque está escrito
en Esdras. Y así Cristo se convirtió en Rey de los judíos, reinando en
Jerusalén en el cumplimiento de las siete semanas. Y en las sesenta y dos
semanas toda Judea estuvo en silencio y sin guerras. Y Cristo nuestro Señor,
"el Santo de los Santos", que vino y cumplió la visión y la profecía,
fue ungido en su carne por el Espíritu Santo de su Padre. En esas "sesenta
y dos semanas", como dijo el profeta, y "en una semana", fue El
Señor. La mitad de la semana, Nerón se mantuvo firme, y en la ciudad
santa Jerusalén colocó la abominación; y en la mitad de la semana fue quitado, y
Otón, y Galba, y Vitelio. Y Vespasiano se elevó al poder supremo, y destruyó
Jerusalén, y devastó el lugar santo. Y que tales son los hechos del caso, es
claro para él que es capaz de entender, como dijo el profeta”.[1]
No cabe duda de que para el padre de la
iglesia Clemente de Alejandría, las setenta semanas tuvieron cumplimiento en el
primer siglo. Que no creía en la conocida teoría sobre una brecha entre las primeras
sesenta y nueve semanas y la semana setenta. Que en la semana setenta fue
Jesucristo quien confirmó el pacto con muchos y no un futuro anticristo. Por último,
que la desolación de Jerusalén ocurrió entre el periodo de gobierno de los
emperadores romanos Nerón y Vespasiano.
Pastor Gilberto Miguel Rufat
[1] Clement of Alexandria. Clement of Alexandria Collection [3 Books]
(Posición en Kindle5975-5991). Aeterna Press. Edición de Kindle.
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